Enki y Ninti se concentraron entonces en la preparación de una mezcla capaz de transformar a los homínidos en seres capaces de comprendernos y de realizar los trabajos que nos eran tan desagradables, aunque no tendrían la fuerza de los centauros. Así forjaron los primeros «hombres». [Dicen los textos antigüos que tomaron una criatura que ya existía y la manipularon para «sujetar sobre ella la imagen de los dioses». El Génesis también dice que Dios «creó al hombre a su imagen y semejanza».]
Cuando apareció por fin el primer ejemplar vivo y en buena salud, la Diosa Madre lanzó un grito triunfante y se dirigió a los Grandes Dioses clamando:
«Me mandasteis una tarea-
La he terminado...
Os he quitado el duro trabajo
he impuesto vuestra labor a El Trabajador, 'Hombre'.
Levantasteis un grito por un Trabajador:
He soltado el yugo,
os he dado la libertad.»
[En la grabado sumerio: Ninti presentando el adamu a los anunnaki, flanqueada por el Árbol de la Vida y matraces de laboratorio.]
Los anunnaki recibieron su anuncio con entusiasmo. «Ellos corrieron y le besaron los pies». A partir de entonces sería el Trabajador Primitivo -el hombre- «el que llevaría el yugo». Así, los nefilim, después de llegar a la Tierra para establecer sus colonias, crearon el primer modelo de esclavitud, con trabajadores primitivos forjados por ellos mismos, mezclando material genético propio con material local. Un motín de los dioses había llevado a la creación del Hombre.
debían tomar en cuenta que los óvulos fecundados debían ser implantados en "dioses del nacimiento" [los que llamaríamos hoy madres sustitutas]: los nuevos seres no eran capaces de procrear por su cuenta.
Grabado anexo:
"En las montañas del sur de Elam, se encontró una roca tallada en la que hay una escena que nos despierta la curiosidad. En ella, hay una deidad sentada que sostiene un matraz «de laboratorio» del cual fluye un líquido -una representación familiar de Enki. Junto a él, hay una Gran Diosa también sentada, postura que indica que se trata de una colaboradora más que de una esposa; no podía ser otra que Ninti, la Diosa Madre o Diosa del Nacimiento. Ambos están flanqueados por diosas menores -una reminiscencia de las diosas del nacimiento de los relatos de la Creación. Delante de estos creadores del Hombre hay filas y filas de seres humanos, cuyo rasgo más notable es que todos ellos parecen iguales -como hechos en un mismo molde." (Sitchin, p.194)
Después de que Enki se las ingeniara para lograr un primer «modelo perfecto» -Adapa/Adán-, pasó a diseñar técnicas de «producción en masa»: se implantarían los óvulos genéticamente tratados en mujeres anunnaki que serían liberadas de otros trabajos. Serían las "diosas del nacimiento", que engendrarían, la mitad varones, y la otra mitad, hembras. Siendo un híbrido, el humano no podía procrear por su cuenta.
Cuando apareció por fin el primer ejemplar vivo y en buena salud, la Diosa Madre lanzó un grito triunfante y se dirigió a los Grandes Dioses clamando:
«Me mandasteis una tarea-
La he terminado...
Os he quitado el duro trabajo
he impuesto vuestra labor a El Trabajador, 'Hombre'.
Levantasteis un grito por un Trabajador:
He soltado el yugo,
os he dado la libertad.»
[En la grabado sumerio: Ninti presentando el adamu a los anunnaki, flanqueada por el Árbol de la Vida y matraces de laboratorio.]
Los anunnaki recibieron su anuncio con entusiasmo. «Ellos corrieron y le besaron los pies». A partir de entonces sería el Trabajador Primitivo -el hombre- «el que llevaría el yugo». Así, los nefilim, después de llegar a la Tierra para establecer sus colonias, crearon el primer modelo de esclavitud, con trabajadores primitivos forjados por ellos mismos, mezclando material genético propio con material local. Un motín de los dioses había llevado a la creación del Hombre.
- Sitchin explica: "En la epopeya «Cuando los dioses como hombres» hay un pasaje cuyo objetivo era explicar por qué la «sangre» de un dios tenía que mezclarse con la «arcilla». El «divino» elemento requerido era «aquello que alberga eso que ata la memoria». Y, lo que es más, el mismo término aparece en la versión acadia como 'etemu', que se traduce como «espíritu»: ¿los genes?. (...)
- El texto afirma que la sangre del dios se mezcló en la arcilla de manera que ató al dios y al Hombre genéticamente «hasta el final de los días», de modo que la carne («imagen») y el alma («semejanza») de los dioses quedaría impresa sobre el Hombre en un parentesco de sangre que nunca se podrá romper. (...) Las evidencias de los textos antiguos, tanto mesopotamicos como bíblicos, sugieren que el proceso adoptado para mezclar las dos series de genes -los de un dios y los del Homo Erectus- implicaba el uso de genes masculinos como elemento divino y de genes femeninos como elemento terrestre. (...) El óvulo de una hembra de Horno erectus, fertilizado con los genes de un dios, se implantó posteriormente en el útero de la esposa de Ea [Enki]; y, después de obtenido el «modelo», se implantaron duplicados de ésto en los úteros de las diosas del nacimiento, para someterse al proceso de embarazo y parto." (Sitchin, 12º planeta, p.180 y 188)
debían tomar en cuenta que los óvulos fecundados debían ser implantados en "dioses del nacimiento" [los que llamaríamos hoy madres sustitutas]: los nuevos seres no eran capaces de procrear por su cuenta.
Grabado anexo:
"En las montañas del sur de Elam, se encontró una roca tallada en la que hay una escena que nos despierta la curiosidad. En ella, hay una deidad sentada que sostiene un matraz «de laboratorio» del cual fluye un líquido -una representación familiar de Enki. Junto a él, hay una Gran Diosa también sentada, postura que indica que se trata de una colaboradora más que de una esposa; no podía ser otra que Ninti, la Diosa Madre o Diosa del Nacimiento. Ambos están flanqueados por diosas menores -una reminiscencia de las diosas del nacimiento de los relatos de la Creación. Delante de estos creadores del Hombre hay filas y filas de seres humanos, cuyo rasgo más notable es que todos ellos parecen iguales -como hechos en un mismo molde." (Sitchin, p.194)
Después de que Enki se las ingeniara para lograr un primer «modelo perfecto» -Adapa/Adán-, pasó a diseñar técnicas de «producción en masa»: se implantarían los óvulos genéticamente tratados en mujeres anunnaki que serían liberadas de otros trabajos. Serían las "diosas del nacimiento", que engendrarían, la mitad varones, y la otra mitad, hembras. Siendo un híbrido, el humano no podía procrear por su cuenta.