3/8/10

La conspiración 5.2.

Bertrand recibió el llamado telefónico de su amigo y soplón de la DST.
- Logré encontrar algunos datos de ese Joseph Trompel, como me pediste.
- ¡Qué bien! ¿Y qué has descubierto?
- Obtuvo una licenciatura en comunicación social en la ULB y luego trabajó como periodista en La Dernière Heure. Luego trabajó unos años para la APLF, la cadena europea de periódicos de lengua francesa. Mientras estaba ahí estudió criminología. Y, lo que seguramente no sabes y lo que me costó mucho descubrir es que, desde hace un año trabaja en la Policía Judicial. Su trabajo actual en La Dernière Heure debe ser una pantalla.
- Te agradezco la información. No sabes lo útil que me será. ¡Te debo una! -terminó Bertrand que, al mismo tiempo, estaba pensando "Mierda. Me lo temía." Pero no podía decir a su amigo lo que pensaba hacer: avisar a Oblenzky, para que se encargue de eliminar esta molestia.

Trompel se aprestaba a cruzar la avenida. Advirtió que un camión se acercaba a gran velocidad y se detuvo para dejarlo pasar. Pero, pensándolo mejor, decidió seguir por la misma vereda: no tenía por que cruzar ahí. En el momento en que daba el primer paso hacia su lado izquierda, una persona le rozó y se le enredó en las piernas. Trompel trastabilló y cayó sobre las rodillas y las manos, mientras el otro hombre seguía proyectado hacia adelante. Se oyó entonces el frenazo brusco del camión seguido de un fuerte golpe. Levantando la cabeza, Trompel alcanzó a ver el cuerpo lanzado varios metros hacia adelante, en medio de la avenida. En este momento, otra persona se le había acercado y le ayudaba a levantarse.

- ¡Por Dios, este hombre trató de empujarle a ud delante del camión! -le dijo el buen samaritano.
- Si es cierto, ésto es muy importante -le contestó Trompel-. Soy policía -agregando, sacando si identificación-. ¡Quédese un momento conmigo, por favor!

Y se dirigió entonces hacia la víctima, abriéndose paso entre los curiosos que ya se acercaban y seguido de quien le había ayudado. Se agachó frente al accidentado y le tomó el pulso. Estaba muerto y la sangre ya enrojecía el pavimento. El chofer del camión ya llegaba también a su lado.
- Éste hombre estaba loco -dijo-. Se abalanzó delante de mi camión. No pude frenar a tiempo: estaba demasiado cerca. Fue un suicidio.
- En absoluto -contestó el "samaritano"-. Fue un intento de asesinato.
- Silencio los dos, por favor -dijo Trompel, mostrando ahora sus credenciales al camionero-. Yo sacaré las conclusiones que correspondan. Por favor, dénme su identificación los dos.
- Pero, inspector, ud sabe que no fue mi culpa -protestó el chofer.
- Le creo, pero debo redactar el informe. Déjeme su cédula de identidad y vaya a buscar la documentación del camión. Y ud señor, -le dijo al otro- le agradezco mucho su ayuda y su testimonio es de suma importancia, como ya le dije. Quiero que me explique mejor lo que vió.
- Lo vi detenerse al borde de la calzada y ceró que iba a cruzar. Este hombre estaba unos pasos detrás de ud y yo detrás de él, pero hacia un lado. Lo ví levantar las manos y abalanzarse hacia ud. Estaba claro que lo quería empujar. Pero en el último instante, ud se movió hacia un lado. Él falló el golpe, y quedó desequilibrado, yendo a caer delante del camión. ¡Pagó al instante su crimen!
- Gracias. Me parece que debió pasar exactamente como lo describe. Déme su dirección y teléfono, por favor, en caso de que necesitemos que firme su declaración.

Anotó estos datos, junto con el nombre y el número de la cédula de identidad. Pidió lo mismo al camionero y anotó también los datos del camión.
- ¿Necesitará un acta para el seguro? -le preguntó al chofer.
- No será necesario. No veo ningún daño. Estas máquinas son como tanques.
- De acuerdo. No creo que habrá necesidad de citarlo. Los hechos son muy claros.- Y, dirigiéndose a los curiosos, agregó: ¿Alguién más vió lo que pasó?

Pero nadie contestó. Alguién, sin embargo, debió haber llamado a la policía comunal porque llegó una patrulla. Dos agentes se le acercaron. Mostró su identificación.
- Ya hice lo necesario. Llamen a los técnicos para que saquen fotos y se lleven al muerto. Voy a ver si puedo encontrar su identificación sin mover el cuerpo.

Introdujo la mano en los bolsillos del abrigo que estaban a la vista y sacó una pequeña billetera parecida a la suya. Tan parecida que contenía incluso una copia de su propia cédula de la Policía Judicial, ¡con su nombre! ¿Pretendía este hombre tomar su lugar después de matarlo? ¿Y por qué? Como no podía mover al muerto antes de que sacasen foto, no podía verificar si tenía otros documentos en sus bolsillos interiores. Tendría que esperar que los técnicos terminen su trabajo. Pero ya estaba seguro de que no encontraría nada.