28/9/10

La conspiración 7.1.

Capítulo 7. Denuncias

Ese día 1 de noviembre, el diario 'La Dernière Heure' anunciaba en grandes letras en portada: "Periodista nuestro asesinado en su departamento". Internamente repetían la información, proporcionada por la PJ: "Nuestro periodista Joseph Trompel fue encontrado inconsciente anteayer en su departamento de la avenida de los Galos. Falleció ayer sin recobrar la conciencia. El laboratorio de la PJF estableció que fue envenenado por un producto que se había rociado en la teclas de su computador y que penetra por la piel. Este tipo de procedimiento es muy poco común y la PJ considera que solo puede haber sido realizado por un experto, posiblemente por cuenta de alguna agrupación que se sentía perjudicada por alguna de las publicaciones de nuestro reportero." Agregaban que sus funerales se realizarían en privado el siguiente miércoles, sin señalar la hora ni el lugar.

Paula Darbée leyó la noticia en el diario y se sintió invadida por una gran pena. Se dió cuenta entonces de que se había estado enamorando del "periodista". Llamó a la central telefónica del diario para tratar de saber donde y cuando sería el funeral, pero no le quisieron dar ninguna información. El detective fue informado de la llamada y sintió también muchísima pena, prometiéndose reanudar el contacto en cuanto el caso fuese resuelto y se le fuera permitido reaparecer en público.

Walckiers, que estaba en esos días en Charleroi, vió la noticia en la portada del diario en un kiosco y, recordando su entrevista con Trompel, compró un ejemplar para enterarse de los detalles. Enterado de lo ocurrido y recordando que él mismo había alertado a sus amigos conspiradores acerca de la visita y del artículo resultante, se puso a pensar que si habían hablado de asesinar a Paula Darbée era muy probable que también hayan pensado en deshacerse de ese reportero demasiado curioso. Sospechaba así de que también podía haber sido víctima del Núcleo del PNI. Estuvo cavilando todo el día sobre lo que debía hacer. Decidió informar el día siguiente a la policía. No quería en ningún caso ser complice de un asesinato. Así, antes de irse a su oficina de la sede central de ACEC se dirigió a la oficina local de la PJ donde relató las conversaciones del Núcleo del PNI y, en particular, el trabajo que le habían encomendado para falsificar el sistema electrónico de votaciones y el proyecto de asesinato de la diputada Darbée.

El detective que recibió su declaración no tomó muy en serio las acusaciones en contra de Bertrand, Durand y Verstappen. No podía creer que gente tan conocida e importante pudiera seriamente planear un asesinato. Sin embargo consideró más seriamente la referencia, muy técnica, al fraude electoral. Como muchos, había quedado sorprendido por los resultados logrados por el PNI y ahora se los explicaba. Hizo en consecuencia varias preguntas acerca de los procedimientos utilizados y terminó agradeciendo al ingeniero diciéndole que, de ser necesario, lo volverían a entrevistar. Mientras tanto, le pidió la mayor reserva. Pero no se le ocurrió tomar ninguna medida de protección.

Después de despedirlo, redactó un informe detallado al respecto. Sólo mencionó brevemente, al final, que Walckiers "creía" que los dirigentes del partido "podrían estar planeando" el asesinato de la dipitada para crear "un mártir". Envió el informe -sin la observación final- al Tribunal Electoral, y una copia completa a la Dirección de la PJF en Bruselas. Ahí, pasó de una oficina a otra y solo llegó el día subsiguiente al escritorio del comisario Servais, encargado de todo lo relativo al PNI, quién envió otra copia a la DST. Pero la copia recibida había pasado por varias manos y uno de sus lectores tomó el teléfono e informó de ello al general Bertrand, que supo todo antes que Servais. El detective de Charleroi no volvió a preocuparse del asunto. Había remitido su informe a las autoridades competentes y ésto le pareció suficiente.