13/6/12

Agencia del Tiempo 3.2


Sigue el documento CERN: 3. Bases teóricas

3.1. Matemática del caos
Es normal preguntar qué tienen que ver la matemática del caos y el clima con el viaje en el tiempo. Es mucho más de lo que parece a primera vista. Resulta que se ha descubierto que el tiempo, o más bien la Historia, es una función casi caótica o, como dicen los expertos, una función de "frontera del caos". Tiende siempre al desorden pero, cuando está a punto de caer en un desorden completo, ocurre una especie de salto y surge un orden nuevo. Es lo que explica desde el auge y caída de las civilizaciones hasta las grandes guerras y revoluciones. La primera hipótesis de este fenómeno, confirmada por los cálculos hace unos cincuenta años, la expuso el sociólogo Pitirim Sorokin en el siglo XX [* "Society, culture and personality", Ed.Harper & Brothers, Nueva York, 1962; traducción "Sociedad, cultura y personalidad", Ed.Aguilar, Madrid, 1973 ] : las culturas se suceden y pasan todas por tres fases, una primera en que se desarrolla lo sacral y el poder de la religión, pero poco a poco gana importancia la ciencia y esa cultura llega a su punto cúlmine, luego la tecnología y -con ella- los factores económicos van ganado importancia, reemplazando los valores de la religión y reduciendo de a poco la importancia de la ciencia, con la cual la cultura va decayendo y llega eventualmente a desaparecer, reemplazada por otra que ha empezado un ciclo parecido y ha adquirido la fuerza suficiente para avasallar la anterior. Así se van formando como olas que se suceden unas a otras.

Pero desde entonces, y gracias a la matemática del caos, hemos aprendido que este mismo fenómeno también ocurre a escala menor: cada ola grande es el producto de sucesivas olas menores tanto sucesivas en una misma zona como simultáneas en regiones vecinas. Son como las búrbujas que forman los bordes del famoso Conjunto de Mandelbrot, la primera demostración gráfica de la reproducción del orden en un conjunto aparentemente caótico.

3.2. Física cuántica
Sólo la física cuántica permite explicar cómo viaja el hombre hacia el pasado y el futuro al mismo tiempo, aunque no disponemos aún de una explicación de porque los muones -o algún otro elemento desconocido que los acompaña- escinden y desplazan de este modo los cuantones que encuentran en su camino. Los muones son unas partículas cósmicas diminutas capaces de atravesar la materia sin dejar huella ni destruir nada, y tan escasas que -según la teoría- sólo pasa una en cada centímetro cuadrado cada mil años. En qué o cómo pueden afectar los cuantones de la materia común si el flujo es más concentrado, no lo sabemos.

Pero, como descubrimos experimentalmente, cuando envíamos un hombre al pasado con el productor de muones, se crean dos versiones en espejo de los cuantones que lo conforman a nivel subatómico: mientras una parte va hacia el pasado, la otra viaja igual cantidad de años hacia el futuro. Por lo experimentado, la que comanda la vuelta, es la imagen futura del agente, porque dispone del colisionador con el inversor del flujo de muones o de un aparato mejorado que cumple la misma función. El del pasado no puede ordenar la vuelta: no hay máquina para él. Pero, en realidad, no la necesita. Cuando el flujo de muones invertido alcanza su imagen futura, se reintegra la totalidad en el presente, conforme a la teoría cuántica. Sin embargo, la misión que importa es la del agente del pasado. El del futuro no tiene, en realidad, nada que hacer salvo ordenar la vuelta. Y, como comparte información con su imagen del pasado, gracias al enlazamiento cuántico, lo pide cuando ésta lo requiere. Todo lo que sabe uno, lo sabe instantáneamente el otro en cuanto pase.

