29/12/09

2020 AC-DC #10

2020 AC2020 DC

Zzyvherr, el jefe de la tribu del Lobo, sentado delante de una de las grandes casas hechas de troncos de árboles derribados y limpiados de ramas a golpe de hacha de piedra pulida, se sobaba las manos. Los ataques de Dohd, su mejor cazador, contra los clanes del Oso y del Ciervo habían sido coronoados de éxito gracias a las sarbacana y el veneno descubierto por su chamán. Así, los dos clanes entrarían en guerra, lo que encontraba muy entretenido y mucho menos peligroso que atacarlos directamente. Estaba orgulloso de los avances técnicos de su tribu y despreciaba a los "primitivos" del oeste del bosque, que vivían aún en cuevas. Pero envidiaba sus cultivos, que no había podido desrrollar por falta de agua. Y agua, ellos la tenían en abundancia.

Chem Pei, el presidente de SatelCorp, fue informado por videoconferencia en su pantalla mural de tamaño natural que el ataque a Venscom había coronada del éxito: el computador había sido bloqueado, lo cual era lo más importante y había fracasado la primera vez, en el caso de Ethercom. Parecía también que, en los dos casos, la aplicación había sido eficaz para dejar fuera de combate a los operadores, impidiéndoles dar la alarma. Quería provocar cuanto antes una crisis general, una verdadera guerra entre proveedores de transmisiones digitales. Nuevos ataques tendrían lugar en las noches siguientes.





Thorn fue a avisar al jefe del clan. Como las otras pistas, bien endebles en realidad, apuntaban siempre en la dirección del clan del Ciervo y que no deseaban entrar en conflicto con éste, Hoofd decidió informar al Guardián, el solitario que guardaba el menhir sagrado en un sitio que ambos clanes respetaban.

Siguiendo el riachuelo hacia el sur durante un par de horas, se llegaba a un punto donde éste se alejaba del acantilado. Había una pequeña subida que llevaba a una especie de alta planicie con el gran menhir en su centro. Nadie sabía su origen y nadie se atrevía a acercarse sin la presencia del chamán y sin realizar unos exigentes rituales: era un lugar sagrado y la "torre" -como la llamaban ellos- estaba protegida por espíritus violentos que no se podía desafiar. La torre tenía también su propio guardián reverenciado por todos y que servía ocasionalmente de mediador para solucionar conflictos entre clanes.

Weinbraith informó al gerente de sus descubrimientos. Convinieron en que, para evitar una guerra abierta entre competidores, lo mejor sería comunicar esta información a la dirección de Vencom. Prepararon entonces un mensaje relatando todo lo que había ocurrido y lo que habían descubierto, enviándolo luego al director de esa empresa.

La noche siguiente, Weinbraith dejó a su asistente en su lugar para vigilar y seguir las alertas y se fue a su casa. Vivía en una pequeña vivienda de Rochefort, a pocos minutos en auto de la sede central de Ethercom.












¡ Feliz Año Nuevo !

22/12/09

2020 AC-DC #9

2020 AC2020 DC

Thorn no había encontrado nada y Hoofd, el jefe, se impacientaba. Los víveres comenzaban a escasear y necesitaban volver a cazar cuanto antes. Pidió por lo tanto al chamán que interrogase los espíritus. Llegada la noche, el clan se reunió en torno al fuego y el chamán echó sobre éste raíces secas que sólo él conocía. Comenzó luego su canto y, poco a poco, entró en transe. Se puso entonces a hablar en una lengua que nadie conocía y pareció dialogar con los espíritus que los miembros del clan creían ver bailar en las volutas de humo. También tuvo una visión: un hombre caía muerto, como Adhir, pero no era un miembro del clan del Oso. Por la manera en que lo veía vestido, parecía ser del clan del Ciervo.















La noche se acercaba y Weinbraith no quería abandonar la búsqueda ni dejarla en manos de otra persona. Se conectó a la cafetería del edificio y se hizo enviar una pizza y agua mineral. Cuando las recibió, puso el sistema en modo de detección automática: si el sniffer encontraba un paquete sospechoso activaría una alarma sonora. Después de haber comido y bebido, echó hacia atrás el respaldo de su sillón semejante a los de las clase ejecutiva de los aviones y dejó el sueño invadirlo.

Varias horas habían pasado cuando sonó la alarma. Con el casco de RV siempre en la cabeza y frente a los ojos, vió inmediatamente que uno de sus perros seguía a un zorro que se introducía en una madriguera. Pasó en modo de texto y vió que el paquete entraba en un servidor de Venscom, una empresa competidora. Copió la cabeza y la cola para verificar más tarde el contenido y siguió la progresión: otros paquetes iban llegando y se pegaban al primero. Venscom era por lo tanto el destinatario. El mensaje completo se reconstituyó y se lanzó al ataque de otro computador de la misma empresa: era el que controlaba sus flujos, protegido por un potente corta-fuego. Pero el virus emitió una contraseña y atravesó el corta-fuego. Para ver lo que hacía, Weinbraith debía también atravesar ese corta-fuego. Hacer ésto en una máquina de un competidor no era fair-play, pero el ingeniero podía valerse de su pase de la NetPolice. Y lo que observó era lo que más temía: el programa se desplegó y lanzó la conocida carga mortal.

El día siguiente al alba, en la entrada de la cueva donde dormía el Clan del Ciervo, los primeros en levantarse encontraron muerto al gardián del fuego. El chamán del clan, que lo examinó, encontró el pequeño dardo que lo había alcanzado pero no entendía cómo podía provocarle la muerte. Recorrió los alrededores y vió las huellas de pasos que se dirigían hacia el río, orientados hacia los dominios del Clan del Oso. ¿Tendrían ellos una nueva arma y estarían dispuestos a iniciar una nueva guerra?









Cuando, el día siguiente, el operador encargado de la supervisión de las comunicaciones entró el la oficina de control de Venscom, encontró muerto al operador nocturno. La pantalla que debía vigilar estaba inutilizada y el computador bloqueado. El análisis posterior del computador no arrojó resultado alguno: su memoria RAM y su disco SSD habían sido borrados. Los antiguos discos duros magnéticos podían ser recuperados después de un borrado si no eran reescritos, pero no ocurría lo mismo con los nuevos discos donde el borrado era absoluto y definitivo. Se hizo una búsqueda en servidor de transmisiones et se detectaron las huellas de un mensaje que parecía venir de Ethercom y estaba dirigido al computador de supervisión. No solo era muy extraño que un mensaje entrase a una cuenta segura sino aún más que ese mensaje viniese de Ethercom. ¿Un ataque pirata? ¿De un competidor?

15/12/09

2020 AC-DC #8

2020 AC 2020 DC

El clan tenía algunos músicos. Habían descubierto cómo hacer tambores tendiendo pieles sobre pedazos de troncos huecos y flautas con huesos perforados. Uno de los flautistas tenía un problema: una piedrecilla se había introducido en su flauta y le impedía producir los sonidos deseados. A pesar de que la sacudía en todos los sentidos, no salía. Fue a consultar a Wherk, que las fabricaba, para pedirle consejo. Éste le recomendó de probar soplando muy fuerte después de tapar todos los hoyos salvo el de la boca y uno que sirviera de salida. Así, tapó todos los laterales y se puso a soplar. La piedra se atascó y la flauta casi le escapa de las manos. Le dió vuelta, soplando por el otro extremo. Entonces la piedra salió disparada, seguida de un silbido, y golpeó la mejilla de Wherk que estaba mirando el experimento. Éste se dió cuenta de inmediato de que había descubierto una nueva arma. Si el hoyo longitudinal era suficientement estrecho, bien podría ser el arma con la cual se había lanzado el dardo envenenado.

Hay que saber que todas las transmisiones en la red mundial se dividen en pequeños bloques que viajan por diferentes rutas, el mensaje completo siendo reconstituído solamente en el último servidor, más próximo al destinatario. La velocidad de desplazamiento depende del largo de la ruta y del número de viajeros. Y cada bloque contiene ambas direcciones, la del remitente y la del destinatario, así como un código de integridad. Cuando los bloques llegan a destino, estos códigos son verificados y, si el cálculo no es correcto, se pide de inmediato el reenvío del bloque correspondiente. Son estas direcciones que deben permitir al sniffer identificar la fuente y la meta. Pero un experto puede falsificar la fuente, generalmente "secuestrando" el computador de un tercero para obligarlo a enviar el mensaje como si fuese suyo. Es la modalidad más frecuente de la guerrilla digital. Se debe entonces hacer un cruce entre los computadores secuestrados para buscar la fuente común.

Thorn había criado y había logrado domesticar un lobato que, ahora, lo acompañaba cuando iba por el bosque y ayudaba al clan en la caza. Los dos exploraban ahora este bosque en un sector cercano a la zona que se reservaba el cercano clan del Ciervo. El lobo se puuso a ladrar frente a un tronco muerto. Thorn vió que tenía un hueco. Despejo la abertura para que entrase más luz y descubrió un largo hueso tallado en forma de flauta. Pero era una fllauta extraña: no tenía hoyos laterales, sino solo en sus extremidades. Sopló adentro, pero no salió ningún sonido. Intrigado, lo guardó y fue a mostrarlo a Wherk, quién comprendió inmediatamente que podía ser el arma del crímen que servía para lanzar dardos. Pero la víctima debía estar bastante cerca, lo cual complicaba su uso.






Weinbraith comenzó explorando el bosque, su entorno virtual inmediato. Su perro de caza se lanzó varias veces detrás de un animal, pero solo se trataba de liebres y no de zorros. Falsas alarmas, que servían sin embargo para afinar el olfato del sniffer (perfeccionar su código) y, por lo tanto, no eran una pérdida de tiempo.

Sin resultado aún, lanzó luego los perros hacia las autopistas (y, por lo tanto, los servidores de transmisión de las fibras ópticas). Después de varias horas de búsqueda infructuosa, un zorro apareció por fin a lo lejos. Uno de los perros se lanzó a perseguirlo pero, cuando se acercaba, el zorro lo detectó y, cosa totalmente inesperada, pareció enrollarse y se transformó en erizo. El perro se detuvo abruptamente, sorprendido. Así, el programa pirata era capaz de detectar un sniffer y de encapsularse. Detectarlo y seguirlo sería así mucho más difícil. Habría que programar un 'olfateador' mucho más poderoso o buscar otro método. ¡Decididamente, el hacker era muy capaz!

8/12/09

2020 AC-DC #7

2020 AC2020 DC

Thorn no podía explorar todo el bosque: los hombres del clan nunca habían llegado a su otra orilla. Incluso recorrer la zona en que acostumbraban cazar tomaría mucho tiempo. Estimó que, de todos modos, si hubiesen huellas anormales, debería ser en la proximidad de la cueva y dedicó por lo tanto toda una jornada a recorrer este sector. Pero no encontró nada. Propuso entonces a Hoofd poner ahí trampas, en caso de que el asesino volviese. Las señalizarían de un modo que solo los miembros del clan las advirtiesen.

















Weinbraith estudió la situación. Un proceso normal de búaqueda con un sniffer, incluso con un programa de inteligencia artificial como el que podía instalar, podría requerir años por la vía normal dada la cantidad de canales y de mensajes por filtrar. En realidad virtual, ésto se traducía por un enorme entrelazado de autopistas, de rutas locales e incluso de senderos, recorridos por todo tipo de medios de transporte, desde peatones hasta coches de carrera. Sin olvidar los corredores que intentaban algunas veces hacer cross-country, atravesando campos y bosques para ir de un poblado a otro. Todos portaban bloques de información, como piezas de Lego, que formaban -a su llegada- desde cortos mensajes SMS hasta enormes aplicaciones científicas o comerciales. Y todos podían llevar polizontes: virus de todo tipo. Pero era tarea de los clientes tener guardias para detectarlos, mientras la Netpolice debía ocuparse de los peleadores y terroristas.

