24/3/09

Artecal 1.12.

Mientras tanto, en Bruselas, la policía visitaba a los residentes de la calle Alphonse Renard y de los alrededores para obtener testimonios que pudiesen ser útiles para confirmar la identificación de Demazedier como asesina del detective. Una mujer que pasaba la Mayor parte de su tiempo mirando por su ventana explicó que había visto efectivamente una anciana acercarse al auto estacionado casi frente a su casa y hablar brevemente con el conductor que estaba ahí desde hace varias horas. No había oído nada, pero cuando dejaron de hablar vió que el conductor dejaba caer la cabeza y que la mujer se alejaba. Podría quizás reconocerla si la viera nuevamente con la misma ropa, pero no había visto claramente su rostro porque solo había la iluminación de la calle. Sí, la anciana había llegado y se había ido del mismo lado. Pero no podía saber si había salido o entrado en una casa de la misma calle porque se había mantenido en su misma vereda.

Por su parte, la policía luxemburguesa, con un mandato de allanamiento, ingresó en los locales de Artecal. La inspección de la galería no aportó nada: no había ahí ninguna documentación comercial aparte de las publicaciones destinadas a los clientes. No pasaba lo mismo en las oficinas. Después de una visita preliminar, dos inspectores se instalaron en el escritorio del gerente, Jurgen Müller. Como en la oficina de Ducquet, encontraron numerosos archivadores conteniendo descripciones de obras de arte. También había facturas y toda la documentación contable correspondiente que se reveló estar perfectamente en regla. Los inspectores exigieron entonces la apertura de la caja fuerte. Müller rehusó primero pero aceptó finalmente, después de haber sido amenazado de ser detenido.

En la caja fuerte había chequeras de varios bancos: uno local, otro belga, otro alemán y uno suizo, así como títulos al portador por sumas muy elevadas y una libreta de cuentas donde los objetos estaban mencionados junto a fechas, montos y códigos que indicaban posiblemente los compradores. Uno de los inspectores comparó la lista con las facturas: ningun objeto aparecía simultáneamente en ambos sistemas. Libreta y facturas fueron confiscadas para una investigación más a fondo. La caja fuerte, con su contenido, fue sellada y el gerente advertido de que no saliera de la ciudad. Cuando los policías se fueron, Müller llamó por teléfono a van Hasselt para contarle lo ocurrido. Éste le ordenó suspender cualquiera nueva operación.

En la comisaría, la lista de la libreta fue comparada con el registro internacional de obras perdidas y, como donde Ducquet, la comparación arrojó resultados positivos, aquí en cerca de la mitad de las obras vendidas por Artecal. La lista fue fotocopiada y el duplicado enviado por fax al comisario Servais. Comprobada la ilegalidad del negocio se decretó la detención de Müller y se pidió lo mismo para van Hasselt a la policía belga... cosa que ya estaba hecha.

Un agente fue enviado nuevamente a las oficinas de Müller para buscar la correspondencia, que estaba en la oficina de la secretaria. Descubrió ahí las copias de una serie de cartas ofreciendo los servicios de la empresa como intermediaria para adquirir obras de arte « que no existen en los catálogos comunes ». Sería interesante comparar los nombres de los destinatarios con las facturas y los códigos de la libreta de venta ilegal, para identificar a los que habrían sucumbido a la tentación. Mientras el detective revisaba el archivador sonó el teléfono y él atendió la llamada.
- « Entonces ¿cuándo llega a Santiago? » dijo un voz con acento extranjero. « El jefe está perdiendo la paciencia y Ud. sabe que su hombre podría sufrir por ello. »
- « Ud. desea sin duda hablar con el sr.Müller » respondió el policía. « Pero no está aquí en este momento. Soy su secretario. »
- « Entonces, déle el mensaje. Llamaré de nuevo mañana a la misma hora y más vale que sea su jefe quién conteste. » Y la llamada fue cortada.
- « Aquí hay algo extraño » se dijo el agente y llamó inmediatamente a su jefe para transmitirle lo que había escuchado. Le ordenaron entonces que volviese de inmediato a su base llevando los archivadores de correo.

