5/4/11

Colonización 6.3.

Para complementar lo anterior y lo que sigue conviene leer la siguiente información que nos entrega Z.Sitchin:

"En unos textos sumerios que describen Sippar se cuenta que había una parte central, oculta y protegida por poderosos muros, en cuyo interior se levantaba el Templo de Utu, «una casa que es como una casa de los Cielos». En un patio interior de este templo, protegido también por altos muros, estaba «erguido hacia arriba, el poderoso APIN» («un objeto que surca», según los traductores). En un dibujo encontrado en el montículo del templo de Anu en Uruk se ve uno de estos objetos. Hace unas cuantas décadas, habría sido difícil adivinar lo que era este objeto, pero, ahora, podemos reconocer en él un cohete espacial de varias etapas en cuya cúspide descansa el cónico mu o cabina de mando. Las pruebas de que los "dioses" de Sumer poseían no sólo «cámaras voladoras» para recorrer los cielos de la Tierra sino también cohetes de varias etapas para ir al espacio, emergen del examen de los textos donde se describen los objetos sagrados del templo de Utu en Sippar. Se nos cuenta que a los testigos del tribunal supremo de Sumer se les hacía prestar juramento en un patio interior, junto a un pórtico a través del cual podían ver y enfrentarse a tres «objetos divinos», que tenían por nombres «la esfera dorada» (¿la cabina de la tripulación?), el GIR y el alikmahrati -un término que, literalmente, significaba «impulsor que hace ir a los navios», o lo que nosotros llamaríamos «motor»." (El 12º planeta, p.89).

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El pecado de Gilgamesh no fue el único del que quedó constancia en la Biblia. Los textos sumerios también relatan algo muy parecido al castigo de Dios por la construcción de la Toerre de Babel. El significado último, sin embargo, estaría relacionado con le presencia de los nefilim y de su monopolio de relación con "el cielo".

Según el texto babilonio conocido como «La Epopeya de la Creación», los nefilim se habían demorado dos años, trabajando sin descanso, para cumplir la orden
«Construid la Puerta de los Dioses... Que se elabore su enladrillado. Su shem estará en el lugar designado.»

Así, la primera plaza de lanzamiento fue construída en un lugar llamado Babili, que significa literalmente «Puerta de los Dioses». (de ahí el nombre de Babilonia). Para ello «aplicaron la herramienta... moldearon ladrillos»- hasta que «elevaron a las alturas la cúspide de Eshagila» («casa de los Grandes Dioses») y «construyeron la torre de la plataforma tan alta como el Alto Cielo». (Z. Sitchin: "El 12ª Planeta", p.79-80)

Los humanos, con el paso del tiempo, tuvieron el descaro de querer tener su propia torre y de construir su propio «vehículo aéreo» para poder volar también ellos -como los dyauses- en un mu «sobre todas las tierras pobladas».

Debido a la construcción de la torre y del seudo-cohete que era en realidad la prueba de que "deseaban alcanzar el cielo", los dyauses se enojaron y decidieron expulsar a todos los humanos de las ciudades que ellos habían fundado y que, ahora, incluían grandes jardines (como los famosos "jardines colgantes de Babilonia"). Así, los hombres quedaron excluídos del acceso al "paraíso terrenal" que tales ciudades constituían para ellos.

Para que entendieran de una buena vez que no podían aspirar a subir al cielo ni imitar a los dyauses, Piter hizo caer sobre la torre sus famosos rayos que la redujeron a cenizas como lo hubiese hecho una bomba atómica, pero sin efecto de radiación alguna en los alrededores. Luego un "legislador" fue enviado a todos los asentamientos humanos para recordar a sus jefes las leyes que ya imperaban para ellos desde los inicios de su llegada a Mesopotamia e imponer algunas nuevas.

Una antigua «tablilla de sabiduría» sugería el siguiente comportamiento:
"Ni siquiera hagas daño a tu oponente; al que te haga mal recompénsale con bien. Hasta a tu enemigo, que se haga justicia... No dejes que tu corazón sea inducido a hacer el mal... Al que pida limosna, dale alimentos para comer, dale vino para beber... Sé servicial; haz el bien."

Imagen anexa: La entrega de las leyes (del famoso "Código de Hammurabi")

Como los nefilianos siempre necesitaban abastecimiento, se impuso también a los hombres la obligación de entregar la décima parte de todo lo que produjeran y se nombraron intendentes para recoger los productos. También se dispuso un doble sistema de trabajo obligatorio. El primero obligaba a todos los varones a dedicar al menos cinco años de sus vidas a trabajar exclusivamente al servicio de los anunnaki. Después de este período para los hombres y a partir de los catorce años para las mujeres, el trabajo para los dyauses quedaba establecido sobre la base del cálculo de la décima parte del tiempo de luz diurna, acumulable por cada doceava parte del año calendario, estableciendo sistemas de turnos para que hubiese siempre una fuerza de trabajo estable.