Weinbraith no debía vigilar todo ni infiltrarse por todas partes. Había cuellos de botella, puntos de convergencia inevitables, algunas rutas por donde todos debían pasar si la comunicación era de larga distancia: las fibras ópticas internacionales y los enalces satelitales. Aparte de los alrededores inmediatos de Ethercom, que debería vigilar en detalle, bastaría con colocar filtros en los servidores de transmisión de las fibras, que desviarían todos los bloques sospechosos hacia uno de los supercomputadores Craymax de Ethercom que sería destinado exclusivamente a seguir los paquetes de bits sospechosos. El acceso a los satélites era un problema más complejo: pertenecían todos a SatelCorp y eran intocables, pero todos estaban vinculados a estaciones terrestres donde las fibras volvían a tomar el control.

De lo que Thorn estaba convencido era que no podría buscar las huellas de un animal. Las huellas entre el río y el cadáver de Adhir eran claramente las de hombre. Como no iban más lejos, debería buscar otros rastros de pasos humanos fuera de la cueva. Si alguién, adentro, estaba implicado, debería determinarlo de otra forma.





Weinbraith conectó el casco de realidad aumentada al terminal de la celda CC-13 que estaba conectado ahora al gran Craymax destinado a llevar la investigación. Podía ver el sniffer como si fuese un perro de caza o incluso como una manada, ya que el olfateador se multiplicaba en clones en función de las detecciones logradas por los filtros. Los vería entonces correr por el bosque que rodeaba la sede de la empresa y a lo largo de las autopistas. Una vez que aparecía un paquete de bits sospechoso, lo vería como un zorro. Entonces sería fácil capturarlo y, al menos en teoría, copiar su cabeza (la dirección de destino) y su cola (la dirección del remitente). Y de destruirlo, cortándole cabeza y cola si el cuerpo era igual al código asesino.

1/12/09

2020 AC-DC #6

2020 AC 2020 DC
Hoofd, jefe del cland del Oso, y Gneesh, el chamán, decidieron encargar a otro rastreador, Thorn, el examen de las huellas y otras posibles pistas. Thorn decidió entonces dividir en cuatro la zona de investigación: el río, tanto hacia el norte como hacia el sur, el bosque más allá del río, el campo y la zona entre el río y la entrada de la cueva, donde había huellas, y finalmente la cueva misma. Llegó rapidamente a las mismas conclusiones que Zihjt.

Hoofd y Gneesh encargaron también a Wherk, el fabricante de armas, buscar el instrumento que podría haber lanzado los dardos y tratar de identificar al culpable. Wherk era un verdadero genio. Había inventado los bastones de tiro, que permitían aumentar la fuerza del brazo para lanzar javalinas más lejos que antes y mejor que lanzas. También estudiaba el uso de ramas de árboles dobladas para lanzar aún más lejos, ya que había observado como hacían saltar la nieve cuando se alguién doblaba una rama cargada.

Luci Rossi, gerente general de Ethercom, reunió en su oficina los jefes de los diversos departamentos de la compañía para discutir las medidas que debían ser tomadas. Se pusieron de acuerdo para encargar al Departamento de Programación el estudio del código de la secuencia de video hipnotizante y al Departamento de Seguridad programar un sniffer ("olfateador"), una aplicación que buscase en toda la red huellas del código pirata y tratase de seguir su recorrido. Una célula de control de flujos que estaba en reserva sería la encargada de esta exploración. La desiganron como CC-13, número que solo se utilizaba de modo extraordinario. Y Edward Weinbraith, que trababa también en forma habitual para la NetPolice, la policía de la Red, sería el ingeniero encargado de esa celda.





Hoofd acababa de terminar la conversación con Gneesh y Wherk cuando su atención fue atraída por un hombre que estaba cerca del fuego. No era miembro delclan y parecía querer hablar con alguién. Se accercó a él.
- ¿Qué desea?
- Soy Spreek, del clan del Ciervo. El jefe de nuestro clan está muy enojado con uds. Nos llega cada vez menos agua y dice que se debe a vuestros cultivos. Les pide que reduzcan éstas y nos dejen llegar más agua. La Madre-Agua no es propiedad de nadie y todos tienen igual derecho a su bendición.
- Su jefe se equivoca. Casi todo el agua que usamos vuelve al río y nosotros también tenemos menos. ¿No se fijaron que lluvió mucho menos este año? La Madre-Agua nos esconde su cara tanto como a uds.
- Si llueve menos, deben usar menos agua. Es el mensaje. Si no recibimos más agua, deberemos obligarlos.
- ¿Es por ésto que mataron a uno de nuestros hombres?
- ¿De qué habla?
- Uno de nuestros hombres apareció muerto esta mañana. Había huellas de pasos que iban en dirección a la cueva de su clan. ¡Si es su manera de advertirnos, también podríamos tomar represalias!
- No sé nada de ésto. Voy a avisar a nuestro jefe. Tendrán pronto noticias.

Y el hombre se fue.




Lucio Rossi acababa de dictar instrucciones cuando su secretaria le avisó que el gerente de la compañía eléctrica Electrabel lo llamaba. Tomó la comunicación.

- Señor Rossi, acabo de saber que su empresa pidió el retiro de los medidores eléctricos y, por lo tanto, la desconexión de nuestra red. ¿Piensan operar sin electricidad?
- En absoluto. Tenemos ahora suficientes paneles solares para proveer todas nuestras instalaciones. Por lo tanto ya no necesitamos de sus servicios.
- Debo recordarle que tenemos la concesión exclusiva de toda la producción eléctrica con fines comerciales. Desde este punto de vista, consideramos que su decisión es ilegal.
- ¡Nada de ésto! No comercializamos la electricidad que generamos: la utilizamos y aportamos por lo tanto a los esfuerzos mundiales de reducción de la contaminación y de substitución de fuentes energéticas.
- Pero utilizan esta electricidad en su red de cables. Ésto es comercialización.
- Comercializamos los canales de comunicación. Los flujos de señales son producidos por nuestros clientes.
- Pero uds los reproducen y amplifican con su propia electricidad. Ésto es ilegal.
- Parece ser su punto de vista, pero no el nuestro.
- Entonces deberemos reclamar una compensación ante los tribunales.
- Ésto es asunto suyo. Si nos demandan, responderemos.
- Entonces, avise a sus abogados para que se preparen. Adios, sr.Rossi.
- ¡Adios!

24/11/09

2020 AC-DC #5

2020 AC 2020 DC
Zihjt se fue a buscar al jefe del clan. Le rindió cuenta de lo que había observado y le mostró la pequeña espina.
- "Hoofd, la única cosa que parece haber herido a Adhir es esta pequeña espina. ¿Algo tan pequeño puede producir la muerte?"
- "¡Debemos preguntarle al chamán!"
Éste miró la espina y se rascó la cabeza.
- "Es una aguja de pino, pero afilada y untada con algo que podría ser un veneno. Nunca había visto ésto. Este color blanco no puede ser de la espina: fue colodo por alguién. Proviene quizás de una planta que mata. Porque como hay plantas que curan, las hay que pueden matar. Les sugiero atrapar vivo a algún animal en la próxima caza y pincharlo con esta aguja. Sabremos entonces si fue lo que mató a Adhir."

El chamán le estaba devolviendo el dardo a Zihjt cuando unos niños pasaron corriendo detrás de él y lo atropellaron, lo que hizo que pinchara a su interlocutor en la mano. Zihjt retiró la mano por reflejo y la miró. Iba a decir algo, pero las palabras se le atragantaron. Su vista se enturbió y sintió que su cuerpo se paralizaba. Sus pulmones de bloquearon y perdió el conocimiento, cayendo al suelo. Su corazón dejó de latir.

Dagent hizo entonces una copia de los códigos anormales y la instaló en otro computador para tratar de reprodcir lo que había ocurrido realmente. Por seguridad y para documentar su investigación, puso en marcha la cámara de alta definición sincronizada con la nueva pantalla, que filmaría ésta al mismo tiempo que lo vigilaría a él mismo. Luego lanzó el software pirata reconstituído. Los últimos parámetros de flujos de CC-5 aparecieron para luego dejar lugar a una imagen: un vampiro que batía las alas y un mensaje que decía "Juege conmigo: 1=Sí 2=No". En su otra pantalla, Dagent vió que Danloy había marcado varias veces el 2. Hizo lo mismo. Cada vez volvía la misma imagen y el mismo mensaje. La otra pantalla mostraba que Danloy había probado todas las formas de escape posibles. Los reprodujo también, uno por uno. Luego apareció una imagen rotativa que lo hipnotizó rapidamente. Hubo una ráfaga de relampagos que lo cegaron y perdió el conocimiento. La secuencia de códigos externos había llegado a su fin.




Zihjt había caído y no se levantaba. El chamán lo examinó pero sabía ya que el pequeño dardo acababa de matarlo del mismo modo que Adhir. Pero era inconcebible que Adhir se hubiese pinchado él mismo. Por otra parte, como lo había explicado Hoofd, las huellas examinadas por Zihjt no llegaban hasta el lugar donde se había desplomado, a una decena de pasos de la cueva y a una centenar del bosque. Y el chamán no conocía ningún instrumento capaz de lanzar agujas a tal distancia. ¿Entonces: de dónde había llegado el dardo y cómo?











Fue Edward Weinbraith, el adjunto de Dagent, que encontró a éste una hora más tarde, cuando vino a informarle de su inspección en los otros departamentos de la empresa. Avisó de inmediato al gerente del nuevo fallecimiento y éste llamó otra vez al comisario Trompel. Mientras esperaba a éste, ordenó a Weinbraith de retirar la memoria de la cámara especial que había instalado Dagent y lso dos la miraron en otra máquina. Dagent había comentado en voz alta todo lo que había hecho, lo cual les permitió seguir paso a paso el desarrollo de su investigación y de ver la secuencia hipnotizante y la ráfaga de relámpagos sin ser afectados por éstos por cuanto ocupan solo una parte de la pantalla.

Cuando llegó Trompel, después de mostrarle la oficina de Dagent y el cadáver, le mostraron la grabación, explicándole los aspectos técnicos de los comentarios de Dagent. Todos estuvieron de acuerdo en concluir que los relámpagos debían ser la causa, directa o indirecta, de la muerte de Dagent y Danloy. El informe del médico legista que había examinado el primero y que Trompel recibió unas horas más tarde venía confirmar esta hipótesis.

17/11/09

2020 AC-DC #4

2020 AC2020 DC

Como las últimas nieves se habían derretido pocos días antes y que había llovido al inicio de la noche, el terreno donde se terminaba la roca del acantilado estaba aún fangoso. Zihjt recorrió un centernar de metros en el borde inferior del acantilado, delante de la cueva. Había huellas de los movimientos de la tribu el día anterior, pero ya eran a penas visibles, borradas por la lluvia. Sin embargo, también había huellas frescas que se dirigían hacia el riachuelo, lejos del camino que el clan utilizaba habitualmente para ir a recoger su principal bebida. Iban en la dirección de otro contrafuerte rocoso, donde sabía que el Clan del Ciervo tenía su cueva. Eran numerosas y calculó que cuatro hombres debían haber pasado por ahí, en los dos sentidos, sin duda después del término de la lluvia nocturna y antes del amanecer. Solo podían ser los asesinos, qui debían haber caminado después dentro del agua, ya que no había huella más allá. ¿El clan del Ciervo habría hecho una incursión durante la noche? ¿Pero por qué? ¿Y por qué Adhir se había levantado y había salido? ¿Por qué nadie lo sintió? ¿A qué hora ocurrió? Su cuerpo estaba frío y rígido. Calculó que, por lo tanto, había pasado al menos la quinta parte de la noche desde su muerte.













