31/8/10

La conspiración 6.3.

El lunes, día siguiente a las elecciones, en un artículo de 'La Dernière Heure', Trompel explicaba como funcionan los brazaletes electrónicos de control de delincuentes y la imposibilidad de hackear el sistema de control. Sugería también que o bien un hacker malévolo engañó a los directivos del PNI o bien fue una treta de propaganda electoral para conseguir mayor votación. En la tarde, llamó a la diputada Darbée para tratar de obtener más información acerca del origen de la información divulgada por el PNI. Le dió cita para la tarde del miércoles, en la misma cafetería del bulevar Anspach. El mismo día, la Gendarmería depositó una demanda judicial en contra del PNI y el gobierno presentó un reclamo ante el Tribunal Electoral por propaganda engañosa.

Y en la noche se reunió el Núcleo para discutir lo ocurrido.
- ¿Qué pasó? -preguntó furioso Durand a Bertrand-. ¿Tu hacker no hizo su trabajo?
- Juró que sí pero nos engañó. Hablé hoy con un amigo de la Gendarmería y averiguó que era imposible hackear el centro de control, simplemente porque no está unido a ninguna red. Habría que trabajar desde dentro y, obviamente, ningún civil puede entrar ahí salvo el ingeniero acreditado del fabricante, en caso de haberse detectado alguna falla. Vendrá mañana a hacer una revisión, pero están seguros de que no encontrará nada. Hay supervisores que visitan regularmente los delincuentes para verificar los brazaletes y no han advertido nada anormal.
- ¡Ésto es pésimo para nosotros! -aseguró Verstappen-. ¡Hay que tomar medidas contra este tipo!
- Avisaré a mi contacto y puedes estar seguro que el hombre lo pagará, y muy caro.
- De todos modos hemos capitalizado el escándalo: sin duda nos hizo ganar una buena cantidad de votos de indecisos -dijo Daems.
- Pero nuestra diputada Darbée ha quedado desacreditada. ¿Qué imagen tendrán ahora los nuevos diputados que ganamos? ¡Si es que el Tribunal Electoral no anula parte de la votación!
- Creo que podemos aprovechar esta situación y deshacernos de Paula Darbée. Si se la matara tendríamos poderosos argumentos para atraer a toda la población que clama por más seguridad. Y propondríamos nuevas leyes, más drásticas contra el delito, como está establecido en nuestro programa.
- ¿Asesinar a nuestra propia diputada?
- No hay como crear un mártir para conseguir adherentes y fanatizarlos.
- ¡Estas leyes horrorizarán a los defensores de los derechos humanos!
- Pero no podrían decir nada. Todos nos seguirían para acusarlos de defender a los criminales.
- De acuerdo. Que Bertrand haga los arreglos: él tiene los contactos para ésto.

Walckiers, que había sido el único que había objetado la acción criminal, prefirió quedarse callado. Pero había quedado horrorizado y decidió hacer lo necesario para evitar este asesinato. Era la primera vez que se hablaba delante de él de este tipo de acción. No tenía idea de que muchos de los atentados recientes se debían a la estrategia planeada por algunos de los miembros del grupo. Ni menos que él mismo estaba en peligro.

El día siguiente, Bertrand y Oblensky se reunieron de nuevo en el bar "La Muerte Súbita".
- El periodista-policía Trompel se ha entrometido otra vez en lo nuestro y sigue avanzando. Tuvo mucha suerte cuando tu hombre trató de hacerlo atropellar. Pero no podemos permitir que siga. ¿Cómo es que no has logrado eliminarlo aún?
- He estado esperando otro hombre. Ya hemos definido otra estrategia y averiguado donde vive. En unos días más será historia.