Pero, a pesar de ésto, como lo hemos verificado después, no puede traer información del futuro porque, al volver, el futuro no existe aún. No hay nada que contar; los eventuales "recuerdos" se desvanecen, salvo el del efecto de desdoblamiento. Y solo sabemos de este procedimiento para volver en forma teórica y porque el viajero regresa efectivamente. El día en que un agente no regrese querrá decir que ya no hay máquina. O que lo han matado en el futuro, lo que con suerte podríamos verificar al revisar el pasado, si su existencia -y desaparición- quedó registrada en él, porque su imagen-espejo ahí habría desaparecido también. No se espera ninguna muerte en el pasado porque, salvo un accidente imprevisible, siempre podría ordenar la vuelta.

*

Llegado aquí, Trompel detuvo su lectura. Como periodista, antes de entrar a la Policía Judicial, había cubierto algunas noticias científicas, pero se declaraba totalmente ignorante en materia de física cuántica. Solo sabía que se alejaba notoriamente de la física clásica y que no era fácil comprenderla. ¿Lo que leía tenía visos de realidad o era un mero invento? Le habría gustado saberlo y, por esta razón, decidió dar un paseo por la mayor librería de Bruxelas, la FNAC, en el centro comercial City2. Pensaba que ahí podría encontrar alguna obra de vulgarización. De lo contrario debería ir a la Biblioteca Nacional, donde temía encontrar solamente obras para expertos.

En la FNAC, en el último piso del City2, se acercó a la sección de ciencias, buscando los libros de física. Encontró varios títulos que trataban de cuántica y se preguntó cual sería lo suficientemente simple para que un policía-periodista como él lo entendiese. Estaba empezando a mirar el contenido de los libros, uno tras otro, cuando una mujer se le acercó y le preguntó:
- ¿Interesado en física cuántica?
- Sólo deseoso de aclarar algunos conceptos.
- Si no es físico o experto en matemáticas, no tiene mucho donde elegir.
- No soy ni lo uno ni lo otro. Soy periodista, y más dedicado a la crónica roja actualmente. - (Prefería evitar de presentarse como policía cuando no era indispensable, para establecer una mejor relación).
- Entonces me parece un poco extraño que se interese por la física cuántica. ¿A visto algún muerto que podría haber sido asesinado por un cuantón perdido?
- Dicho así, parece chistoso. Pero efectivamente estoy estudiando un caso en que la víctima parece tener algo que ver con investigaciones en cuántica. Disciplina de la cual no sé nada pero que podría jugar un rol importante en el asunto. ¿Ud entiende de cuántica?
- Estoy cursando licenciatura en física y, aunque parece tan increíble como los postulados de esta ciencia, sí creo entender algo.
- ¿Y me puede recomendar algún libro?
- Se me ocurre uno solo. El ABC para todos los aficionados: "El cántico de la cuántica". Está ahí en el estante. Creo que lo entenderá, o al menos sabrá lo que algunos creen entender. ¿Acaso está interesado en la desaparición del guionista de "Las Curvas del Tiempo"?
- ¿Qué le hace creer ésto?
- Por lo que sé, es el único caso de connotación pública que podría interesar a un periodista y que tiene algo que ver con la cuántica. ¿No se basa todo el asunto del viaje en el tiempo en una explicación cuántica algo espúrea?
- Ha dado en el blanco. Pero no sé si la cuántica es sólo un argumento ficticio de la serie o si tiene más implicaciones. Y espero que el libro me lo aclare.
- Si no lo hace, quizás yo pueda hacerlo. Puede resultar más provechoso hacer preguntas y que un entendido las responda. Mi nombre es Irène Moulins.
- Gracias, señorita. Pero creo que debo leer primero este libro, para saber qué preguntas hacer.
- Entonces, anote mi número de teléfono. Puede llamarme cuando guste, de preferencia después de las siete por cierto, ya que de lo contrario puedo estar en clase... o visitando una librería.

Le dió su número y luego se despidieron. Trompel llevó el libro a la caja y lo pagó. Luego se fue a su oficina. Aunque entendió un poco mejor de qué trataba la física cuántica y, sobre todo, lo extraño que resulta ser en comparación con la física clásica, no logró entender por qué la cuántica podía ser la base de la "reversibilidad del tiempo" que, como pudo leer, fue planteada ya en 1947 por Oliver Costa de Beauregard, aunque Luis de Broglie la calificó de inmediato de "insensata".