25/10/11

Vacaciones - 3.3


Cuando asumió el puesto de jefe policial de la región, el general Villavicencio debió combatir no sólo a los capos de la droga, sino también a su propia fuerza policial, que estaba en la nómina de un poderoso cartel. Casi la totalidad de la fuerza inició una huelga para exigir la destitución del general, pero terminaron despedidos y sometidos a proceso. El gobierno estaba decidido a deshacerse de las policías locales. El general prohibió el uso de teléfonos celulares, porque los policías los utilizaban para alertar a los Zetas sobre las patrullas del ejército. Conminó a los residentes a que denunciaran los delitos a su propio teléfono celular porque el número de emergencia de la ciudad era usado por policías corruptos para emprender represalias. 

Se hizo cargo de inmediato de la investigación del secuestro, no solo porque involucraba sin duda a los narcotraficantes -hasta entonces poco activos al sur de Acapulco- sino porque este tipo de hecho sería extremadamente perjudicial para el turismo, principal fuente de recurso de la zona. Como sabían los policías federales, los corridos y las fiestas eran el talón de Aquiles de los narcos. Fue lo que perdió a los secuestradores y salvó a los dos secuestrados. Los músicos contratados por los traficantes subieron a Youtube la canción "El capo del secuestro", en que relataban las andanzas de "El Vicente", uno de los principales lugartenientes de Teófilo López, alias "El banquero", el hombre fuerte del lavado de dinero. El video mostraba los músicos, parte de la asistencia -entre ellos el homenajeado- y el fondo permitió finalmente individualizar la casa donde ocurrió la fiesta. La letra hablaba también de "los turistas invitados". 

    El diario "El Mercurio", de Santiago, informó el 27-12-2009 que unos músicos subieron a Youtube la canción "El más bravo de los bravos", en que se relatan las andanzas de Raydel López, "El Muletas", uno de los principales lugartenientes de Teodoro García Simental, "El Teo", ex cabecilla del cartel de Tijuana.

Como sabían los federales, Vicente Gamboa había pertenecido a la policía local de Cancún y, trás renunciar al servicio, se había unido a los Zetas. No sabían que era el responsable del último secuestro y, hasta entonces, no habían podido localizarlo. Ahora, gracias al corrido y a las fotos satélitales de Goole Earth, lograron identificar varias casas donde podía haber tenido lugar la fiesta. Los investigadores las fotografiaron luego discretamente con cámaras unidas a telescopios, hasta que pudieron precisar cuál era la casa en que ocurrió la fiesta, la cual se encontraba entre la ciudad y la ruinas de Tulum

Entre tanto, se habían dado instrucciones a la esposa de Mézière para simular el pago. La llamada fue grabada y se pudo reconocer la voz del propio Gamboa, lo cual lo ligaba definitivamente al hecho a la vez que confirmaba su presencia a proximidad. El general Villavicencio planificó entonces un asalto simultánea a la casa identificada y al lugar de entrega del rescate, en el momento en que ésta debía realizarse. Sus hombres tomaron posición con mucha antelación y con el máximo sigilio, para evitar ser descubiertos. En el mismo momento en que un vehículo Hummer se detenía al lado de la señora Mézière para recibir el bolso que contenía supestamente el dinero, los federales dispararon al soldado narco que había bajado y bloquearon el vehículo, capturando al chofer y otro acompañante, los que no tuvieron oportunidad de utilizar sus armas.

Simultáneamente, advertida por radio, la fuerza que rodeaba la casa de Gamboa procedía al asalto, produciéndose un cruente enfrentamente con un importante contingente de guardaespaldas del traficante. Éste intentó escapar por un túnel pero la punta de lanza de la fuerza de asalto había podido entrar muy pronto y había llegado sin dificultad al túnel, siguiendo sus pasos a poca distancia. Cuando lo alcanzaron, el jefe de los secuestradores, "El Vicente", de 32 años, estaba impecable con un conjunto deportivo blanco marca Abercrombie, apenas insuciado por el roce con alguna pared del túnel, y zapatillas que le hacían juego.

En su celda, los secuestrados sintieron repentinamente un intercambio de balazos. Luego la puerta se abrió y fuertes linternas los iluminaron. Los hombres que entraron estaban vestidos de negro y portaban pasamontañas, por lo que no era posible identificarlos. ¿Serían integrantes de otro cartel de traficantes? Los ataques mútuos eran frecuentes. Pero de inmediato les anunciaron que quedaban libres y que no temieran porque la policía federal habían desarmado o abatido todos los delincuentes.

El día siguiente, varios diarios franceses y belgas rendían cuenta de que el empresario farncés André Mézière, proprietario de una discoteca en Cancún, que había sido secuestrado en compañía del detective belga Joseph Trompel -de vacaciones en México- y para quién los secuestradores habían exigido un pago de un millón de dólares, había sido liberado por la policía fedral mexicana.

Nota
    En 2009, efectivamente, un empresario belga especializado en la gestión de locales nocturnos fue efectivamente secuestrado en Guadalajara, en el oeste mexiacno, y luego librado, mientras dos de sus secustradores fueron capturados, según relató el diario belga "La Libre Belgique", que reprodujo un comunicado de la Secretaría mexicana de Seguridad Pública. Un de los secuestradores era un ex-policía y pertenecía a la banda criminal llamada "Los chacales", conocida por sus métodos particularmente violentos. Se registró oficialmente un millar de secuestros en México en el 2008, pero expertos independientes estiman que hubo el triple, teniendo en cuenta los casos no declarados por familias que han preferido tratar directamente con los delincuentes.