Trompel volvió a su lectura del documento encontrado en el departamento de Gossin.
3.3. Lógica de la Historia
Si intervenimos en el pasado, ¿como podemos hacerlo sin cambiar toda la historia? ¿No dice la teoría del caos que el batir de alas de una mariposa en el Amazonas puede causar un hurracán en el Caribe o un tifón en el Mar de China?
Ésto es en realidad una exageración. Puede ocurrir, pero siempre que las condiciones iniciales sean favorables para este desenlace. Y éste es un principio fundamental de la Teoría del Caos: todo depende de las condiciones iniciales. Lo mismo vale en la Historia como en meteorología, como bien lo sabemos hoy. Con el tiempo hemos logrado controlar poco a poco las condiciones iniciales del clima, lo cual nos permite dominarlo cada vez mejor. Pero no podemos dominar las condiciones iniciales de la Historia. Por lo tanto, muchas acciones no tendrán ningún efecto ni a mediano ni a largo plazo. Pero otras podrían encontrar condiciones iniciales favorables inesperadas, desconocidas por nosotros hoy, lo cual es un real peligro. Pero sólo es un peligro teórico. En realidad, no puede ocurrir ningún efecto que cambie la Historia en el largo plazo. Porque de ocurrir, nosotros no estaríamos aquí, no descutiríamos este punto, no tendríamos colisionador y nadie viajaría en el tiempo para causar este cambio. Ésta es la paradoja. En realidad, la Historia cuida de sí-misma, al menos en los macro-procesos. Lo que la Agencia estudiará es lo que ocurre con los micro-procesos. No sabemos si las "defensas" son las mismas. Ya sabemos que podemos ir y volver, sin consecuencias perjudiciales para el viajero. ¿Pero qué podemos hacer realmente? ¿Sólo observar? ¿Evitar actos perniciosas o reducir sus efectos? ¿Acelerar algunos procesos beneficiosos? Éstas son las preguntas que habrán de guiar los experimentos.
4. Verificaciones experimentales (Condiciones básicas del viaje)
Mientras los ingenieros hacían los cálculos y trataban de deducir cómo había ocurrido el primer "viaje" y cómo podía reproducirse, enfrentamos también otro problema: ¿qué pasaba si el viajero "aterrizaba" en el pasado bajo tierra, sin espacio para su cuerpo? ¿Moriría sofocado? ¿Cómo evitar ésto? Buscamos entonces en los archivos a qué correspondía el lugar donde estaba la oficina del desaparecido. Y verificamos que, hace cien años, ya existía ahí el túnel y una especie de cueva en que se habían instalado los primeros equipos para detectar muones. Las cuevas naturales vacías, salvo por los equipos de detección, eran los mejores lugares para observarlas. Y el CERN había hecho un estudio geológico de la zona y descubierta esta cueva natural, que tenía al menos cien mil años de existencia. Con, además, también una salida natural, a un kilómetro de distancia, sólo cubierta en parte por un poco de tierra y algunos arbustos, una pequeña chimenea dejando pasar el aire. Sería, por lo tanto, fácil de abrir -para salir- si alguién "aterrizaba" en la cueva. Podíamos por lo tanto utilizarla con total seguridad.
La llegada en el futuro podía presentar otro problema: se podía asegurar la permanencia de la Agencia a mediano plazo. Pero quizás, en algún momento, dejase de existir. Si ya no existía el colisionador o una máquina que cumpliera las mismas funciones, nuestro agente no podría regresar. Avanzar en el pasado conllevaba por lo tanto el riesgo de no poder volver y, por ello, nuestros agentes debían ser no solamente historiados expertos en el período visitado sino voluntarios dispuestos a no regresar.
Mientras los historiadores contratados comenzaban a explorar el pasado en busca de períodos y hechos de interés para proyectos futuros, se enviaron voluntarios a muy pocos años de distancia solamente para afinar los procedimientos y observar las condiciones del viaje. Al principio no se les permitió salir de la cueva donde llegaban en el pasado. Luego se les permitió salir a observar brevemente el entorno y luego acercarse a las antiguas instalaciones del CERN en Meyrin y luego a la ciudad de Ginebra, pero evitando todo contacto. Debido a las otras actividades del CERN, los viajes no eran muy frecuentes. No fueron más de cinco en el primer año de experimentación.
La primera misión que planeamos con una extensión un poco mayor y un objetivo más preciso fue el asistir a la inauguración de la Agencia del Tiempo, hace un siglo. Obviamos sabíamos la fecha y conocíamos el programa oficial, pero no teníamos más detalles como la apertura al público, lo que se había podido visitar y el tipo de información que se entregaba. Ésto fue lo que encargamos que averigüe uno de los nuestros. Teníamos en el museo de la Agencia algunos de los gafetes de identificación utilizados en esa época y se lo dimos. Pero nuestro cálculo de proyección en el tiempo no fue lo suficientemente preciso.
Como nos contó al regresar al final del día, había llegado por error un par de días después de la inauguración. Entró como cualquier visitante y le hicieron pasar a la sala donde todos podían observar, en los televisores, los pronósticos del tiempo para todos los continentes, o bien instalarse en una estación de consulta interactiva en que podían obtenerse informaciones acerca de las estaciones de observación y los procedimientos utilizados. Quiso entonces utilizar su gafete para visitar el resto del edificio. Con él, pasó sin problema el primer control de acceso pero, al recorrer el corredor principal vió -al observar a otros funcionarios- que antes de ingresar en alguna de las dependencias o de tomar el ascensor había que acercar un ojo a una especie de mirilla. No sabía de que se trataba. Acercó el ojo e, inmediatamente, sonó un timbre y un par de guardias se acercaron a él. Le pidieron su identificación y les entregó el gafete. Lo llevaron a una pequeña oficina donde pasaron el gafete por un lector que lo validó nuevamente. Le pidieron entonces de nuevo que acercase el ojo a una mirilla y el aparato entregó un mensaje de error. Le dijeron entonces que no era el poseedor legítimo del gafete, que su ojo lo delataba. Nuestro hombre no sabía nada de las medidas de seguridad de la época y tampoco había quedado en nuestros registros que se utilizaban lectores de iris. Hoy se hace reconocimiento instantáneo del ADN. Fue entregado a la policía, acusado de sustracción de identidad. Le pidieron su nombre y documentos de identidad auténticos, pero no llevaba documentos de la época y no habría servido de nada dar otro nombre así que insistió en el del gafete. Le fotografiaron el iris y le tomaron las huellas dactilares con la intención de buscar sur verdadera identidad. Le interrogaron acerca de sus intenciones y explicó que una autoridad le había encargado recorrer la Agencia y verificar las medidas de seguridad. Dió el nombre del primer director y le dijeron que iban a verificar. Lo dejaron entonces encerrado, solo, en la salita de interrogatorio, momento que aprovechó para hacerse regresar.
Cálculos y experiencias posteriores -que tomaron todo el año 2240- permitieron establecer los parámetros que permitían controlar el flujo de muones y determinar, con una aproximación de una semana, la fecha a la que se enviaría el "viajero". Fue entonces cuando el CERN realizó el primer informe que, muy confidencialmente, fue entregado a las máximas autoridades de la Unión Europea. Y ello llevó a crear la Sección Histórica de la Agencia del Tiempo y redactar el primer reglamento para los viajes en el Tiempo.