2/8/11

Los Seis - 5.2

Cuando se reunieron, Servais interpeló a Trompel por su investigación privada, ya que le había ordenado mantenerse al margen:
- Me llamó mucho la atención que, cuando te llamé, estuvieses justamente en Lovaina, en la clínica San Rafael -le dijo entonces Servais-. Me has sorprendido, porque no estabas al tanto del último caso y resulta que nuestras investigaciones del último asesinato nos llevaron justamente ahí mismo.
- Jefe, no podía quedarme tranquilo. En el funeral me llegó un soplo y valía la pena investigarlo. No sé aún si realmente el hombre está ligado al caso o no. Pero había indicios que no podían ser pasados por alto aunque, si estuviera en servicio activo, quizás habría archivado la indicación que me dieron.
Contó entonces lo que le habían dicho y todo lo que había averiguado acerca de Bonnier.
- A estas alturas, el hecho de que Bonnier haya visitado un paciente en la clínica San Rafael, sumado a lo anterior, le confiere sin duda la condición de sospechoso. Confirmaremos si fue a visitar el transplantado y trataremos de averiguar por qué.

Expuso entonces todos los detalles de los diferentes casos que no habían salido en la prensa, para que Trompel estuviese al tanto.
- Jef -le dijo-, tienes habilidades para analizar casos y, si no me equivoco, escondes incluso una aplicación especial en tu computador. Podrías darnos una mano en el análisis. Por ésto he decidido ponerte al tanto de todo y reincorporarte, aunque exclusivamente para trabajo de oficina.

Después de la reunión, Trompel fue a buscar su notebook, en que había registrado todos los detalles de los asesinatos que él conocía, así como los resultados de su seguimiento a Bonnier. Trabajó horas agregando a su base datos los antecedentes sacados de los informes que le dió su jefe.

El día siguiente, al llegar de nuevo a la oficina, echó a andar su aplicación de minería de datos, que le podría sacar algunas conclusiones o, al menos, señalar coherencias e incongruencias. Imprimió los resultados y, con ellos, fue a ver a Servais.

- Mi análisis marca algunos datos que podrían ser importante, además de la obvia importancia del número seis. Así, por ejmplo, existen al menos dos casos en que el asesino debió contar con un cómplice: en el caso de la miss Universo y en el del transplante. En el primero, hubo dos personas que entraron y salieron del hotel con la camilla [civière]. En el segundo debió ocurrir lo mismo, y una de las dos debió haber un cirujano. También se manejó en ambos casos una ambulancia, hasta para llevar el hígado a la clínica de Lovaina. Quizás lo extrajeron en la misma ambulancia.
Hay otro detalle que me llama la atención -agregó Trompel-. Puede ser una coincidencia, pero también podría ser un indicio: en la lista de personal del club, hay un pianista y su fecha de nacimiento es 6 de junio de 1966, o sea 6-6-66. Además su dirección es 6 calle Moris en la comuna de Saint-Gilles. Y Saint-Gilles es el sector postal 6.
- Por cierto llama la atención -contestó Servais-, pero no es una pista muy firme. Por ahora, no tenemos nada que apunte hacia él. Aunque, como estamos, no perdemos nada con investigarlo un poco más.
- Y el hecho es que Bonnier también trabaja en el club. Ésto nos da dos personas en íntimo contacto. Faltaría averiguar si tuvieron los mismos días libres. Y si uno de los dos hizo estudios de medicina. Ésto sería muy coherente con la personalidad del asesino. Según el análisis psicológico, se siente con poder al someter a sus víctimas mientras en su vida ordinaria siente que no tiene ninguna. También sería muy coherente si debió abandonar la profesión médica. No le gusta no tener o haber perdido poder sobre la vida de otros. Sólo se siente libre y poderoso bajo el signo del seis. Sufre una neurosis que le hace apelar a la magia para sentirse seguro.
- Entonces, tenemos a dos sospechosos, del mismo club: Bonnier y el pianista. Averiguaremos sus días de salida. Traeremos a Bonnier para que nos cuente qué lo liga al paciente transplantado. Ya se ha confirmado que lo fue a ver a él: fue la única persona que se presentó a la hora que señalaste. En cuanto al pianista, Michel Chardonnais, lo vigilaremos y lo traeremos eventualmente después. Y nos falta el testimonio del cirujano que hizo el transplante.
- Pero si Bonnier está involucrado, en algún momento se me escapó. Lo he seguido en todos sus días libres.
- Pero los asesinatos fueron de noche. A lo mejor no lo sentiste salir y se te escapó.
- Ésto es cierto. No lo podía vigilar día y noche.

