12/7/11

Los Seis - 4.2

Mientras Lacroix se hacía socio del lujoso club, Servais ordenó a un par de hombres observar discretamente el "De 6 a 6". Lograron sin dificultad convencer a un propietario de una de las casas del frente que les prestara una pieza en el último piso, con vista al club. El dueño de esa casa estaba bastante molesto con las idas y venidas, a veces turbulentas, a altas horas de la noche. Se instalaron ahí con binoculares y una cámara con teleobjetivo para fotografiar a los visitantes.

Servais, por su parte, fue por la tarde a visitar a Van Acker a su casa, después de averiguar su dirección particular y confirmado su presencia. El hombre estaba intrigado por la visita del policía pero cuando éste le dijo que estaba relacionada con sus visitas al club "De 6 a 6", se sonrojó y casi se desmaya. Cerró rapidamente la puerta del pequeño salón donde había recibido al comisario y le suplicó:
- Por favor, que mi esposa no se entere. ¿Cómo supo de mi relación con este club?
- Lo estamos vigilando, sr Van Acker. Nos han llamado la atención sobre algunas personalidades que lo visitan y sobre posibles acciones que bien podrían ser ilegales. Por ahora, no tenemos suficientes elementos para obtener un permiso de allanamiento y por ésto recurrimos a algunos de los socios, a los que -como ud- nos parecen más confiables y más discretos, esperando que nos puedan dar más información. ¿Estaría dispuesto a ayudarnos?
- Si se esconde ahí algún delincuente, puede contar conmigo, siempre que mantenga la reserva sobre mi ayuda.
- Puede contar con ello, mientras ud no sea cómplice de ninguna actividad ilegal.
- No creo que me pueda considerar cómplice de nada ilegal, sino de utilizar los servicios de esas damas, todas de alto nivel.
- De acuerdo, al menos por ahora. Entonces, por qué no empieza contándome cuales son las actividades habituales que ud conoce, quiénes prestan los servicios y quienes gozan de ellos.
- Es mucha información. ¿No saben nada de ello aún?
- No le voy a decir lo que ya sabemos. Cotejaremos con ella todo lo que me diga. Por cierto estoy grabando esta conversación, para no perderme nada. Empiece por favor.
- Bien. Como sabrá sin duda, el "De 6 a 6" es un club privado de alto nivel. No entra ahí cualquiera: hay que ser socio y para serlo se debe contar con la invitación de un socio activo y considerado honorable, además de pagar una fuerte suma de dinero. Las actividades se parecen a lo que ocurre en las casas de té de Japón, solo que aquí se puede consumir alcohol y que las acompañantes están disponibles para prestar servicios sexuales, del tenor que uno guste. Lo básico, que es lo que ocurre en los salones comunes, está incluído en la cuota mensual mientras los servicios en piezas individuales se pagan aparte, cash, de acuerdo con la escolta que lo atiende a uno y que maneja sin duda algún tipo de tarifa común. Cualquier extra es bienvenido y cariñosamente agradecido.
- ¿Quién regenta la casa?
- Una señora que se conoce únicamente como Madame Perla.
- ¿Y quiénes son las escoltas?
- La mayoría son ex-misses que ganaron concursos de una u otra cosa: de su país, como una miss México y una Miss Honduras, de su ciudad, como miss Rotterdam, o de revistas: miss 17, miss Playboy, etc. Todas son presentadas inicialmente con sus pergaminos: el lugar de origen, el concurso en que fueron elegidas y los títulos universitarios -que casi todas tienen y son importante por la categoría de los socios-. Todas se conocen exclusivamente por un nombre de pila que, quizás, no sea el verdadero. ¿Qué más le puedo decir?
- ¿Cuáles son las actividades en las salas comunes?
- Aparte de conversar, esencialmente con la escolta pero también ocasionalmente con uno que otro socio, se escucha música -hay varios ambientes-, se bebe -desde café hasta scotch y champán- y se juego naipes, damas, ajedrez.
- ¿Ruleta? Black jack?
- Efectivamente se puede jugar al 21, pero no he visto ruleta ni he visto jugar por dinero.
- ¿A quién conoce de entre los socios?
- Hay varios bien encumbrados, como el juez Dedeuvel, el senador Verschande, el banquero Durand, el naviero Verstappen o el periodista de televisión Mostinck. Hay otros, pero no conozco sus nombres, salvo un par con quienes converso regularmente: Gossiaux, que trabaja en la Papelera y fue el que me llevó, y Momens que tiene algunas farmacias.
- ¿Desde cuando va allí el juez?
- No lo sé. Ya era socio cuando yo entré.
- ¿Qué me dice del personal de servicio?
- Las mucamas, que debe haber, no se ven nunca. El servico de bar es proporcionado por hombres cuya edad ronda sin duda la cuarentena. De ellos también se conoce escasamente el nombre pila.
- ¿Y la seguridad?
- Hay dos mastodontes bien musculosos, sin nombre alguno y que no hablan con nadie, salvo si deben poner orden, lo cual ocurre raras veces, o como cuando deben ayudar a colocar un borracho en el taxi que la escolta habrá llamado a su tiempo.

Servais hizo algunas otras preguntas sobre detalles y luego agradeció a su interlocutor. Le pidió su teléfono y le dió el suyo, para poder seguir en contacto, pidiéndole también que le avisara en caso de observar algo desacostumbrado.