Dagent conectó su computador al sistema de supervisión de la actividad de los controladores y llamó la secuencia de CC-5 desde las 4.30 de la mañana. En su pantalla, una columna mostraba los parámetros que habían sido grabados minuto a minuto y otra la actividad del operador. A las 4 con 48 minutos, el canal V18 había cído por debejo de los parámetros normales y el operador había verificado que uno de sus servidores había fallado, pero el servidor de respaldo se había puesto inmediatamente en marcha. Por lo tanto, no tuvo que intervenir manualmente. A las cinco exactamente, cosas totalmente anormales empezaron a aparecer en la pantalla: líneas de código, numerosas, que no correspondían a nada esperable, en la primera columna. Y en la de respuesta del operador respuestas sí-no acompañadas de movimientos y clics del ratón. Al cabo de quatro minutos todo volvió a la normalidad en la primera columna y la segundo quedó vacía.

La primera conclusión era, por lo tanto, que había habido una intrusión en el sistema de control. ¿Pero de donde provendría? El sistema de control de flujos era uno de los mejor protegidos, en el seno de una empresa donde las normas y procedimientos de seguridad eran ya de los más elevados del planeta. Dagent pasó al registro de control de acceso al sistema de vigilancia de flujos. Todas las entradas eran las de los operadores cuando se habían hecho cargo de su turno, a los once de la noche anterior. Excepto una. Había una entrada a las cinco de la mañana, pero su identificación había sido borrada. Ésto significaba que un hacker había podía traspasar el corta-fuego, introducir un "virus" y luego borrar su entrada. Debía ser muy experto para lograr esta hazaña.

Zihjt volvió a examinar las huellas de pasos fuera de la cueva. Parecía un grupo de personas, pero había algo extraño. Comparó las huellas que iban en la misma dirección y descubrió la anomalía: eran exactamente las mismas, en las dos direcciones: debían ser de un solo hombre que quizo hacer creer que había pasado un grupo. De lo contrario, debería haber diferencias en la forma de las huellas. ·Ésta es una treta inteligente" pensó. "¿Pero por qué?" ¡Otra pregunta más!

Examinó de nuevo el río y lo siguió por varios centenares de metros: no salía de él ninguna huella y, en realidad, no lo esperaba. Estaba persuadido ahora de que todo había ocurrido entre el río y la cueva. ¿Habría un asesino en el clan? ¿Y conocería una nueva arma?

Como el procedimiento normal solo podía mostrar los códigos transmitidos y no el estado de la pantalla del operador, Dagent pensó que quizás no fuese lo que Dagent había visto. Una primera forma de verificarlo sería de ver sincrónicamente las imágenes tomadas por la cámara de vigilancia. Las llamó por lo tanto en otra pantalla e hizo partir los dos registros cinco minutos antes de las cinco. La cámara mostró efectivamente una variación anormal de los colores de la pantalla que estaba observando Danloy, como si hubiese mirado fotos o televisión, durante los cinco minutos fatídicos.





10/11/09

2020 AC-DC #3

2020 AC 2020 DC

Zihjt fue a examinar el muerto. Como no observó ninguna herida, postpuso un examen más a fondo y consideró más urgente estudiar el trayecto que había seguido Adhir. Esperaba poder determinar si había salido porque se sentía mal y si alguién lo acompañaba. Volvió así a examinar la salida de la cueva y la zona del fuego. Encendió su propia antorcha para ver mejor el recorrido que el muerto debió efectuar desde su estera hasta la salida, examinando el suelo con cuidado. Había varias huellas, pero difíciles de apreciar porque había poco polvo en el suelo de piedra y varias personas ya habían hecho el mismo trayecto. Y como todo el clan empezaba sus actividades, mientras más avanzaba, más huellas se mezclaban donde eran visibles. Así, no pudo observar nada anormal. ¿Por qué había salido Adhir antes de la hora habitual? ¿Y de qué había muerto?























Dagent aseguró la entrada a los policías y se quedó a distancia mientras observaban el muerto y el técnico hacía lo necesario para encontrar huellas digitales y otras posibles pistas físicas. Las pantallas estaban apagadas: no servirían de nada a la policía, que debían recurrir a los propios técnicos de Ethercom cuando los delitos informáticos en la red eran demasiado complicados.

Las únicas huellas que encontraron en el teclado y la pantalla principal eran las del mismo Danloy y un dedo de Lapit. El resto estaba limpio. Y como el sistema acondicionado filtraba el polvo y que los empleados de esta zona vivían en el complejo, no había huella de pasos. Si alguién hubiese venido del exterior -y franqueado los controles-, podría haber dejado alguna huella, pero no era el caso. Haría falta la autopsia para determinar la causa de muerte de Danloy. Por ahora, parecía una muerte natural. Después de la toma de fotos de rigor, Trompel llamó a los camilleros, que se llevaron el cuerpo a la morgue.

- ¿Tiene alguna idea de la hora de muerte de este hombre? -preguntó el inspcetor-. Estoy seguro de que puede saber facilmente a qué hora dejó de trabajar.
- Tenemos en efecto un registro de actividades en otra máquina. También tengo en este momento a un experto analizando los videos de seguridad de esta lugar y de los entornos. Si me acompaña a mi oficina, puedo llamarlo para que nos informe.
- Vayamos allá.

Una vez llegados, Dagent llamó al encargado de revisar los videos. Éste confirmó que nadie había entrado en CC-5 antes de la llegada de Lapit. Y Danloy parecía haber tenido un episodio de hiperactividad durante cinco minutos a partir de las cinco de la mañana; luego había quedado totalmente inmóvil. Ésta debía ser, por lo tanto, la hora de su deceso o, en todo caso, de lo que lo había provocado. ¿Era la consecuencia de ese período de hiperactividad? ¡habría que analizar los registros de seguimiento de las operaciones de CC-5 a esa hora.
Zihjt volvió a examinar Adhir con mayor cuidado. Ya sabía que no había ninguna herida a la vista. También sabía que el hombre tenía buena salud, al menos hasta el día anterior. Poco antes lo había acompañado en la última caza y no había demostrado cansancio alguno. Era aún joven y vigoroso. Revisándolo encontró clavada en su cuello una pequeña aguja de pino. La sacó con cuidado y vió que tenía una punta extremadamente afilada y de color blanco, mientras el resto tenía color verde. La guardó en un pedazo de piel curtida y siguió explorando el cuerpo. Pero no encontró nada más.







El médico legista inició la tarea de la autopsia con sumo cuidado et muchas dudas: no encontró ningún signo externo que pudiese ayudarlo. El sujeto era un hombre joven, de unos treinta años, y claramente en buena forma física. Sin duda hacía regularmente deporte, lo cual podría sin duda ser confirmado por la empresa. El estudio de los órganos internos le confirmó esta opinión: estaban todos perfectamente sanos, excepto quizás el cortex visual, donde el microscopio le hizo surgir algunas dudas. Con la mayor ampliación, pudo ver que el estado de las neuronas era tal que el hombre debió estar ciego en el momento de su muerte. Realizó un análisis químico, pero éste no reveló nada anormal. Era al nivel del citoesqueleto de las células (su envoltura) que se había producido un cambio increíble: se había solidificado y no podía dejar pasar el flujo normal de iones. Nunca había visto ésto en un cadáver ni en la literatura médica. Llamó por teléfono al mejor neurólogo que conocía, el cual le confirmó que era un caso absolutamente excepcional. ¿Cómo saber lo que había provocado este cambio?

Decidió congelar el cerebro y los ojos de la víctima, para conservarlos lo mejor posible para una investigación futura. Luego redactó su informe y lo envió al inspector Trompel.

3/11/09

2020 AC-DC #2

2020 AC 2020 DC
Como no podía hacer nada por él, el deber de Erham era avisar enseguida el jefe del clan. Regresó al interior de la cueva y se dirigió al rincón más alejado, donde el jefe tenía su estera. Éste acababa de despertar, y lo puso al tanto.
- ¿Quién es? -preguntó. 
- Es Adhir.
- ¿Y qué hacía afuera?
- No tengo idea. Era mi turno de reactivar el fuego. Dormí cerca y no lo oí salir.

- Vuelve a la entrada. No dejes que nadie se acerque, para no borrar indicios. A la pasada, llámame el heraldo: le diré de avisar a todos de lo que deben hacer. Y voy a pedir una reunión del Concejo de Sabios para nombrar un investigador y preparar el entierro.

Como no podía hacer nada por el muerto, el deber de Lapit era, ante todo, de asegurar la red.
Reactivó la pantalla y verificó los parámetros de todos los canales: eran felizmente normales para el período que podía visualizar. Pero haría falta una investigación más exhaustiva remontando en el tiempo hasta el momento en que su colega había perdido el control. Manteniendo un ojo sobre la pantalla, según las normas, dictó el código de alerta que activó el teléfono.
- Central de alertas -respondió una voz, en el parlante de la sala-. ¿Cuál es la emergencia?
- Al entrar aquí, acabo de encontrar muerto al operador de noche de la celda de control CC-5. Los parámetros actuales de los flujos están OK. Echen a andar los procedimientos que correspondan.
- Avisamos a Seguridad. Evite tocar lo que sea. Pasamos en control de flujos de CC-5 a CC-15. Puede ir allá para hacer su trabajo.
- De acuerdo. Solo toqué la tecla de reactivación de la pantalla. Ahora me voy.

El Concejo, formado de cinco ancianos, todos de entre 28 y 30 años por cuanto pocos eran los que sobrepasaban esa edad, se reunió de inmediato y decidió en cargar a Zihjt la investigación de lo ocurrido. Se consideraba a Zihjt como el mejor seguidor de pistas del clan.El servicio de seguridad bloqueó de inmediato el acceso a CC-5 excepto para sus propios hombres. En un caso tan grave, debían necesariamente avisar a la policía pero había hartas otras tareas que solo investigadores internos podrían realizar: analizar los sumarios electrónicos de las actividades internas y de la red que podían estar vinculadas a CC-5 y a Danloy, revisar los videos de seguridad de las salas y pasillos, etc. Así, el análisis interno se encargó al ingeniero Maurice Dagent. Una hora después, éste acompañaba al inspector Joseph Trompel y al técnico en huellas de la Policía Juidical a la celda 5.

27/10/09

2020 AC-DC #1

2020 AC-DC

Historias paralelas en dos tiempos

Éste es un ensayo de aplicación de un mismo guión básico en dos períodos históricos muy distantes.

Estamos, por una parte, en 2020 AC (Antes de Cristo), al final del período neolítico, en una zona de bosques que, mucho más tarde, serían las Ardenas belgas. En el neolítico, los hombres pasan progresivamente de una economía de predación (caza, recolección) a una economía de producción (agricultura, ganadería). Donde estamos, los hombres viven todavía de la caza de grandes piezas en el bosque constituído de hayas, robles, avellanos et algunos pinos en las zonas más rocosas. Según la estación, recogen también avellanas en el bosque y moras en los bordes de los ríos. También limpiaron un campo, donde cultivan trigo y cebada, entre un pequeño río y la cueva que les sirve aún de abrigo.

Estamos, por otra parte, también en el año 2020 DC (Después de Cristo), en plena era de la información y de la informática, en Rochefort, en las Ardenas belgas, una pequeña ciudad al borde del río Lesse. Los habitantes viven sobre todo del turismo y también de una empresa de telecomunicaciones por cable que propulsó la actividad comercial de la zona y que se instaló en la parte alta de la ciudad, no lejos de su antiguo castillo.