Servais se encargó personalmente de interrogar a Bonnier cuando lo trajeron. Trompel no debía mostrarse, para evitar ser reconocido. Mientras traían al hombre a la comisaría, el detective entró en su departamento para revisarlo. Enviaba inmediatamente a Servais sus observaciones por mensajes de texto, de tal modo que el comisario pudiera utilizar estos datos en el interrogatorio.
- ¿Qué fue a hacer en la Clínica San Rafael?
- Fuí a ver a mi amigo Lodewijk van der Helst, que había sido operado.
- ¿Recibió un transplante de higado, no es cierto?
- Así es.
Bonnier se extrañó de que la policía estuviera al tanto y empezó a intranquilizarse.
- ¿De quién era el higado?
- ¿Cómo voy a saberlo? Los donantes son siempre anónimos.
- Nos parece que podría saberlo. ¿El martes pasado no fue su día de salida?
- Sí lo fue.
- ¿Y no se juntó con otra persona? ¿En la noche por ejemplo?
- ¿Por qué esa pregunta?
- ¿No conocía a Florence Cloquet?
- Para nada. ¿Quién es?
- ¿Y por qué tiene una fotografía suya en su departamento? -pudo preguntar el policía, que acababa de recir el mensaje de texto de Trompel señalándole el hecho.
- ¿Tengo su foto?
- En efecto. Y también las de la miss Universo y de la miss 17. ¿Le gustan las mujeres no cierto?
- Claro que me gustan mujeres bellas. No veo que puede haber de mal en ello.
- Y le gusta acosarlas en el bosque también.
- ¿Acosarlas?
- Sabemos de su afición. No lo niegue. La noche del martes pasado, abordó a Florence Cloquet cuando salió del aeropuerto. La hizo subir a un vehículo, la mató y le sacó el hígado ¿no es así?
- ¡Yo no toqué a esa mujer! ¡No sé quién es!
- ¡Es lo que vamos a averiguar! ¿Nos podría dar una muestra de ADN? Basta con pasarle un algodón en la boca. Si no la tocó, quedará libre de sospechas.
- ¡Encantado! No tengo nada que ver con este caso y, de este modo, se lo probaré.

Después de tomarle la muestra, Bonnier fue enviado a una celda, donde tendría que esperar el resultado del análisis. Se verificaron sus antecedentes: no había nada en el sistema procesal belga. Pero como tenía nacionalidad francesa, se alertó a la policía de ese país a través de Interpol. Horas después llegaban las informaciones solicitadas acerca del sujeto. Éstas, además, señalaban que las autoridades de la línea aérea habían hecho la denuncia de la desaparición de su azafata a la Interpol de París, aviso que había llegado en paralelo a la policía belga.

Un par de días después, fue llevado de nuevo ante el comisario Servais.
- Tenemos el resultado del análisis de su ADN.
- Entonces sabe que yo tenía razón. No conocía esta mujer y no tengo nada que ver con este crimen.
- Ésto no está confirmado. Sin duda se puso guantes de látex y otra persona sometió a la mujer. Pero ud la operó y llevó el hígado a Lovaina, para el señor van der Helst.
- Se equivoca. No la conozco y no la toqué. Sólo tenía una foto suya.
- Sabemos que se llama en realidad Jean Bonneau, un nombre que -evidentemente- no le gusta [El homófono francés "jambonnau" significa jamoncito]. Lo condenaron en Francia por pedofilia y perdió su licencia de médico-cirujano. Pero hay algo mucho más grave: su ADN apareció en una niña de nueve años violada hace tres años. No sabíamos a quién pertenecía hasta analizar el suyo. Si no tiene relación con las mujeres asesinadas, al meno sí la tiene con esa violación. ¡Esta vez no escapará de la justicia! Y le costará una buena cantidad de años de cárcel. Más aún si verificamos su participación en los crímenes de los Seis.