El día siguiente Trompel le dió cuenta al comisario Servais de lo que había averiguado. De algún modo, el ex-general Bertrand había sido el responsable de la falsa acusación contra gendarmería. Se sumaba este hecho a los antecedentes ya acumulados en conjunto con la DST. Bertrand era un sospechoso cada vez más importante, especialmente por sus encuentros con Oblensky. Pero las reuniones en su casa con Durand -ahora financista confirmado del PNI- y otros magnates daban una idea de una superestructura que manejaba los hilos del PNI.
Servais le tenía también novedades. Habían recibido hace tiempo los informes acerca de los atentados contra los embajadores belgas en el extranjero y habían pedido que les enviara los fragmentos de las bombas que habían podido ser recogidos. Esto había demorado bastante, porque los laboratorios locales, algunos más minuciosos que otros, habían debido buscarlos y los habían periciado, haciéndose también necesaria, en algunos casos, la autorización de la justicia local. Pero finalmente habían llegado y habían sido cotejados. En todas el material explosivo había sido el mismo tipo de "plástico" y se habían descubierto elementos de un aparato de radiofrecuencia, lo que había llevado a los policías locales en creer en una detonación por control remoto. Pero uno de los técnicos tuvo la idea de juntar fragmentos de los diversos aparatos e hizo un descubrimiento sorprendente: no se trata de simple receptor, sino de un emisor-receptor, del tipo utilizado para leer etiquetas de radiofrecuencia (chip "RFID"). Y todos los embajadores llevaban el nuevo pasaporte con este tipo de etiqueta. Se había podido constatar que el senador de Croix d'Heuchin también portaba su pasaporte cuando lo mató otra bomba. Fue lo que dió al técnico la idea de que éste podía ser el elemento común. Y tuvo la suerte de tener acceso a una mayor cantidad de fragmentos ya que la PJ había investigado el hecho desde el principio.
Así que las víctimas habían sido identificadas por su pasaporte y éste mismo había sido el detonador. *[Estudios técnicos han demostrado la factibilidad de este sistema al punto que circuan videos al respecto en la web.] Un sistema muy sofisticado que exigía a la vez un experto programador y alguién con acceso a los datos contenidos en la etiqueta. Debía, por lo tanto, haber alguién con acceso al Registro Civil belga que filtrara estos datos. Una clara prueba de conspiración.
Servais le sugirió entonces a Trompel que preparase un artículo para su diario sobre los chips RFID y su seguridad, revelando lo que la policía había descubierto. El artículo salió publicado dos días después, enfureciendo aún más al ex-general Bertrand. Aunque no lo sabían, éste era quién había conseguido la información del Registro Civil.