30/3/10

La conspiración 2.2.


Los inspectores de la PJ recorrieron todo el hotel. En el cuarto 411 encontraron un fusil Kalashnikov con mira telescópica. Pero los técnicos no encontraron en él huella alguna, como tampoco en la habitación. Era de una pulcritud absoluta. No había sido reservada ni ocupada ese día. Para ingresar, se necesitaba una tarjeta electrónica y según el computador de la recepción, no se había grabado ninguna ni ese día ni el día anterior. Y el último ocupante había devuelto la suya. Por cierto había personal del hotel que tenía una tarjeta maestra: mucamas y personal de seguridad. Todos los que la tenían y podrían haber entrado en la pieza fueron interrogados, pero todos pudieron demostrar que estaban en otra parte. Aunque la verdad no era tal. Uno de ellos había estado en ese piso y había falsificado de antemano las grabaciones de las cámaras de vigilancia.

Unos diez días más tarde, Servais recibía una llamada del secretario del cardenal.
- Comisario, me han dicho que ud estaba a cargo de la investigación acerca del atentado que afectó al señor cardenal. Él me ha pedido que lo invite a visitarlo. Ha sido dado de alta y retomará poco a poco a sus actividades pero, por ahora, sigue descansando en el seminario mayor de Malinas. ¿Podría ud venir por aquí uno de estos días?
- Me alegro de que el señor cardenal se esté mejorando y lo visitaré con mucho gusto. ¿Qué le parece mañana mismo?
- Me parece estupendo. Estará feliz de que acuda pronto. ¿Estará bien para ud a las once de la mañana?
- De acuerdo: mañana a las once, en el seminario mayor de Malinas. Ahí estaré.
- Gracias, comisario. ¡Hasta luego!- ¡Hasta luego!

Así, el día siguiente Servais se encontraba con el cardenal de Villers.
- Es un gusto conocerlo, comisario. Lamento haberlo hecho venir hasta aquí, pero no estoy aún en condiciones de retomar mis actividades en mi sede de Bruselas. Cuento con más apoyo y tranquilidad aquí. Antes de que le explique las razones de esta invitación, dígame si ha hecho algún progreso con la investigación del atentado que sufrí. ¿Tiene algún sospechoso? ¿Alguna teoría al respecto?
- No ha de disculparse, monseñor. Lamento muchísimo este trágico hecho y el sufrimiento que ha significado. Y lamento también decirle que no hemos podido identificar ningún sospechoso. Como ya sabrá, ya que la prensa lo ha hecho público, hemos encontrado el arma con la cual se le disparó, pero ninguna huella y ninguna pista. Aunque sospechamos de que el hecho está relacionado con los otros atentados contra nuestros embajadores y algunos otros personeros.
- Justamente, es de ésto que le quería hablar. Algunos amigos muy cercanos me han hecho notar esta similitud y me alegro que la tenga presente. Lo que quizás no sepa es que se pretendía atentar del mismo modo contra el rey el 1º de julio pasado, cuando inauguró la exposición de arte etrusco. Las medidas de seguridad tomadas hicieron imposible que el francotirador llevase a cabo su tarea.
- Sabíamos que podía haber una manifestación contraria al rey y se tomaron importantes precauciones. Pero no sabíamos que había una amaneza real de asesinato. ¡Ésto es una sorpresa para mí! ¿Cuándo lo supo?
- Hace pocos días. En una forma que me impide decirle más.
- Comprendo.
- Mis amigos también me han sugerido que ésto puede formar parte de un plan sedicioso para afectar a todas las autoridades y llevar el país a un cambio político radical. Por otra parte, hace ya algún tiempo que algunos fieles me habían hecho parte de sus dudas acerca de las intenciones reales de un nuevo partido político, que se presenta con una cara pacífica y democrática pero que, en realidad, pretende hacerse con el poder por cualquier medio. Quizás ambos hechos o procesos estén relacionados.
- ¿Al hablar de un partido, se refiere ud al partido Nueva Independencia?
- No quiero nombrar ni a un partido ni a una persona. Ud comprenderá que hay cosas que no puedo revelar, por la forma en que llegan ciertas confidencias. Por otra parte, no me interesan las actividades u opiniones políticas, pero no puedo dejar de protestar ante la violencia. Por esta razón estimé necesaria esta conversación. Me parece que debía conocer estas opiniones. No le puedo decir hasta donde están fundadas pero me parece que le corresponde, justamente, verificar dichos fundamentos y, si son ciertos, si la violencia que hemos observado se relaciona con fines políticos, ponerlo en evidencia y desbaratar la conspiración. Ya que ud investiga los atentados, me pareció que ud era la persona más indicada para conocer estos antecedentes.
- Creo que juzgó correctamente, eminencia. No sólo al llamarme, sino al darme toda esta información. Si se quiso atentar contra el rey, todas las fuerzas de policía y de seguridad han de actuar con la máxima diligencia. En cuanto a la hipótesis de una relación entre los atentados y un proyecto político, puedo decirle que se nos había ocurrido también pero que, hasta ahora, no habíamos podido confirmarla. Si ud tiene fuentes que apuntan en la misma dirección, puede estar seguro de que aumentaremos nuestros esfuerzos para desvelar lo que ocurre. Entiendo que no me pueda revelar esas fuentes, pero habría sido de gran interés conocerlas para obtener de ellas más información. Pero no insistiré: sé que no puede decirme más. En todo caso, le agradezco mucho haberme avisado. Era efectivamente de gran importancia. ¿Hay alguna otra cosa que le preocupe, eminencia?
- No, señor Servais. Le he dicho lo que estimo necesario traspasar a la policía. ¡Ojalá descubra a los responsables, por el bien del país!
- Haremos todo lo podamos, monseñor.

Ya no quedaba nada que decir y ambos se despidieron. Servais regresó a Bruselas, donde puso al tanto a la dirección superior de la PJ. Redactó un informe de su entrevista y éste fue transmitido luego a la Dirección de la Seguridad, DST.