Lo empejaron fuera de la sala. El corredor tenía, cada tanto, una placa luminosa parecida a las columnas. Recorrieron un trecho cruzando otro par de pasillos y luego bajaron por una escalera de caracol, totalmente de piedra. Conducía a una pequeña sala con varias puertas de un material que no pudo identificar. Uno de los guardias dió vuelta a una pequeña manivela, en la pared al lado de una de las puertas. Ésta subió lentamente y lo empujaron adentro. Oyó que caía de golpe detrás de él. El interior estaba a oscuras. Pero sintió una voz.
- ¿Qui veneru? ¿Quién es ud?
- Soy Joseph Trompel, detective privado, buscando al arqueólogo Jean De La Rue.
Sus ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad y se dió cuenta de que no era tan profunda como pensaba, sino que se podía distinguir la forma de la pieza, de los objetos y de la persona que le hablaba, aunque no los detalles.
- No lo puedo creer -le respondió el hombre-. Yo soy De La Rue. ¿Cómo llegó aquí? ¿Encontró mis cuadernos y el reloj de arena?
- Así es. Su esposa me contrató para buscarlo, cuando ya perdió la esperanza de que la policía lo encuentre.
- La policía jamás llegaría aquí. Hay que tener imaginación para descubrir la función del reloj y atreverse a cruzar el portal.
- Por cierto, ¿dónde estamos?
- Ésto no es fácil de precisar. Lo seguro es que es un universo paralelo. Pero si estamos aún en el planeta Tierra, o en otro planta, en el siglo XXI o en otro período de la historia, no lo sé. Aunque quizás se haya dado cuenta que -en algún momento y lugar del espacio-tiempo- esta gente tuvo contacto estrecho con la antigua cultura del imperio romano.
- Me pareció en efecto, al oírlo, que su lenguaje tenía cierta similitud con el latino. Y la escritura del libro que ví en su escritorio también, aunque no lo pude descifrar.
- Yo sí lo descifré, mezclando latín, italiano, francés y catalán. Y es lo que me trajo aquí hace ya una semana. Sin poder hacer nada, porque la batería de mi laptop se agotó y, aquí, no conocen nuestra forma de electricidad. Aparentemente tienen otras formas naturales de energía, que usan muy eficientemente, y han desarrollado muchos sistemas mecánicos.
- ¿Tuvo de oportunidad de visitar otras zonas? Yo solo vi los pasillos desde la sala de llegada hasta aquí.
- Me han llevado una vez ante lo que parecía un comité investigador. Eran tres personas que parecían dignatarios, por la forma en que se comportaban los guardias ante ellos. Así, crucé varias salas, pasando por el mismo tipo de puertas de control mecánico. Una de ellas parecía ser la oficina de los guardias, con varios escritorios y pizarras con diversos tipos de datos, al parecer bastante complejos y bien organizados. Me preguntaron obviamente de dónde venía pero no pudieron entenderlo, y no me refiero a la lengua sino al significado. Parecían entender bastante bien mi latín pero de ningún modo el concepto de universo paralelo o el de otra civilización en un mundo diferente. También me preguntaron, obviamente, cómo había podido entrar en lo que llaman la gran sala del templo. Ésto, preferí callármelo. Les dije que un momento antes estaba en otro lugar y luego, de pronto, estaba en este lugar que me estaba totalmente desconocido. Y que yo sabía latín pero que, en mi mundo, ya no se hablaba este idioma. Aunque que no sabía lo que significa "mi mundo", entendieron lo del cambio de idioma, ya que algunos de ellos sabían latín, el que era el lenguaje de sus antepasados y la raíz de su idioma actual. Me preguntaron cual era mi idioma actual y les hablé en francés, pero no entendieron nada. Dijeron que iban a consultar a sus expertos acerca de las lenguas de otras regiones y si conocían otras derivaciones del latín. Luego me trajeron de vuelta aquí y solo he tenido contacto con los guardias que me traen comida tres veces al día. He pedido libros y me han traído un par de libros de historia y lo que parece una novela o un relato mitológico, que estoy descifrando de a poco. A propósito, ¿cómo entró ud aquí? ¿Girando el reloj de pared del túnel parisino?
- No. No lo toqué. Traía el reloj de arena que encontré en su escritorio. Le dí vuelta mientras miraba el portal de piedra y éste se puso translúcido. Quise tocarlo pero avancé y terminé cruzándolo sin darme cuenta.
- Así que el reloj de arena también activa el portal. Quizás tenga otras funciones. ¿Lo tiene aún o se lo quitaron?
- No me quitaron nada. Parece que no saben lo que es un bolsillo, porque no me revisaron. Tampoco revisaron mi bolso con el laptop y el cuaderno con su mapa.
- Déme el reloj. Vamos a ver si sirve para otra cosa.