14/9/12

Ecología 2


Trompel despertó transpirando. Hacía tiempo que no había tenido una pesadilla tan larga y con tantos detalles. ¿Había en ella alguna pista que le ayudara a resolver el caso que tenía entre manos? El despertador marcaba las 7:15. Este número le resultaba muy familiar y no correspondía a la alarma que debía despertarlo.

Todo había empezado una semana antes. Su jefe, el comisario Jean Servais lo había llamado y le había encargado la encuesta relativa a una bomba que había explotado esa misma mañana, a las 7:15, frente a una sede del partido de "Los Verdes" en el bulevar Lambermont. Servais no podía ocuparse personalmente del asunto: su ayudante, Remy, había desaparecido el día anterior y una visita a su domicilio no había dado ningún resultado. Trompel debería hacerse cargo, acompañado de la novata inspectora Alice Yernault.

La oficina afectada se encontraba en el 715 del bulevar. ¿Era solo una coincidencia o los delincuentes habían programado la explosión ex profeso a esa misma hora? La bomba había sido colocada en la entrada, aparentemente en un contenedor parecido a un extintor, quizás para no llamar la atención. Los técnicos habían recogido todos los fragmentos que había en el lugar, entre los vidrios rotos y fierros retorcidos. Les extrañó encontrar restos de aserrín, porque la puerta, rota, había dado muchas astillas pero era imposible que hubiese sido reducida a aserrín. Solo podía haber una explicación: debía haber sido confeccionada en un taller de carpintería y el aserrín debió haber queado mezclado con la pólvora y los productos fosfatados que eran su principal componente. Trompel sabía que buscarían la "firma" del constructor y que el aserrín podía ser un elemento clave. A la hora del suceso, sería difícil encontrar testigos en los alrededores. Todos los edificios y las casas estaban alejados en varios metros de la avenida, detrás de amplios antejardines. Y la mayoría de los vecinos salían directamente en automóvil de sus estacionamientos. Difícilmente se fijarían en peatones cerca de las fachadas y menos aún de otro vehículo cerca de este oficina, que recibía muchas visitas.

Era sin embargo su deber tratar de encontrar alguién que pudiese haber visto algo. Así que se dirigió al sector acompañado de la inspectora después de las seis de la tarde, horario en que quienes salieron temprano al trabajo ya podrían haber regresado. Se separaron para visitar las casas y edificios de departamentos. Felizmente, solo los había a un lado del bulevar, ya que del otro había un parque en ese sector. Les llevó casi hasta la medianoche interrogar a los vecinos que residían suficientemente cerca. Y no obtuvieron ningún resultado. Casi todos habían oído la explosión, pero no habían visto nada antes de salir en la mañana y, en la noche anterior, tampoco habían visto nada sospechoso. Era común que algún vehículo se acercase a "Los Verdes", donde había muchas visitas y reuniones, y nadie se fijaba ya en los autos. Uno de ellos bien pudo dejar la bomba, muy tarde o en la madrugada. ¿No tendrían un video de seguridad? Trompel ya sabía que lo había pero no mostraba nada: la grabación había sido revisada y todas las tomas correspondían a visitantes en horas de atención. El atacante debió acercarse por el lado, fuera del ángulo de la cámara. Aunque encargado del caso, no podía hacer nada más salvo esperar los resultados del laboratorio. Sin embargo, la inspectora Yernault le sugirió buscar informaciones en la red de Interpol. Podía haber ahí alguna información acerca de grupos anti-ecologistas que hubiesen realizado acciones similares en otros países.

Así, Trompel se enteró que este tipo de hecho era bien conocido del FBI, al punto que habían forjado el término "ecoterrorismo", definiéndolo como "el uso o amenaza de uso de la violencia de carácter penal en contra de víctimas inocentes o de una propiedad, por grupos subnacionales con orientaciones ecologistas para el medio ambiente o por razones políticas, o destinadas a un público más allá del objetivo, a menudo de carácter simbólico". En 2002, el FBI estimó que el Frente de Liberación Animal (ALF) y el Frente de Liberación de la Tierra (ELF), dos de las principales organizaciones ecológicas responsables de actos denominados ecoterrorismo, habían cometido más de 600 actos criminales en Estados Unidos, causando daños estimados en más de 43 millones de dólares. Entre 2003 y 2008, el ecoterrorismo habría causado en total 200 millones de dólares en daños a la propiedad según el Bureau.

También encontró que el ecologista canadiense Paul Watson, fundador de la Sea Shepherd Conservation Society había presentado otra definición: "un acto que aterroriza a otras especies o amenaza el sistema ecológico de este planeta", acusando de ello a los balleneros japoneses, que seguían cazando a estos cetáceos. Otro ecologista, David Suzuki, describió al antiguo Primer Ministro de Australia, Johh Howard, como "ecoterrorista" por no cumplir con el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Los ecologistas han acusado también a corporaciones que van desde ExxonMobil y General Electric hasta McDonalds de ecoterrorismo. [Datos de Wikipedia]

Había sin embargo un "pero": el ecoterrorismo así definido aludía a acciones de los ecologistas realizadas supuestamente en defensa del medio ambiente. Habría que ampliar ahora la definición para incluir a los contrarios, como los que había atentado CONTRA el partido ecologista belga.