14/2/12

Paralelo 5

5.

Mientras tanto, los dos visitantes de habían acercado a las tiendas y -ya hambrientos- sacaron cada uno una fruta de uno de los puestos. El vendedor miró sorprendido como dos manzanas se elevaban solas y luego desaparecían, y no supo cómo reaccionar.

Trompel reclamó entonces a su compañero.
- Volvamos a casa. Debe tranquilizar a su mujer, que está muy preocupada por ud. Siempre podrá volver más tarde a investigar si lo desea.
- Tiene razón. Estaba tan entusiasmado que me olvidé de ella y no se merece tanto sufrimiento. Vamos de vuelta. Pero aprovechemos de sacar fotos.

Los dos sacaron entonces sus teléfonos móviles y cada uno sacó foto de lo que más le llamaba la atención, mientras se encaminaban de vuelta hacia el palacio y recorrían en sentido inverso los pasillos que conducían a la gran sala con el pórtico entre universos. Se dieron cuenta de que había mucho movimiento, cruzando constantemente guardias blancos que iban en diversas direcciones, pero siempre sin ser vistos por ellos.

Cuando llegaron a la entrada de la sala, se dieron cuenta de que el acceso estaba cerrado por una puerta de doble batiente. Buscaron una manivela para abrirla pero no la encontraron. Como estaba marcada también con el dibujo de un reloj de arena, De La Rue intentó varios movimientos con la mano apoyada en la figura, pero no pasó nada.
- Pruebe dándo vuelta a su reloj, -le dijo a Trompel.
- Pero ésto podría anular el efecto de invisibilidad.
- Espere un par de segundos y luego restablézcalo en su posición anterior. Supongo que, así, solo seremos visibles este par de segundos. No hay nadie cerca, así que no nos verán.

El detective siguió las instrucciones, pero la puerta no se abrió.
- Estamos bloqueados. Deben haberse dado cuenta de nuestra huída y activado algún mecanismo que nos impide entrar en la sala.
- Creo que tiene razón.

En este momento un grupo de media docena de guardias blancos se acercaron, pero no les apuntaban con sus escopetas. Y los dos extraños se dieron cuenta fácilmente de que ya no eran invisibles. Uno de los guardias, que no llevaba escopeta sino un collar con una figura luminosa, se dirigió a ellos con una ligera inclinación:
- Sequer placet [Síganos por favor].

Trompel y De La Rue pudieron ver que el objeto brillante que colgaba del collar era una figura en bajo relieve que representaba... un reloj de arena.
Los rodearon, pero más parecía un cortejo con guardia de honor que una detención.

- Parece que cambiaron de actitud -le dijo Trompel a su compañero.
- Se deben haber dado cuenta de que ahora tenemos un poder especial.
- Pero de algún modo lo han contrarrestado.
- Quizás sea un efecto propio de la sala de entrada. Prueba a darle vuelta al reloj.

Trompel lo hizo, sin sacrlo de su bolsillo, pero era evidente que no se volvieron invisible: el grupo siguió su camino normalmente. Fueron llevados a la sala donde De La Rue ya había sido interrogado. Los tres hombres que los esperaban ahí se levantaron, saludando con una ligera inclinación y les hicieron seña para que se sentaran. Los tres llevaban la misma insigna brillante que el jefe de la patrulla que los había traído: la marca del reloj. Dos sillas estaban preparadas para ellos, frente a la gran mesa de los interrogadores, y tomaron asiento.

- Nuntii Tempore sunt? [¿Son Mensajeros del Tiempo?] -preguntó el que parecía presidir la comisión, esta vez en latín, idioma que -sin duda- algunos expertos de ese mundo dominarían, ya que parecía la raíz de su idioma actual.
- Nos tempore peregrini. Mission servet comesque. [Somos Viajeros del Tiempo. Nuestra misión es observar y contar.] -respondió De La Rue.
- Veni seculum altius aut inferos? [¿Vienen del Mundo Superior o Inferior?]
- Secula ultra tres. Advenimus Iusto Seculum. [Los mundos son más de tres. Venimos del Mundo Justo.] -Y agregó para Trompel: Ésto puede ser peligroso. Si nos creen mensajeros, podríamos fácilmente equivocarnos, ofenderlos y -si es un asunto religioso- ser tratados como sacrílegos. Más vale ser ambigüos.

- ¿Porqué no se manifestó en su primer interrogatorio? ¿Porqué no se fue entonces? -preguntaron enseguida.
- No hicieron las preguntas correctas ni entendieron mi respuesta. Y debía esperar a mi compañero. - ¿Él trajo el Poder?
- Es el portador. Yo soy los ojos y la boca.
- ¿Qué deben hacer?
- Les pedimos el permiso para observar y rendir cuenta. Si nos lo dan, debemos volver a confirmarlo con nuestros Superiores (Esto es para ir a tranquilizar a mi mujer -le dijo a Trompel en francés, mientras seguía hablando en latín con el interrogador-) y luego vendremos a cumplir la misión. Si no nos lo dan, nos iremos y no volveremos.
- Ésto es extraño para nosotros. Nuestros antiguos textos hablan de Mensajeros, pero no de observadores.
- Nuestros superiores decidirán si envían o no mensajeros. Ésto está fuera de nuestra competencia. Pero antes, necesitan nuestras observaciones.
- Nosotros también tenemos Superiores y ellos serán quienes tomen las decisiones. Mientras tanto, les rogamos esperar aquí. Les traerán de comer y de beber.

Los tres dignitarios salieron entonces de la sala. Unos minutos después, dos mujeres entraron, portanto sendas bandejas, con fruta, galletas y jugos de fruta, que -una vez solos- comieron y bebieron con apetito. No dudaron de que algunos gardias ne mantenían tras las puertas.