2020 AC 2020 DC
Era la hora de levantarse. El alba despuntaba y el sol no tardaría en aparecer en el horizonte. Dentro de poco, cuando la luz penetre en la gran cueva que lo cobijaba, el Clan del Oso comenzaría a agitarse. Con la luz, se podrían admirar las pinturas ancestrales de animales que nadie era capaz de reproducir hoy. Este arte se había perdido hacía siglos. A veces los niños jugaban agregando el contorno de sus manos, trazados con carbón, o algunos dibujos muy elementales, pero el tiempo los borraba rapidamente.

Erhem se estiró, acomodó la piel que le servía de ropaje y se acercó a la entrada para ver el estado del fuego del cual debía ocuparse ese día. Como previsto, aún había suficientes brasas para reanimarlo rapidamente, lo cual permitiría a las mujeres cocer las galletas del desayuno. Gustaba de mirar el surgir del sol en el horizonte, más allá del bosque que se extendía hasta donde la vista alcanzaba. ¿Habría algo aún más lejos? Nadie lo sabía. Los que se lo habían preguntado y habían intentado averiguar la respuesta nunca habían vuelto.

Digió luego la vista hacia el valle y el bosque más cercano, pensando en la caza que deberían iniciar el día siguiente, porque las provisiones de carne se terminarían hoy. Las dificultades no se limitaban a la astucia de los animales: la existencia de otro clan que pretendía usar el mismo coto de caza era una complicación mayor. Debían a todas costas evitarlo ya que, de lo contrario, podría haber una sangriente batalla.

Pasando al lado del fuego, salió al exterior y su mirada fue atraída por una forma alargada en el suelo, unos pasos más allá. Reconoció de inmediato que se trataba de un cuerpo. ¿Habría salido alguién antes que él? ¿Pero por qué estaría acostado en el suelo, afuera? Se acercó y lo empujó, pero sin observar reacción alguna. Como el hombre estaba de lado, lo puso de espaldas y vió que estaba blanco como nieve e igual de helado. Muerto. Sin embrago, no había estado enfermo. No era normal. Debía avisar al jefe del clan.
Eran las seis de la mañana. El sol iba a levantarse y el alba ya estaba clara. Pero nadie se habría dado cuenta de ello en los locales de Ethercom, en la gran propiedad que poseía la empresa en la meseta de Rochefort, no lejos del antiguo castillo que dominaba la pequeña ciudad al borde del río Lesse. Todo estaba iluminado con ampolletas LED de bajo consumo, alimentadas por las baterías cargadas durante el día por las celdas solares que cubrían toda la superficie externa del enorme edificio. Edouard Lapit se estiró, saltó de su catre, se duchó rapidamente para luego ponerse el short y la camiseta con el logotipo de Ethercom. Debía primero que todo verificar los datos del programa de vigilancia del estado del sistema central, lo que podía observar en la pantalla de su cuarto. Como lo esperaba, los prámetros estaban dentro de los márgenes de seguridad. Pasó entonces a la cantina para desayunar y se fue luego a la celda de control de flujos. Ese trabajo era complejo y absorbente. La megared mundial se veía constantemente agredida por intrusos que intentaban apropiarse de los canales, las más de las veces para actividades ilícitas, lo cual causaba millones de euros en pérdidas para Ethercom. Parar estos ataques era una batalla de nunca acabar en la celda de control de flujos.

Como ninguna alerta había sonado durante la noche, todo debía estar en orden y prodría tomar el lugar de su colega Julien Danloy, del turno nocturno, para monitorear el flujo diurno. Le detector de la puerta de entrada reconoció el chip de radiofrecuencia RFID que llevaba implantado en el brazo y le abrió el paso. Se acercó a su colega, que no se movía, y se sorpendió al ver que la pantalla prinncipal estaba cubierta por el protector electrónico, esconndiendo las operaciones en curso. ¿Dormiría Danloy? Ésta era una falta grave. Lo llamó entonces, pero no obtuvo respuesta. Empujó la silla, haciéndola girar y vió que su colega estaba páido, inmóvil y con la cabeza caída hacia el pecho. ¡Muerto!

20/10/09

La herencia 8.3.

El detective concurrió a Schiphol el día siguiente. Fue interrogado por un procurador acerca de su secuestro. Como ex-policía, pudo dar numerosos detalles técnicos que facilitaron la declaración y, después de firmar la transcripción, fue notificado de que podía retirarse y, si lo deseaba, abandonar Holanda. En caso de requerirse nuevamente su presencia, se le convocaría a través de la Policía Judicial Federal belga. Volvió entonces a su hotel, desocupó su habitación y pagó su cuenta, pasó a almorzar y luego se dirigió nuevamente a la Estación Central donde abordó un TGV para volver a Bruselas.

Llegó tarde a Bruselas porque tuvo que esperar dos horas en la estación de Amsterdam para tener un asiento en el TGV, y se fue a su casa. Cansado, se duchó, cenó con lo que le quedaba en el refrigerador y se acostó. El día siguiente se fue a la oficina de Servais. Éste ya había recibido un breve informe de Wienants tanto acerca del allanamiento de Internationaal Systeem como acerca del atentado contra Trompel.
- Así que no lo pasaste muy bien en Amsterdam -le dijo.
- Empezando por Wienants, que pensó que no servía de nada lo que le había ido a contar. Casi me echa a patadas de su oficina.
- Pero al final te creyó.
- Porque "por suerte" me secuestraron. Pero por poco termino en un canal. Menos mal que una patrulla policial pasaba por ahí.
- Y todo encajó: el hackeo a Lamercan, la visita de Teplisty, la advertencia para tí bajo el muerto de la casa de Lefranc y, probablemente, el asesinato de Guido Lefranc.
- Y no me extrañaría que todo siguiera siendo una asunto de tráfico de drogas.
- Estoy de acuerdo. Pero habrá que esperar ahora lo que encuentren la policía holandesa e Interpol.
- ¿Y aquí, no hay novedades?
- Nada. Todo depende ahora de Amsterdam ya que Teplisty fue arrestado allá.
- Bien. Estaré a la espera de las noticias. Ojalá todo termine pronto. Llámame.
- No lo dudes: te mantendré al tanto.

Y se despidieron.

Dos días después se supo que el otro asaltante de Trompel en Amsterdam era fichado como "soldado" -es decir ex-subversivo al servicio de los narcotraficantes- en Santiago de Chile. La información se recibió de Chile vía Interpol pero no había registro de su ingreso en las fronteras europeas. Era un inmigrante ilegal que habrá llegado, probablemente, en un barco mercante y se habrá «colado» en algún puerto europeo. 

La policía holandesa también había visitado las bodegas que administraba la Internationaal Systeem y había descubierto una remesa de varios kilos de cocaína en una de ellas. Sin duda la camioneta blindada también servía para el transporte de la misma y los guardias de seguridad para vigilar los transportes y las entregas. La empresa era una fachada ideal para este tipo de negocios.

Cuando lograron decriptar los archivos de los computadores, encontraron planillas de cálculo que daban cuenta de importantes movimientos de fondos, muy superiores a las actividades reales de esa pequeñísima empresa. Y la explicación final de las referencias a Andorra: tenían allá una cuenta en un banco local, bajo el nombre holandés, razón por la cual InterSystem era desconocida. Andorra era un pequeña paraíso fiscal pero, al estar dentro de la Unión Europa, se veía cada vez más presionada para abandonar el secreto bancario en los casos criminales, por lo que dió a conocer los movimientos de esa cuenta. Pasaban por ella millones de euros que se enviaban hacia otros paraísos fiscales como las Bahamas y las Islas Caimán. Recibía muchos depósitos en efectivo pero también transferencias desde el banco ABN holandes, el Fortis de Bélgica y el Deutsche Bank de Alemania. Interpol investigaría a los dueños de esas cuentas. Pero acerca de los destinatarios no se podía hacer nada. En el Caribe protegían sus clientes contra viento y marea.

Por el hecho de que Internationaal Systeem servía a las tripulaciones de LAN-Perú, se decidió controlar mejor a éstas en el aeropuerto de Schiphol y se advirtió también a la policía española que hizo lo mismo en Barajas. Una semana después, varios tripulantes de LAN-Perú fueron detenidos en Madrid, acusados de transportar cocaína. A raíz de esta detención, la policía peruana -alertada también- realizó varias arrestaciones en Lima y luego en el Cuzco, entre otros de traficantes bolivianos. Así, era toda una red la que había sido expuesta, desde Bolivia hasta Holanda. Se terminaba de destruir la red que ya había sido desbaratada entre La Paz y Santiago a raíz del asesinato de Guy Lefranc y del secuestro de Jef Trompel.

Interpol no encontró antecedentes acerca de Teplisty. Fue condenado como primerizo por tráfico de droga y tentativa de asesinato contra Jef Trompel. Pero no se pudo probar su participación en la muerte de uno de sus probables cómplices o competidores en la casa de Lefranc en Bruselas. Para reducir -mínimamente- su sentencia denunció a sus cómplices en Holanda y, de este modo, se identificó y castigó al cracker que había intentado penetrar en el sistema contable de Lamercan.

FIN

13/10/09

La herencia 8.2.

Trompel no pudo contactar a la oficial: ya había abandonado su oficina. El día siguiente, después de tomar desayuno en el hotel, llamó de nuevo a Wienants. Ésta ya estaba al tanto de la agresión de la tarde anterior. Y ya tenía algunas informaciones al respecto. Habían descubierto que el chofer de los asaltantes, que había resultado herido, era el mismo que conducía habitualmente a los tripulantes de la línea aérea Lan Perú, línea que cubría la ruta La Paz, Lima, Madrid, Amsterdam. El vehículo pertenecía a una firma de seguridad llamada Internationaal Veiligheid Systeem Gezelschap. Los dos detenidos que habían secuestrado a Trompel no eran conocidos de la policía local. Fueron fichados y se enviaron los datos a Interpol. Lo que le pareció más significativo era que el número IP investigado, de donde se había tratado de estafar a Lamercan, pertenecía también a esa empresa. Reconoció que el belga había tenido razón al considerar que el hackeo podía estar relacionado con los otros casos y le dijo a Trompel que lo pasaría a recoger a su hotel para ir, junto a otros dos agentes, a visitar la empresa involucrada.

Mientras la esperaba, el detective asoció el nombre holandés con el que había dado Teplisty: InterSystem debía ser un condensado de Internationaal Systeem. Y si atendían tripulantes que viajaban de La Paz a Amsterdam, podía haber ahí otra pista apuntando al tráfico de drogas. Aunque se decía que la droga fluía libremente en Holanda, no era totalmente cierto. Lo era solamente para las drogas "blandas" como la marihuana, y había muchos programas orientados a la rehabilitación de drogadictos. Pero las drogas duras, como la cocaína y la heroína estaban prohibidas y el tráfico sancionado. Aunque, dada la importancia de sus puertos, el país era un lugar importante del tráfico europeo.

Un cuarto de hora más tarde, la inspectora Wienants recogía al belga y, junto a los demás agentes, se dirigían hacia Pakhuis Amsterdam, donde estaba la empresa que habían identificada. En el camino le contó lo que ya había averiguado de ella: oficialmente ofrecía servicios de seguridad a centros comerciales y medianas empresas, lo cual incluyía guardias de seguridad, camionetas blindadas y sistemas electrónicos así como software de protección de sistemas computacionales. Sin embargo tenía muy poco personal: no más de unas diez personas, lo cual no se condecía con su balance comercial que correspondía a una cifra de negocio de varios millones de euros. Ésto era sospechoso.