En la comisaría, Müller fue inmediatamente interrogado acerca de la llamada telefónica.
- « Uno de nuestros representantes fue enviado hace un mes a recorrer América del Sur para reunir documentación y establecer contactos. Después de Bogota, Quito y Lima, llegó a Santiago donde contactó, entre otros, a un anticuario llamado Carlo Riderelli. No sé qué pasó, pero creo que Riderelli lo mantiene prisionero y exige que su « jefe de Luxemburgo » viaje a Santiago para discutir de negocios antes de liberarlo. El señor van Hasselt no quiere darle satisfacción y está estirando la cosa esperando que desista. »
- « ¿Iba a abandonar a su empleado? ¡Pero es un secuestro! »
- « La búsqueda ya empezó. El comisario Servais, de la Policía Judicial belga, vino a verme al respecto y ya contactó a la policía chilena. »
- « ¡Y ud tiene una pista que no le dió! »
- « ¿Qué pista si sólo recibo un llamado de vez en cuando, sin saber de donde viene ni tener pruebas de que quién llama es quién tiene a Mattheys? »
- « Debería haber contado esto al comisario belga. Estamos en contacto con él y le pondremos al tanto. Mañana ud estará en su oficina a la hora del llamado y atenderá la comunicación. Bajo nuestra vigilancia por cierto. Ud dirá que viajará si le dan una prueba de que retienen a su representante. Que le hable al teléfono. Si lo hace, acepte viajar. ¿Ud dice que se llama Mattheys? »
- « Sí. Lucien Mattheys.»
- « Voy a llamar al comisario Servais. Deberemos trabajar juntos y también con la policía chilena.»

El mismo día, en Bruselas, Servais reunía a su equipo en su oficina.
- « La policía luxemburguesa me envió copia del libro de operaciones negras de Artecal. Habrá que verificar si hay objetos que coinciden con la lista de Ducquet. Remi, te ocuparás de ésto. También acabo de recibir de la policía francesa algunas noticias interesantes acerca de Ducquet y Demazedier, en respuesta a nuestra solicitud a Interpol. Nuestra asesina aparece allá bajo el nombre de Julienne Lamotte, alias Giuliana Di Motta, y ha sido arrestada hace diez años por haber sido intermediaria en la venta de un falso Rembrandt a un diputado. Le dieron cuatro años de cárcel. Luego perdieron su huella. En cuanto a Ducquet, aparece en la lista de los particulares de la red de tráfico que descubrieron y que llamaron la 'mafia de Marsella' a raíz del robo del camión con obras del Louvre destinadas a Dubhai, que ocurrió hace unos meses. Les enviaré una copia de la lista de Ducquet. Quizás haya coincidencias y esperemos que pueden deducir más que nosotros. »

El teléfono sonó. Era el inspector luxemburgués encargado del asunto Artecal. Puso Servais al tanto del llamado recibido de Chile y de la explicación dada por Müller.

- « Por Dios, este tonto podría haberme dicho ésto en vez de contar leseras para explicar el retraso de Mattheys » dijo.
- « Dice que pensaba que más valía no mezclar en ello la policía. Y que todas las decisiones las tomaba van Hasselt. Pero si la policía chilena está al tanto, ya hemos avanzado algo y podríamos quizás definir con ella una estrategia para aprovechar ese contacto telefónico. »
- « Estoy de acuerdo. Voy a comunicarme con ellos para informarles. ¿A qué hora ha de ser el contacto mañana? »
- « A las dieciseis. Como hay seis horas de diferencia con Santiago, allá serán las diez de la mañana. »
- « OK. Estaré con Uds. para escuchar la comunicación y definiremos entonces la estrategia. Quizás los investigadores chilenos me hayan dado ya alguna idea. ¡Hasta mañana! »
- « De acuerdo. ¡Hasta mañana! »