1/3/11

Colonización 5.2.

Algunos de los igigi empezaron a molestarse por la permanencia en la nave y a envidiar a los anunnaki, que podían "disfrutar" de la vida al aire libre. Uno de los jefes de cuadrillas a bordo, Kumarbi, había seguido muy de cerca los pasos de Enki y, viendo que iba constantemente de una de las ciudades del norte, Eridú, a su residencia en el Abzu (sur de Africa), decidió que no era justo que fuese el jefe de dos ciudades. Sin permiso de Piter, tomó una nave y descendió hasta Nippur para reclamar ante Enlil -el encargado del norte- lo que estimaba su derecho a conducir la ciudad que Enki "abandonaba" para su gestión de las minas y de su laboratorio genético en el Absu.

Enlil le sugirió que recurriera a Inashtar, una mujer feroz y hermosa que se ganó por sí misma y para sí misma un lugar importante entre los anunnaki. Inashtar tenía asignado un dominio en una tierra lejana al este de Sumer, la Tierra de Aratta. Kumarbi la enamoró y le confió su plan. Ella, entonces, se las ingenió para visitar a Enki a solas. Al recibir la inesperada visita, que consideró muy grata, de esta bella y renombrada joven, Enki organizó un gran banquete. Pero Inashtar, llegada con una su doble intención, lo aprovechó para hacer que el dyaus bebiera más de la cuenta. Así, feliz y bebido, éste estaba preparado para hacer cualquier cosa que le pidiese la joven y ésta, audazmente, le pidió algunas fórmulas secretas, que eran una parte importante del poder real de Enki. Así, obtuvo alrededor de un centenar de ellas, entre las que estaban las fórmulas divinas pertenecientes al señorío supremo. Para cuando Enki despertó y se dio cuenta de lo que había hecho, Inanna ya estaba de camino a Aratta. Enki ordenó perseguirla con sus más terribles armas, pero fue en vano, pues Inashtar se había ido a toda velocidad en su «Barco del Cielo».

Entonces Enki tomó su shem y subió al cielo para entrevistarse con el dyaus Piter, a quién contó lo ocurrido. Piter dedujo inmediatamente que Kumarbi debía estar detrás de esta trampa. Se comunicó con Enlil, quien le confirmó que el igigi había llegado a Nippur y luego se había ido a Aratta. La asociación entre Kumarbi e Inashtar se veía confirmada de este modo. Piter y Enki presentaron el caso ante el Concejo de los colonizadores y éste condenó a los dos conspiradores. Serían exiliados fuera de las zonas ocupadas por los colonos y la ciudad de Aratta sería destruída. Una vez comunicada la sentencia, Piter se dirigió a la sala de armas de su nave, activó los más potentes láseres con que contaba y dirigió su rayo hacia la ciudad, que fue reducida a cenizas. Desde entonces todos los humanos lo conocen como el dios del rayo.

Pero pronto supo Piter que el origen del conflicto con Kumarbi eran las molestias de los igigi por no poder bajar a descansar a Tierra. Llamó entonces a los dyauses de los asentamientos en Tierra a una reunión para discutir el tema y buscar una solución. Éstos le hicieron ver que, en realidad, las pequeñas ciudades de Mesopotamia no estaban en condiciones de recibir a los navegantes, tanto por su diseño y sus funciones como por las molestias que las visitas masivas podrían traer a las autoridades debido al recargo para sus trabajadores y a probables conflictos de autoridad, argumentos que Piter debió aceptar.

Enki hizo notar entonces que había vastos territorios del planeta que podían ser ocupados por las "colonias de vacaciones" pero Enlil les recordó que se necesitaban instalaciones capaces de recibir y reenviar a los transbordadores. Y que nadie estaba en condiciones de porporcionar trabajadores para construir estos sitios. Enki intervino nuevamente recordándoles que disponían de una importante central energética en el oeste, al borde de un río que sería un gran atractivo [el Nilo]. Al este de dicha central había, además, una península desértica flanqueada por una alta montaña que podría fácilmente ser usada como punto de referencia para la navegación aérea. Con los potentes rayos de la nave nodriza, podían vitrificar parte de la superficie del desierto de esa peníncula, obteniendo una excelente pista de aterrizaje. [ Al parecer existirían aún hoy rastros de vitrificación en la península del Sinaí. ]

La propuesta de Enki fue aceptada y, como dyaus de las Tierras del Sur, se le nombró también encargado de la estación de descanso de Giz.Eh, situada en su mismo continente. Enki encargó entonces a su hijo Marduk el gobierno de dicha colonia y le facilitó obreros para levantar las construcciones que albergarían a los visitantes y para realizar cultivos que les permitirían no depender del abastecimiento de Mesopotamia.