Las sospechas aumentaron cuando llegaron a la dirección de la empresa, en Jollemanhof, justo encima de las oficinas de Greenpeace Nederland. Las oficinas no representaban en absoluto lo que se esperaría de una empresa de su categoría. Apenas una recepción, una oficina para el gerente, mínimamente amoblada, otra con computadores para dos empleados, y una pequeña sala de reunión. El gerente no estaba y la recepcionista se vió obligaba a mostrar los locales y a dejar a los agentes urguetear por todas partes. No se veía ningún archivador: todo debía estar en los computadores. 

Encerraron en la pequeña sala de reunión a las dos personas que trabajaban en estas máquinas. Los dos agentes, especialistas en computación, se intalaron entonces en los equipos y los empezaron a revisar, ubicando de inmediato el que había sido el punto de partida del ataque a Lamercan. 

La inspectora Wienants, entre tanto, interrogaba a la secretaria-recepcionista acerca de la firma y de sus jefes. No fue sorpresa para Trompel que dijera que el gerente se llamaba Karl Teplisty. El belga preguntó entonces si usaban a veces el nombre de InterSystem y ella contestó que era el que usaban en forma habitual para los contactos fuera de Holanda. Le preguntó si tenían una oficina en Andorra y ella contestó que nunca había oído hablar de ésta.

Los ciberdetectives anunciaron a su jefe que habían encontrado numerosos archivos encriptados en los dos computadores. Sería necesario llevarlos a su laboratorio para analizarlos con calma y con programas especiales para tratar de traducirlos. Desconectaron entonces todos los periféricos y se aprestaron a llevarse las CPUs. Wienants siguió con el interrogatorio de la secretaria. No sabía nada de los socios financistas de la empresa. La mujer le confirmó los tratos habituales con las tripulaciones de LAN-Perú y le dió la dirección de unas bodegas que ellos ofrecían en arriendo a terceros, "con altas medidas de seguridad". También entregó sus listín telefónico, con una lista muy corta de clientes habituales.

Mientras tanto, los otros dos agentes habían ido a interrogar a los operadores de los computadores. Uno declaró ser contador y el otro un mero operador, encargado de supervigilar las operaciones y el personal cuyo servicio ofrecían a terceros, como los choferes y los guardias de seguridad. Había un chofer de automóvil -el que había resultado herido en el asalto a Trompel- y un chofer de camioneta blindada, destinada al transporte de valores, así como una docena de guardias de seguridad que trabajaban en un pequeño centro comercial cercano. Los nombres, direcciones, y actividad estaban registrados en su computador y la policía encontraría ahí los datos. Sabían sin embargo que trabajaban otras personas en los computadores, las que no estaban registradas como miembros del personal. Concurrían por las noches y no los habían visto nunca. Sabían de ellos únicamente porque se les había advertido de ello y por los archivos encriptados, acerca de los cuales se les había dicho que no hicieran preguntas. 

Los policías tomaron los nombres de las tres personas encontradas, verificaron sus domicilios y les ordenaron que no salieran de la ciudad. Y también que avisasen si llegaba el señor Teplisty, para quién dejaron una citación a presentarse a la oficina de Wienants. Iban a retirarse, llevándose los dos computadores, cuando entró un hombre.
- ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué se llevan nuestros computadores?
- ¡Policía! ¿Quién es ud?
- Soy Karl Teplisty, el gerente.
- ¡Queda ud detenido! Nos ha de acompañar para quedar a disposición del Ministerio Público.
- ¿De qué se me acusa?
- De intento de fraude informático y de complicidad en secuestro y asesinato.
- ¡Pero ésto es absurdo! No sé a qué se refiere.
- Lo sabrá cuando lo formalicen en el juzgado. ¡Acompáñenos!

Lo hicieron subir en el auto policial. Guardaron los computadores en la maleta. Todos subieron y el vehículo volvió al ayuntamiento. Mientras Trompel seguía a Wienants hacia su oficina, los otros hombres se llevaron a Teplisty en otra dirección.

La inspectora explicó que Teplisty sería llevado al complejo judicial de Schiphol. Ahí, en la cercanía del aeropuerto de Amsterdam, estaba el gran edificio de los tribunales y la cárcel en que se mantenían a los sospechosos durante las encuestas. Ahí, la seguridad estaba a cargo de la Koninklijke Marechaussee, la gendarmería real. La investigación local seguiría a cargo de un fiscal y de la policía judicial de Amsterdam. Pero en este caso, dado que se trataba -al parecer- de crimen organizado internacional, se designaría sin duda un equipo especial en el marco de Eurojust, el sistema de coordinación judicial de la Unión Europea. Se coordinaría con la PJF y el juez belga encargados del caso allá. 

Dado que había sido secuestrado en Amsterdam, se le pedía a Trompel presentarse el día siguiente en el Centro de Justicia de Schiphol para rendir oficialmente su testimonio al respecto. En cuanto a lo ocurrido en Bélgica, su testimonio debía ser recogido por el fiscal a cargo en Bruselas. El relato hecho ante la inspectora holandesa de lo ocurrido en el extranjero sería anexado por ésta como antecedente para establecer la internacionalidad y la gravedad del caso. Wienants prometió avisarle a su hotel la hora y la sala en que debería presentarse el día siguiente en Schiphol. También le comunicaría cualquier otra novedad acerca de la investigación.

Hacia las seis de la tarde, Trompel recibió el llamado de Wienants. Debía presentarse en Schiphol a las once del día siguiente, en la sala 301. También le contó que se había descubierto que uno de los agresores de Trompel era boliviano y había ingresado a España como empleado de InterSystem, con destino a Andorra, igual que el muerto en Bruselas. Aún esperaban de Interpol información acerca del otro. Sobre Teplisty no habían encontrado información y su identificación también había sido pasada a Interpol.

6/10/09

La herencia 8.1.


Capítulo 8

Trompel salió a las ocho de la mañana de la estación Midi. Después de cuatro horas en el Thalys, el tren de alta velocidad, desembarcó en la Centraal Station de Amsterdam. Decidió almorzar ahí mismo, desconfiando de los precios de su hotel. Luego abordó un taxi para hacerse conducir allí. En el camino, observó los turísticos botes panorámicos de techo de cristal que abundaban en los canales. Ya no le extrañaban las calles llenas de ciclistas, el medio de transporte más común y más famoso de Holanda. Llegó así rápidamente a la plaza Professor Tulp, donde está el hotel Amstel InterContinental, uno de los mejores de la ciudad, en un edificio que data del siglo XIX, en la ribera del río Amstel.

Subió la escalinata de piedra y entró por la puerta revolvente, se registró en la recepción y fue a dejar su equipaje en su habitación. Le llamó la atención la alfombra desgastada y algunas roturas en el revestimiento de madera de las paredes. ¡Increíble en un hotel de cinco estrellas! Luego salió y tomó otro taxi para ir al ayuntamiento, donde le habían dicho que estaba la oficina del inspector Wienants. El edificio comunal, por lo que sabía, estaba en la plaza del Dam, que quedaba bastante lejos aunque pudo llegar rápido, siguiendo primero el Amstel y luego por la avenida Rokin. Pero no encontró ninguna oficina en el antiguo edificio. Era un lugar turístico que databa de la Edad Media y sólo se podía entrar en visita guiada. El guardia le informó que todas las oficinas habían sido trasladadas a un nuevo edificio, el Opera Stadhuis, que estaba en la Waterlooplein, Amstel 1.

Volvió a tomar un taxi y rehizo en sentido contrario la mitad del trayecto que había seguido para venirse desde su hotel. Donde terminaba la avenida Rokin y comenzaba Amstel, cruzaron un puente y, justo al otro lado, estaba la plaza Waterloo y el enorme edificio nuevo con las oficinas municipales.

Lo mandaron al cuarto piso de un ala lateral. Ahí encontró una oficina con una chapa en la puerta que decía solamente "Wienants". Golpeó y, al oír "Binnen", entró. La oficina, con mobiliario metálico barato y sin ningún tipo de decoración, tenía la pulcritud típica de las casas holandesas. Pero lo que más lo sorprendió fue la figura sentada detrás del escritorio: el inspector principal Wienants era una mujer fornida, de pelo rubio corto y ojos verdes.

Trompel se presentó. La inspectora lo esperaba y estaba al tanto del requerimiento relativo al computador desde el cual se había tratado de penetrar en los archivos y las cuentas de Lamercan. Explicó que la policía holandesa se componía de veinticinco cuerpos regionales diferentes, coodinados por el Korps Landelijke Politiediensten (KLPD) con sede en La Haya. Ella estaba a cargo de la unidad de delito informático de la rama judicial de la zona de Amsterdam. Había sido avisada por el KLPD a requerimiento de Europol, ya que se trataba de un asunto internacional.
- Me dijeron que ud me podía facilitar muchos antecedentes acerca de este caso y que la intrusión podría estar relacionada con un caso de secuestro y asesinato. ¿Me puede poner al tanto de los detalles? -le preguntó, después de confirmarle de que esperaba tener ese mismo día la información relativa al computador buscado, por lo que podrían allanar el lugar el día siguiente.
Trompel le resumió entonces al máximo lo ocurrido en Chile y Bolivia y le relató la visita del señor Teplisty a las oficinas de Lamercan, reclamando el mismo monto que se había exigido por el rescate de Guy Lefranc. También le relató las intrusiones en los dos domicilios de Antoine Lefranc y el descubrimiento del hombre muerto en uno de ellos así como su identidad y su relación con InterSystem y Teplisty.
- No entiendo la relación de todo ésto con el caso que tengo en mis manos -dijo la policía-. Para mí se trata de una tentativa de crackeo que no dió resultado y, por lo tanto, es un caso muy menor. Sólo al conocer el dueño del computador podríamos eventualmente descubrir algo más importante. Si no se trata meramente de algún chico genial que hizo un sondeo aleatorio.
- Pero debe admintir que todo gira en torno al señor Lefranc y que son múltiples los delitos relacionados.
- Los que me señala son delitos graves, en efecto, pero no me ha podido dar prueba alguna de que el hackeo esté relacionado con ellos. Sólo hay una coincidencia en el tiempo, que no constituye prueba de nada. Le agradezco su información pero, por ahora, no es relevante para mí. Yo pensaba que me traería pruebas más contundentes. Lamento que haya perdido el tiempo al venir hasta aquí. Si descubrimos algo importante, avisaremos a la policía belga. Gracias, señor Trompel. Hasta luego.

Algo ofuscado por el brusco término de la entrevista, Trompel se retiró y salió del ayuntamiento. En el fondo, debía reconocer que la inspectora tenía razón: la relación de la intrusión informática con los asesinatos era una mera hipótesis de trabajo.

Al salir del edificio se dió cuenta de que ya comenzaba a oscurecer. Calculó que su hotel debía quedar bastante cerca si tomaba la avenida Amstel, del mismo lado del río. Así que se fue caminando por la costanera, que estaba bien iluminada. El hotel quedaba un poco más allá del segundo puente. Al llegar al primero, el Magerebrug, un auto se paró delante de él cuando iba a cruzar la Kerkstraat, bloqueándole el paso. Dos hombres con ropa y lentes oscuros se bajaron velozmente, lo tomaron bruscamente de los brazos y lo empujaron en el auto. Luego, salieron a toda velocidad. ¡Lo secuestraban otra vez!

