17/3/09

Artecal 1.11.

Giuliana Di Motta no tuvo tiempo ese día para visitar todos sus contactos en Londres. Le quedaban dos para el segundo día y el último de ellos no era como los demás. Cuando visitó éste, en Victoria Street, era ya cerca de medio día.
- « ¡Hola Abril! ¿Cómo estás? » dijo al entrar en la pequeña tienda.
- « ¡Marzo, querida! ¡No es posible! ¿Qué hace aquí la diosa de la guerra? No te esperaba hasta la reunión anual. ¡Espera! Voy a cerra y subiremos para conversar tranquilas. »

Abril cerró la tienda y las dos mujeres subieron al segundo piso donde se instalaron en un pequeño salón muy acogedor de perfecto estilo chippendale.

- « Díme entonces a que se debe esta visita inesperada. ¿Debe ser algo grave? »
- « Estoy llegando de Bélgica. Habrás sabido lo que pasó con el convoy de obras de arte del Louvre que habíamos planificado en la última reunión. No sé como la policía pudo encontrar el camión tan rapidamente y arrestó a varios de nuestros revendedores. Febrero me contactó y me dijo que debía desaparecer por un tiempo. Creía que la policía estaba sobre la pista de Ducquet y que éste podría hablar demás, así que me ordenó acallarlo. Todo parecía tranquilo después de ésto. Pero Junio me llamó anteayer y me dijo que la policía belga nos vigilaba a él y a mí y que yo debía arrancar. No sé como llegaron a nosotros pero preferí no tratar de investigarlo aún. Así que vine a advertir a los clientes ingleses de Artecal que conozco para que eviten el contacto. Y pienso que podría ser conveniente llamar a una reunión extraordinaria del Consejo para discutir la situación. ¿Tú, qué piensas? »
- « Si la red de Junio se cae después de la de Febrero, Enero y Mayo podrían verse afectados también. Si no están al tanto, sería bueno advertirles. Y solo juntos podremos decidir cuales son las medidas más apropiadas. Estoy de acuerdo contigo: voy a convocar a todos. Podríamos juntarnos en la alberga, digamos el sábado de la semana próxima. Necesito un poco de tiempo para los arreglos y asegurar que todos puedan llegar. Véte ya a Ipswich y reserva la alberga. »

Las dos mujeres siguieron intercambiando noticias más personales y se separaron media hora más tarde. Di Motta volvió a su hotel donde rehizo su maleta, pagoó la habitación y luego se fue a la Victoria Station. Ahí compró un pasaje para Ipswich, una de las ciudades más antiguas de Inglaterra, en el Suffolk. Algunas horas más tarde, como la buena cliente que era, fue recibida cálidamente en la alberga del Faisán Dorado en Bixley Farm, un distrito exterior de la ciudad, donde reservó cinco habitaciones para los miembros del consejo que llegarían el fin de semana subsiguiente. La alberga tenía una decena de habitaciones y era apreciada por los que querían escapar del tráfago de la ciudad. El primer piso estaba ocupado po una gran comedor que servía también de recepción, por la cocina y los alojamientos del patrón. Las piezas para los pasajeros, muy sencillas, ocupaban dos pisos.