18/10/11

Vacaciones - 3.2


Poco antes de llegar de vuelta al hotel, había un bloqueo en la mitad de la ruta y un grupo de militares armados con metralletas los hizo bajar del auto. Como ya había presenciado un control parecido en su trayecto entre Cancún y Tulum, Trompel no se extrañó, como tampoco su compañero. Pero los empujaron hacia otro vehículo, una van con vidrios oscuros en que los obligaron a subir. Arriba, mientras el vehículo arrancaba a toda velocidad, los maniataron y les taparon la boca con cinta adhesiva. Era obvio que no eran verdaderos militares y que acababan de ser secuestrados.

Después de taparles la boca, les vendaron los ojos y no supieron hacia donde los llevaban. Después de un largo recorrido en el vehículo, por lo que parecían carreteras normales, fueron desembarcados y se les obligó a caminar por un camino de ripio y luego de tierra, pasando entre arbustos, y luego entrar en un estrecho pasadizo y bajar una escalera de piedra. Finalmente los hicieron sentarse en el suelo y les sacaron las vendas y la cinta que les cubría la boca. La oscuridad era casi total ya que entraba apenas un débil rayo de luz por el corredor por el cual habían llegado, tapado además por los captores que se retiraban, cerrando la puerta. Quedaron en una oscuridad total.

- Aquí está la consecuencia de ese mensaje que recibió -le dijo Mézière a Trompel-. Aunque no lo hubiésemos descifrado, sospecharían que lo hemos hecho y quizás se imaginan que somos de la policía anti-droga.
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Como el empresario francés no volvió como previsto el mismo día, su esposa quedó sorprendida y, al no tener respuesta llamando a su teléfono móvil, hizo la denuncia ante la policía federal. El día siguiente recibió un llamado telefónico que le informó del secuestro de su marido y de la exigencia de un millón de dólares para su rescate. Pidió una prueba de vida y le dijeron que le enviarían un video. Avisó entonces tanto a la policía como al consulado francés y a su propia familia en Francia. De este modo la noticia llegó a los medios de comunicación europeos.

Los diarios belgas y franceses rindieron cuenta del secuestro, recordando además que la cercana Acapulco, glamour de los años 50 que inspiró a Elvis, también había sufrido ya ejecuciones al "estilo norteño". Este puerto ya no era tan chic como antaño y la saturación turística había ahuyentado hace años a buena parte del jet set, que cambió esa jungla de resorts de concreto por nuevos destinos como Cancún y el resto de la "Riviera Maya" o las islas del Caribe. Sorprendía que esta zona hiciera noticia en la crónica roja de los diarios. Y no por delincuencia común, sino por la misma narcoviolencia que azotaba con masacres en ciudades norteñas como Ciudad Juárez, Tijuana o Chihuahua. El secuestro no había sido el único hecho violento: en distintos puntos de Acapulco y Cancún aparecieron nueve cuerpos con impactos de balas -cuatro de ellos decapitados-; seis policías municipales fueron asesinados en poblaciones aledañas e incluso en un hotel, el Costa Azul, fueron acribillados dos huéspedes. Una turista que viajaba en un taxi fue alcanzada por una bala en la cabeza. [Informó de ello "El Mercurio" de Santiago en marzo de 2010]
 
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El tiempo pasaba y el silencio habría sido total si no fuera por un extraño rumor.
- ¿Escuchas este ruido? -dijo Trompel-. Parecen olas chocando con rompientes. ¿Estaríamos tan cerca del mar?
- Es posible. Como sabes, el sitio de Tulum está en la costa. Podría no ser el único. Ya sabes que algo conozco de las construcciones maya -le dijo Mézière, que había estado tocando los muros-. Estos muros no son artificiales. Creo que estamos en el subterráneo de un templo, quizás uno que solo los traficantes conocen, aún cubierto de vegetación, o bien en uno conocido, pero donde sólo ellos tienen acceso al subterráneo. Existen aún decenas de templos y otras construcciones cubiertas por la selva, que son así un estupendo escondite.
- Pero nos falta luz para examinar mejor el lugar.
- Tengo un encendedor. Veamos donde estamos.

Lo encendió y recorrieron el lugar con la vista. Era efectivamente una pequeña cueva cuyos muros habían sido tallados para darle forma de habitación. Una burda puerta de madera cerraba el acceso y resistió todos los esfuerzos por empujarla. De nada serviría mantener la luz encendido así que apagaron el encendedor y siguieron conversando.

- ¿Qué querrán?
- En el norte del país es frecuente que capturen a norteamericanos, turistas o empresarios, para pedir un rescate. No creo que te hayan seleccionado, porque hay muchos otros turistas por aquí de quién es fácil saber si pueden proporcionar un buen rescate. Lo más probable es que me hayan seguido a mí. Contactarán a mi mujer para pedir el rescate. Pero todo depende de cuanto pidan. No tengo muchos fondos de reserva.

En efecto, horas más tarde dos encapuchados entraron y se llevaron violentamente al empresario. Cuando volvió, con varias magulladuras, le contó a Trompel que lo habían obligado a grabar un video destinado a su esposa, en que los secuestradores reclamaban un millón de dólares.
- Les dije que no tenía ni de lejos esta cantidad de dinero. Entonces me pegaron y me dijeron que si no pagaba se desquitarían con mi mujer, se adueñarían como fuera de todas mis propiedades y me harían desaparecer.