Obligaron a Trompel a hincarse en el piso del auto y agachar la cabeza. Le amarraron de pies y manos y le taparon la boca con cinta adhesiva. Mientras tanto, el vehículo seguía por la Kerkstraat, acercándose al Muidergracht que cruzó y luego siguió por varias cuadras, alejándose del centro. Avanzaron unas diez cuadras para deternerse luego en una zona solitaria. Arrastraron a Trompel fuera del auto y se preparaban a lanzarlo al agua del canal que ahí pasaba cuando se oyó una sirena. Era un auto-patrulla policial que se acercaba a toda velocidad. El esfuerzo que debían hacer los delincuentes para lanzar a Trompel era demasiado importante para que lo hicieran con rapidez. Prefirieron entonces dejarlo caer al borde del canal y trataron de subir de vuelta a su auto para arrancar, pero la patrulla les bloqueó la pasada y los agentes, arma en el puño, les gritaron que se detuviesen. Mientras los atacantes saltaban al auto, su chofer puso la marcha atrás, para tratar de evadirse de todos modos, pero los policías dispararon a través del parabrisas, hiriéndolo gravemente. Los otros dos hombres huyeron entonces a pie, pero una segunda patrulla se acercaba ya y les cortaba el camino. No tuvieron más remedio que rendirse. Entre tanto, un policía del primer vehículo se había acercado a Trompel, lo liberaba de sus ataduras y le preguntaba quien era. Indicó rapidamente lo que hacía en Amsterdam y su contacto con la inspectora Wienants.

Después de un breve conciliábulo entre los dos grupos de policías, la segunda patrulla partió con los detenidos. Después de señalarle que debería rendir testimonio ante la justicia, para lo cual lo convocarían en uno o dos días más, el hombre que había liberado a Trompel le ofreció llevarlo a su hotel, pero debían esperar primero la llegada de la ambulancia para recoger al malhechor herido. Trompel preguntó si el hotel quedaba lejos y le dijeron que, después de cruzar el canal, quedaba a unas seis cuadras, por la Sarphatistraat. Les dijo que, en este caso, podía seguir perfectamente a pie y que ello le serviría para pensar en lo ocurrido. Llamaría a Wienants al llegar, para analizar con ella lo sucedido. ¡Ésta vez había un delito grave sin duda relacionado con los otros!

29/9/09

La herencia 7.2.

Al mediodía siguiente, Trompel recibía en su oficina un llamado de Servais.
- No hemos identificado aún el muerto, pero ya sabemos que murió de una sobredosis de droga. Y tenía una herida cortante en la pierna. Debe haber estado en tu casa de Spa, porque su tipo de sangre corresponde al que se encontró allá. El análisis del ADN podrá confirmarlo. Pero acabamos de enterarnos de otra cosa. El viernes, un hombre elegante se presentó en la oficina de la empresa Lamercan S.A. de la cual Lefranc era el principal accionista y presentó un documento según el cual el mismo Lefranc, como representante de Lamercan, le debía la cantidad de un millón de dólares. Reclamaba el pago que, según el documento, debería haberse realizado hace una semana. El gerente desconocía la deuda así como la empresa que ese hombre representaba, llamada InterSystem Ltd, con sede en Andorra. El gerente le informó de la muerte de Lefranc y le sugirió contactar al notario encargado del testamento. También tuvo la precaución de sacar una fotocopia del documento, que le pareció bastante sospechoso porque sabía que era casi la totalidad del capital que Lefranc mantenía invertido en Lamercan. El desconocido dejó una tarjeta con el nombre de Karl Teplisty, gerente de InterSystem, con una dirección de e-mail y un teléfono. Un teléfono que hoy no contesta.

No se nos habría avisado de no ser porque el empleado a cargo de la seguridad de los sistemas digitales de Lamercan descubrió esta mañana un intento de intrusión en los computadores de la empresa. Intentaron penetrar en el sistema financiero y ordenar una transferencia por el mismo monto. Tienen un muy buen sistema de detección y rastreo, que registra todo lo que intenta hacer el hacker pero lo deja aislado de la información real. De este modo es posible saber lo que desea y se trata de identificar el origen del ataque. Hemos enviado un experto de la brigada de delitos digitales para que analice estos datos.

Acabo también de llamar al notario y de prevenirlo. Teplisty no lo ha ido a ver aún. Si va, que lo tramite y lo haga volver, de tal modo que podamos estar ahí para interrogarlo. En realidad debió saber que Lefranc estaba muerto y por esto trató de embaucar al gerente. Luego trataron sin duda de hackear la empresa, quizás después de visitar sin éxito las dos casas de Lefranc. Te informaré más apenas haya novedades. Pero anda con cuidado, por si ese mensaje bajo el muerto es algún tipo de amenaza.

- Me pregunto de donde vendría. ¿Sería aún de La Paz o de Santiago? ¿Se habrían enterado de mis vínculos con Lefranc y me estarían buscando después de tanto tiempo?
- Quizás lo sepamos si descubrimos quién es el muerto y si arrestamos a ese Teplisty.
- De acuerdo. Estaré esperando tus noticias.

Un día después, Trompel recibía de nuevo una llamada de Servais.
- El muerto ha sido identificado. Se trata de un tal Gregorio Morán, oriundo de Potosí, en Bolivia. Como muchos sudamericanos, entró por Madrid y quedó fichado por la policía de frontera española, que es muy rigurosa en la admisión de inmigrantes. Se vino hace unos seis meses con un contrato de trabajo de InterSystem y se dirigía a Andorra. El contrato fue lo que le permitió entrar sin dificultad a España. Es probable, por lo tanto, que esté relacionado con el Sendero del Sol o los narcotraficantes bolivianos.

También hemos hecho averiguaciones en Andorra acerca de InterSystem. No existe ninguna empresa registrada allá con ese nombre. El número de teléfono de Teplisty tiene el código de área correcto pero el número local no existe. La dirección de e-mail corresponde a un servicio real, pero depende de un proveedor masivo de mails por web que dice no tener información más específica. Proporcionó sin embargo la dirección IP desde donde se envió el mensaje: es un computador que se encuentra en Amsterdam, la capital europea del narcotráfico. 
Arrestar aquí a Teplisty sería también del mayor interés. Tanto más que nuestros expertos han podido verificar que el contrato que presentó es totalmente falso, como lo pensaba el gerente de Lamercan. Espero que podamos interrogarlo pronto ya que fue a ver al notario hace unos minutos y éste le pidió que volviese mañana a las diez, para tener tiempo de estudiar el contrato y confrontarlo con las condiciones del testamento. Lo iré a esperar.

En cuanto al intento de intrusión en el sistema financiero de esta empresa, nuestro experto pudo rastrear el número IP del computador desde donde se realizó el ataque: se hizo desde el mismo computador de Amsterdam. Y para lograrlo, según nuestro especialista, hay que ser muy bueno, tener un muy buen programa y tomarse bastante tiempo. Avisaremos la policía holandesa para que lo investigue. El cargo por intento de defraudación electrónica es bastante importante allá, pero si podemos probar además el vínculo con el asesinato de Guy Lefranc será aún peor para los delincuentes. Quizás sea bueno que tú vayas a Amsterdam como delegado nuestro, de modo oficioso, para poder darles de primera mano todos los detalles que puedan requerir sobre lo ocurrido en Sudamérica. ¿Qué crees?
- Si me manda la PJF, aunque no sea en forma oficial, no tengo inconveniente. Se lo debo a los Lefranc.
- De acuerdo entonces. Voy a mandar un requerimiento oficial por Europol por lo de la intrusión electrónica con nuestras hipótesis relativas al crímen de Lefranc. Veré quién estará a cargo allá y le ofreceré tu visita. Si le parece bien, te lo confirmo.
- Bien. Esperaré tus noticias.

Un par de horas más tarde, Servais informaba a Trompel que el inspector holandés a cargo del asunto se llamaba Wienants, era inspector principal y tenía su oficina en el ayuntamiento. Lo estaría esperando el día siguiente. Podía tomar un TGV (tren de alta velocidad) a primera hora y estaría allá a la hora de almuerzo. El investigador hizo entonces la reservación por Internet. Luego buscó un hotel, para reservar una habitación para un par de noches. Se encontró con que había simultáneamente varios congresos en la ciudad y pocos hoteles tenían disponibilidad inmediata. Tuvo que reservar en el hotel Amstel, muy caro para él, pero no había alternativa en otro hotel suficientemente decente.

22/9/09

La herencia 7.1.

3ª Parte

Capítulo 7

El domingo siguiente, Trompel decidió ir a ver la casa de Spa. El notario le había dado la dirección y las llaves así como indicaciones de cómo llegar. En la Estación Central tomó a las ocho veinticinco de la mañana un tren expreso para Lieja y, ahí, abordó un bus que recorría la N62 hasta Malmédy y que pasaba así por Spa y Francorchamps. La casita estaba entre estos dos pueblos y el bus le dejó muy cerca, pero tuvo que subir a pie una larga cuesta. De arriba y de la casa se tenía una vista estupenda de una parte del circuito de carreras automovilísticas de Francorchamps, donde se corría cada dos años el Gran Premio de Bélgica. Desde afuera, la edificación se apreciaba como un moderno chalet típico de vacacionistas.

Al acercarse, le llamó la atención una persiana abierta que giraba en la fachada lateral. Se acercó y vió que había un vidrio roto en la correspondiente ventana. Volvió a la entrada y abrió la puerta con su llave, encontrándose en la sala de estar. Ahí, todo estaba revuelto, con libros y revistas esparcidos por el suelo y cuadros descolgados. Se puso a revisar el resto de la casa. En la cocina, que estaba justo al lado, había platos rotos en el suelo y una mancha rojiza, seca, en el suelo. Por experiencia, supo de inmediato que se trataba de sangre. La mancha había sido pisada y una huella mostraba que la persona que la había pisado había salida por la puerta trasera, que daba a un pequeño patio. Sólo un cierre vivo de baja altura separaba la propiedad del patio vecino y de la calle asfaltada, por lo que el asaltante pudo irse con facilidad y sin dejar más huella. Pero debió haber habido una pelea en la cocina.

Volvió a entrar y visitó las otras piezas: un dormitorio matrimonial y otro más pequeño, los dos separados por el baño. En ambas habitaciones reinaba el mismo desorden, con el contenido de los cajones arrojados al suelo. Como nadie vivía ahí en forma permanente, no había teléfono fijo. Sacó su teléfono móvil y llamó a la policía de Spa para denunciar el hecho. Mientras esperaba a los detectives, trató de descubrir si se había robado algo pero, a primera vista, no lo podía asegurar.

Cuando llegaron los policías, explicó porque estaba ahí y les dió sus primeras impresiones, como ex-colega. Era muy probable que no se hubiese robado nada, ya que el propietario sólo venía a pasar algunos fines de semana y las vacaciones, teniendo su residencia habitual en Bruselas. Pero se dijo que haría el mismo día una nueva visita allá, pero ver si también habría sido asaltada después de su propia visita. Una vez que los detectives hubiesen tomado fotos y algunas huellas digitales, salió con ellos y cerró la casa. Les dió sus señas en Bruselas y les pidió que enviasen copia de su informe a su amigo, el comisario Servais, a la PJ de la capital. Como todos volvían a Spa, le ofrecieron llevarlo y se fue con ellos.

Durante el trayecto en tren, pensó que había visto lo suficiente como para estar más interesado por el chalet que por la casona frente al parque Josaphat. Ésta última era muy grande para un viudo como él y muy costosa de mantener. Al contrario, sería muy agradable refugiarse en el chalet algún fin de semana, en las vacaciones o después de alguna dura investigación. El paisaje era lindísimo, lleno de verde en verano y con las colinas vecinas cubiertas de nieve en invierno.

Llegó de vuelta a Bruselas a media tarde. En su llavero había colocado la llave de la casa bruselense de Lefranc junto con la del chalet de Spa, por lo que no le fue necesario pasar a buscarla a su oficina. En la Estación Central tomó el bus 66 que lo llevó hasta la esquina cercana a la casa. Al introducir la llave en la cerradura, se dió cuenta por unas feas marcas en la puerta que ésta debía haber sido forzada. En el vestíbulo no se notaba nada extraño, pero al entrar en el escritorio vió el mismo desorden que en Spa, o más bien peor porque aquí había mucho más cosas y habían vaciado los estantes y todos los cajones.

Recordó entonces las palabras de Lefranc en su carta póstuma: "Habrá gente interesada en complicarle la vida". Había, sin duda, tenido la suerte de haber llegado primero cuando descubrió la bóveda secreta. Pero los asaltantes le habían seguido muy pronto. Echó una mirada en las distintas habitaciones de la planta baja, todas las cuales mostraban el mismo desorden. Luego pensó en el computador que había descubierto en el sótano. Bajó y recorrió el camino que le había costado descubrir la primera vez. Pero cuando se fue esa vez no había pensado en cerrar las puertas y volver a esconder la pequeña bóveda: no se le había ocurrido que alguién podía forzar la entrada y bajar ahí.

Cuando llegó al sótano, vió que el pasadizo hacia la bóveda secreta estaba de nuevo escondido, a pesar de que había dejado todo abierto. Movió el anclaje de la pared, abriendo la pasada, y avanzó hacia la puerta, que también se veía cerrada. Pero pudo abrir sin necesitar la llave. Al entrar, vió de inmediato un cuerpo en el suelo. Acercándose, lo tocó, constatando que estaba frío. Pero no se le veía ninguna herida, ni sangre en el piso. No quiso moverlo, sabiendo que todo era importante para la policía. Miró en redondo y vió que el computador faltaba: el monitor y el teclado seguían ahí, pero se habían llevado la CPU. ¡Así que pensaban encontrar algo en el PC! ¿Pero qué? De ser capaz de contestar las preguntas de Lefranc -si es que el test aún funcionaba- de nada les serviría saber de las últimas disposiciones del testamento. Sin duda conocían de antes la segunda residencia de Lefranc, dado que ya habían estado allá y la dirección no estaba en ese computador ya que Trompel la recibió el notario. Pensaban encontrar otra cosa que, sin duda, buscaban y no habían encontrado en el resto de la casa. ¿Y qué hacía allí el muerto? Sin duda no se lo habían llevado para no levantar sospechas al sacarlo de la casa. O habrían entrado sólo dos personas y una de ellas se deshizo de su cómplice.

Trompel subió entonces al escritorio, de dónde llamó por teléfono a su amigo, el comisario Servais. Como era domingo, lo encontró en su casa. Le contó lo ocurrido en Spa y luego en la casa del bulevar Lambermont. Servais le dijo que no se moviera de ahí: él avisaría a un equipo técnico para revisar la casa e iría personalmente a dirigir las diligencias.

Media hora después llegaban los detectives y empezaban todo el proceso de búsqueda de huellas, revisión del cadáver, etc. Cuando, finalmente, levantaron éste apareció debajo un mensaje escrito con rotulador en el suelo: "Con nuestros recuerdos, sr Trompel", en castellano, a pesar de estar en Bruselas. ¿Qué significaba ésto?

15/9/09

La herencia 6.1.

Capítulo 6


El día siguiente, a mediodía, Trompel aterrizó otra vez en Santiago. Tomó nuevamente el mini-bus Transfer para el hotel San Cristobal. El hotel era caro, pero no tenía el deseo de buscar otro. Además, todos sus gastos serían pagados. Después de registrarse de nuevo y una vez en su habitación, llamó al padre Bochout para darle las malas noticias. Éste quedó muy compungido y le dijo que organizaría una misa para el descanso eterno del padre Lefranc para el día subsiguiente en su parroquia. Harían una misa especial a las doce del día e invitarían a los antiguos amigos y parroquianos de Lefranc.

El investigador llamó luego al inspector Figueroa quién, al oir su nombre, no lo dejó hablar:
- ¡Ya llegó ud! Y ahora es famoso aquí -le dijo-. Cardoso ya me contó lo que le había pasado y cómo estuvo mezclado en el asunto de El Alto. Y cómo su secuestro permitió descubrir el responsable del asesinato del padre Lefranc así como dar pistas acerca del tráfico de droga entre el Sendero del Sol y narcos de Chile. Ésto no corresponde a mi departamento, pero mi colega Fernando Gutiérrez, de la brigada de narcóticos, quiere hablar con ud, para que le dé más detalles. Le voy a avisar de su llegada. ¿Está siempre en el San Cristobal?

Trompel confirmó donde estaba y le dijo que estaba a su disposición. También le habló de la misa que se haría para el padre Lefranc y que esperaba conversar entonces algo más con el padre Bochout. Luego se despidieron. Ya no tenía nada que hacer -creía- y, después de almorzar en el hotel, se fue a caminar un par de horas por el parque Metropolitano que subía desde el hotel hacia el cerro San Cristobal. Al volver, le dieron un mensaje del inspector Gutiérrez que le rogaba esperarlo ahí mismo el día siguiente a las nueve de la mañana. En la noche, recibió una llamada del padre Bochout que le dijo que la misa se haría en la parroquia de San Gregorio, donde el padre Lefranc había ejercido su ministerio, y no en San Cayetano, y le indicó cómo llegar allá.

A la hora acordada del día siguiente se presentó el detective Gutiérrez. Pidió primero a Trompel que le contara cómo había llegado a La Paz y lo que le había ocurrido allá.
- No sabía que ud seguía las huellas del padre Guido Lefranc -le dijo el policía-. Ésto no aparece en el reporte que hemos recibido. Sólo se nos informó que ud había sido secuestrado y luego liberado, pero que gracias a este secuestro se había podido arrestar a varios policías corruptos que también revelaron pistas acerca del tráfico de droga entre el Sendero del Sol y traficantes de Chile. Lo que me cuenta ahora arroja luz sobre algunas derivaciones del caso Lefranc. No le puedo dar todos los detalles. Existían algunos cabos sueltos que creo que podremos atar ahora. Por lo que me dijo mi colega Figueroa, algunos hombres nuestros también están involucrados y serán interrogados hoy mismo. Ahí, todo debería aclararse. Se lo agradecemos mucho.

De este modo, gracias a la mala experiencia de La Paz, Trompel estableció excelentes relaciones con la policía civil chilena.

Al final de la misa de funerales varias personas hicieron un homenaje al padre Lefranc: el mismo padre Bochout explicó cómo había llegado a Chile y en qué parroquias había ejercido. También explicó cómo el investigador belga lo había encontrado, siendo incluso secuestrado también. Un miembro del consejo parroquial de San Gregorio dió cuenta de los principales logros del antiguo párroco y recordó que, lamentablemente, el sacerdote había decidido irse debido a la falsa acusión de acoso sexual de la cual había sido objeto y que había sido desechada por la justicia, restableciendo el buen nombre del padre.

Terminada la misa, uno de los asistentes se acercó a Trompel.
- Soy Gaspar Bagá, periodista de la Tercera. He sido un gran amigo del padre Guido. ¿Es ud el investigador que encontró el cuerpo del padre, no es cierto?
- Así es.
- Me parecía, porque ud tiene pinta de gringo, como se dice aquí. ¿Le molestaría contarme un poco más lo que ocurrió en La Paz. Yo también le podría dar más detalles acerca de lo que ocurrió aquí y provocó la partida del padre, si lo desea.
- Me gustaría muchísimo saber más, sobre todo si ésto me puede ayudar a mí y a la policía a entender mejor lo que pasó en Bolvia.
- Creo que quizás así resulte, al unir los dos relatos. Tengo auto: podría contármelo mientras lo lleve a alguna parte. ¿A su hotel quizás?
- De acuerdo. Al San Cristóbal.

Una vez en el auto, el belga contó los detalles de su aventura en La Paz. Y terminó explicando lo que había sabido del inspector Gutiérrez el día anterior. Llegaron al hotel y el periodista invitó a su acompañante a tomar una bebida en el bar, pasando a contarle ahí lo que él sabía.

- Como ud sabe, el padre fue acusado por su secretaria de acoso sexual, cargos que fueron desechados en el juicio. La secretaria fue imputada por falso testimonio y condenada a seis meses de cárcel que fueron remitidos porque se estableció que había actuado bajo las amenazas de su marido, el cual, a su vez, fue condenado por violencia intrafamiliar. Lo que no trascendió, es que este hombre hacía de correo para los pequeños narcotraficantes del barrio y que, de algún modo, supo que el padre había oído en confesión a un conocido traficante. Éste, arrepentido y probablemente a instancias del padre, había colaborado más tarde con el OS7, la brigada especializada de Carabineros, nuestra policía uniformada. Ésto llevó a una redada en varios sectores de la capital. Aunque no ocurrió, los traficantes pensaron que el padre había traicionado el secreto de confesión. Fue por ello que el marido de la secretaria la obligó a acusar al padre, para desprestigiarlo y acallarlo.
Todo ésto lo deduje porque, antes del juicio, el padre Guido me dijo que había recibido una fuerte suma de dinero de un delincuente arrepentido y consideró que debía dar cuenta de ello a la policía, pero sin revelar el nombre de esa persona ni detalle alguno. Con lo establecido en el juicio y la información pública sobre la redada, me fue fácil establecer la relación. Y con lo que me acaba de contar se explica aún mejor todo lo ocurrido. El juicio contra el padre no dió el resultado inmediato esperado pero logró que se fuera. Y cometió el error de parar en Bolivia y de conversar de ello con varias personas antes de partir. Los traficantes de aquí se enteraron de su proyecto turístico, transmitiendo la información a sus pares bolivianos, los que decidieron eliminarlo definitivamente. Quizás pensaron que iba a ayudar a la policía anti-narcóticos boliviana como creían que había hecho en Santiago, lo cual podía resultar peligroso para ellos.
- Estoy de acuerdo. Todo parece hilarse muy bien de este modo. Le agradezco esta información a nombre del padre del difunto, que ya había sido bastante sorprendido por la acusación de acoso sexual y muy apenado por la decisión del padre Guido de renunciar a su ministerio en Chile. Por cierto, lo está ahora mucho más por su pérdida, pero los datos que me acaba de dar le ayudarán a comprender mejor lo ocurrido. Estamos otra vez, en cierto modo, ante un caso de víctima del secreto de la confesión.

Trompel había reservado su vuelta a Bélgica para el día siguiente de la misa fúnebre. El avión salía a mediodía, por lo cual tuvo tiempo en la mañana para leer los diarios locales. Al bajar a desayunar, había visto los titulares de los diarios ofrecidos a la entrada del comedor: todos daban cuenta en portada de la detención de varios funcionarios de la Policía de Investigaciones involucrados en el tráfico de drogas.

Acordándose del periodista amigo del padre Lefranc, tomó La Tercera y leyó que habían sido detenidos varios detectives, entre ellos el sub-jefe de la brigada anti-narcóticos. Todos habían sido inmediatamente dados de baja y expulsados del cuerpo policial, ya antes de ser juzgados, como se acostumbra extrañamente en Chile. En un artículo anexo, firmado por Gaspar Bagá, se daba cuenta también de la misa por el padre Lefranc y se informaba que se acababa de descubrir que uno de los policías expulsados había sido el que había detenido al sacerdote belga. Este mismo policía, además, había pertenecido a la CNI, la Central Nacional de Investigaciones, la policía secreta de Pinochet, y había fichado ahí al padre como izquierdista. Había, por lo tanto, otro motivo de persecución que había llevado a su detención y acusación: aún existían grupos de extrema derecha resentidos por la vuelta a la democracia y deseosos de expulsar a los "rojos". Si bien Bagá explicaba que se había descubierto que el sacerdote había sido asesinado por hombres aliados al Sendero del Sol y, por lo tanto, al narcotráfico, no daba cuenta de lo que había explicado a Trompel. Mencionaba, sin embargo, que los detectives chilenos enjuiciados estaban aliados a esos traficantes bolivianos, dejando a los lectores adivinar el nexo.

Trompel tomó los otros diarios pero, ahí, no encontró este tipo de comentario. Al parecer, La Tercera tenía la exclusiva gracias a él y a Bagá. Y el periodista había relacionado los hechos pero había mantenido la debida reserva sobre los detalles.

8/9/09

La Herencia 5.3.

Después de su conversación telefónica con Lefranc, Trompel pasó a tomar una cerveza en el bar Daikiri del Prado. Estaba bebiendo en la barra cuando entraron dos policías. Empezaron a pedir los documentos de todos los presentes, partiendo por los más cercanos a la puerta. Cuando llegaron a la barra, Trompel les mostró su pasaporte de la Unión Europea. Lo miraron hoja por hoja.

- ¡Un gringo! ¡Y viene de Chile! -dijo uno.
- ¿Qué viene a hacer aquí, gringuito? -dijo el otro-. No nos gusta la gente que viene de Chile. Nos han robado el mar, y ésto no lo olvidamos.
- Sus problemas con Chile no me interesan. Vine de paseo. Quiero conocer las ruinas de Tiwanaku -dijo Trompel, teniendo cuidado de pronunciar el nombre del lugar a la manera boliviana.
- ¡Tiwanaku! ¡Vaya! ¿Acaso es arqueólogo?
- En absoluto. Sólo un interesado en el pasado.
- Pues estamos muy orgullosos de nuestro pasado. Y nos vamos a asegurar de que lo conozca mejor. ¡Venga con nosotros!
- ¿Por qué? ¿Adónde?
- ¡Ya lo verá! ¡En marcha!

Y lo condujeron afuera. Al borde de la vereda estaba estacionado un auto con el motor en marcha y las puertas abiertas del lado derecho. Dos hombres de civil, armados, estaban mirando la puerta del bar.
- El gringo quiere conocer Tiwanaku -les dijo uno de los policías que lo empujaban fuera, haciéndoles una seña.

Los civiles sujetaron entonces a Trompel y lo introdujeron en el auto que partió raudo hacia lo alto de la ciudad. El belga vió que tomaban la carretera hacia el aeropuerto. ¿Lo irían a deportar? Aunque sabía que también era la ruta hacia Tiahuanaco, no pensaba que hombres armados lo llevarían a una visita guiada de las ruinas.

Y no fueron ni hacia el aeropuerto ni hacia las ruinas. Llegaron al pueblo de El Alto. Había una barricada a la entrada de la calle y unas sentinelas que les hicieron parar. Hubo un intercambio en un idioma que Trompel no entendía, probablemente quechua., y luego el auto siguió camino hasta pararse frente al puesto de policía. Así que estaba en manos de los rebeldes que se habían tomado la pequeña ciudad: el Sendero del Sol. Sin mediar palabras, lo condujeron adentro y, al fondo del recinto, lo encerraron en una celda. No tenía más de dos metros por dos, estaba cerrada con un gran reja y estaba absolutamente vacía.

Después de un tiempo de espera de pie, optó por sentarse en el suelo. Oía constantemente voces y ruidos de pasos. El tiempo pasó lentamente. Se aburrió y se puso a gritar:
- Soy belga. Quiero hablar con Tupac Inti. Vengo a negociar el pago de un rescate.

Lo repitió varias veces hasta que un hombre vestido con un poncho a la usanza indígena y armado de una metralleta se acercó.
- ¡Así que quieres hablar con Tupac Inti! ¿Quién te crees que eres? ¡Nadie habla con él! Es nuestro jefe, pero nunca lo hemos visto. ¿Por qué lo verías tú?
- Pidió dinero por el rescate del padre Guido Lefranc. Vengo de parte de Antoine Lefranc, para discutir el pago del rescate.
- ¿Por qué debería creerte? Los asuntos de Inti son asuntos de él. No sé quien es ese padre. Jamás he oído de él.
- ¿Por qué me retienen aquí? ¡Entré legalmente y no he cometido ningún delito!
- Pero algo sabes de Tupac Inti. Y lo acusas. No eres un amigo. Viniste a espiar y te encontramos en La Paz. No nos gustan los gringos fisgones. Pronto tendrás tu merecido.

Y el hombre se fue, dejando a Trompel aún más azorado que antes. Cuando ya oscurecía, otro hombre se acercó a la reja. Éste llevaba un uniforme, pero no supo si era policial o militar.
- Así que éste es el gringo que quiere ofrecer un rescate por el cura parlanchin. ¡Hola, gringuito! ¿Traes plata? Ahora, eres tú quién la va a necesitar, si quieres salir de aquí. Y si te dejan.

Trompel tuvo que pasar la noche acostado en el suelo, sin haber comido y temblando de frío. En la mañana, le lanzaron un pedazo de pan y le pusieron un vaso de agua en el suelo. Para sus necesidades, descubrió un hoyo en un rincón. El olor que despedía le confirmó su uso. Para pasar el tiempo se rememoró una vez más todo lo que había hecho desde el llamado de Lefranc. No le dieron almuerzo ni hablaron con él en todo el día. Al anochecer le tiraron de nuevo un pequeño pan y le volvieron a dar un vaso de agua.

Era cerca de la medianoche cuando sintió gritos y tableteo de armas de fuego afuera, seguidos de más gritos y carreras dentro del edificio. Al parecer se producía un furioso combate. El ruido se prolongó por cerca de media hora. Luego se hizo el silencio. Sintió pasos en el corredor de las celdas. Y gente que interrogaba a los presos. Cuando llegaron frente a su reja, un militar en tenida de camuflaje le preguntó quién era. Declinó su identidad y nacionalidad, explicando que había sido secuestrado en La Paz.
- Tenga un poco más de paciencia -le dijeron-, vamos a confirmarlo. Si todo es correcto, saldrá de aquí en un par de horas.
- ¿Qué pasó? -preguntó.

Pero no le contestaron. El militar ya se había ido y hablaba con otro preso. Dos horas después, lo sacaban de la cárcel y un jeep militar lo llevaba a su hotel. Al salir del puesto policial, un oficial le pidió disculpas a nombre de las autoridades y le explicó que el ejército había asaltado el poblado y abatido gran parte de los rebeldes. Preguntó si habían encontrado a Tupac Inti.
- No sabemos quién es. No es su nombre real. Lo más probable es que no haya estado aquí. Es más escurridizo que un pescado -le contestó el militar.

En las calles de El Alto vió numerosos muertos y casas en llamas. Pero en La Paz, todo estaba tranquilo.

Después de ducharse, pasó por fin una noche reparadora en una verdadera cama y no se enteró de los ruidos de las piezas vecinas. A la mañana siguiente se dirigió a la oficina del inspector Cardoso y le contó lo que le había ocurrido.

- Supe anoche de su secuestro -le dijo éste-. Teníamos un hombre nuestro infiltrado en la policía de El Alto que se plegó al movimiento guerrillero y me puso al tanto. Oyó lo que el sub-prefecto le dijo a ud y éste también se vanaglorió, delante de sus compañeros, de haber "liquidado a un cura gringo que había sido un soplón de la policía chilena" y que, así, vengaba a los compañeros que habían sido detenidos en Santiago. Este hombre está preso aquí ahora, y lo estamos "cocinando". Nos tendrá que decir cómo supo de ud y cómo organizó su secuestro. Y sus cómplices caerán. Con suerte, descubriremos también los enlaces con los traficantes o la policía chilena.
- Yo me pregunto cómo pudieron saber de mí y de mi relación con el caso Lefranc. ¿Cree que hay policías chilenos involucrados? Allá me dijeron que la corrupción policial era escasísima.
- Sin duda se enteraron aquí mismo, posiblemente interceptando sus llamados telefónicos. No se preocupe, que tarde o temprano lo sabré y limpiaremos el servicio de estos malos elementos. Pero, como se dió cuenta, no puedo hacerme cargo de su seguridad. Será mejor que deje el país cuanto antes. ¿Que hacemos con el cuerpo del padre Lefranc?
- Hablé con su padre y estaba muy afectado. Me pidió unas horas para pensarlo, pero no tuve oportunidad de volverlo a llamar.
- ¿Quiere hacerlo desde aquí? ¿Será buena hora en Bélgica?
- Sería perfecto. Ahí deben de ser las tres de la tarde. Antoine Lefranc debe estar en su oficina.

Trompel dictó el número y Cardoso le pasó el combinado. Hubo un breve diálogo, Trompel excusándose primero por la demora "por causas ajenas a su voluntad" -no quiso entrar en detalles y crear más confusión en su cliente- y, finalmente, devolvió el aparato al policía boliviano.
- Me dijo que lo cremasen y enviasen sus cenizas a Bruselas. Y me autorizó a pagar lo que fuese necesario.
- Creo poder conseguir que lo cremen hoy mismo. Así, podrá ud llevarse sus cenizas si se va mañana. Le mandaré la urna y el permiso de salida a su hotel. No vuelva a salir de ahí. Nadie se atreverá a asaltarlo adentro. Y mañana por la mañana una patrulla nuestra lo llevará al aeropuerto. ¿En qué compañía tiene pasaje?
- En LASCO.
- De acuerdo. También me aseguraré de que lo embarquen aunque el vuelo esté completo. Y le ruego que nos disculpe esa malísima experiencia. ¡Ojalá nos pueda volver a visitar en mejores circunstancias!
- No se puede decir que la perspectiva sea muy atractiva. La altura, además, no facilita el turismo.
- Ésto es cierto. Pero ud es joven y si no está enfermo del corazón se aclimataría rápidamente. ¡En fin, está claro de que no es el momento! ¡Que tenga buen viaje de regreso, y lamento una vez más lo ocurrido! Asegure al señor Lefranc que el asesino de su hijo recibirá la pena máxima. Uno de mis hombres lo va a llevar a su hotel ahora y él mismo lo llevará mañana al aeropuerto. ¡No confíe en nadie más!
- Gracias por todo y hasta luego.

Una patrulla llevó a Trompel de regreso al hotel. Sin nada que hacer, recogió los diarios locales del día y se puso a leer el amplio reportaje sobre los acontecimientos de la noche anterior. Supo así que las unidades del ejército que habían atacado El Alto eran compuestas exclusivamente de aymarás, tradicionales competidores de los quechuas por los derechos de los indígenas. Ésto había evitado que los guerrilleros que controlaban el poblado se enterasen de la acción militar y permitió sorprenderlos, penetrando rápidamente sus defensas.

Los quechuas eran los descendientes de los incas, mientras los aymaras constituían una población mucho más antigua que había sido aservida por los incas y seguía cultivando el resentimiento contra sus dominadores, como los quechuas lo tenían contra los descendientes de los españoles. La narcoguerrilla era constituída en su mayoría de quechuas que querían reconstituir su antiguo imperio en las cumbres de los Andes. El Sendero del Sol boliviano mantenía lazos con el Sendero Luminoso maoísta de Perú y éste, a su vez, con las FARC de Colombia, todos los cuales se financiaban a través del narcotráfico basado en el cultivo de la coca, un cultivo inmemorial de los indígenas, de uso medicinal y religioso en forma de infusión u hoja mascada. Pero alguién había descubierto un método químico para extraer su principio activo y centuplicar su efecto, con los consecuentas efectos desastrosos y el comercio ilegal.