2/11/10

La conspiración 7.6.

Entre tanto, en su oficina, Trompel había vuelta a analizar todos los datos que había recogido de los atentados, el blog republicano y los grupos de Facebook y, ahora, de los movimientos de fondos en las cuentas del PNI, de Durand, Bertrand, Verstappen e Ibn Sahlad desde el Banco Lambermont. Disponía ahora del software Parsifal, el que permitía cruzar datos de orígenes y formatos diferentes, adquirido recientemente por la policía especialmente para descubrir amenazas terroristas y actuaciones de narcotraficantes.

Después de varios minutos en espera, en que desfilaban por la pantalla los encabezados de los archivos y tablas consultados, empezaron a aparecer llamados de alerta. Mostraban que después de cada atentado se producían giros que partían de varias cuentas del banco Lambermont y seguían un mismo recorrido para terminar en un banco de las Islas Caimán. Las cuentas eran las de Ibn Sahlad y de Verstappen. También había habido un fuerte pago de Durand a Walckiers y pagos de Bertrand que, después de una vuelta por bancos extranjeros, habían llegado de vuelta a un oficial del Registro Civil, al sub-jefe de seguridad del hotel Lambermont, Philippe Moens, e incluso a un técnico de comunicaciones de la misma PJF. Las fechas coincidían cada vez, con unos días de retraso, a hechos registrados como sospechosos.

Cuando pasó su informe al comisario Servais, éste no pudo esconder su satisfacción.
- Hemos identificado los soplones y nos llevan a Bertrand. Y la cuenta de las Islas Caimán debe ser de Oblensky. El gobierno de allá no tardará en autorizar las investigaciones de las cuentas bancarias: le es cada vez más difícil resistir la presión internacional. Añadiremos nuestro pedido a la larga lista que ya tiene Interpol. Más temprano que tarde deberemos saber algo.
- Si no logramos que Oblensky o algún otro hable antes.
- Vamos a detener a Moens, el hombre de seguridad del hotel. Sospecho que será más blando que Oblensky. Y después arrestaremos a las cabezas pensantes y financistas. ¡Acabaremos con el PNI!
- Y los tipos del Registro Civil y de nuestras comunicaciones?
- Por cierto! Éstos no dudarán en confesar: tienen demasiado que perder.

Al anochecer, dos agentes se presentaron en el hotel Lambermont. Era la hora en que, según habían averiguado, Philippe Moens terminaba su jornada de trabajo. Cuando salía, lo detuvieron y lo llevaron a la comisaría civil más cercana. Le informaron que estaba acusado del atentado contra el cardenal de Villers y lo dejaron que reflexionara sobre su situación en una celda durante toda la noche.

En la mañana siguiente, después de un frugal desayuno y haber podido asearse, fue llevado a la central de la PJF donde le comisario Servais lo esperaba ya con otra prueba irrefutable: habían verificado que, a la hora del disparo contra el cardenal, el hombre se encontraba en la habitación donde habían encontrada el arma. Y había sido el único en salir de ella en los siguientes minutos. Servais lo enfrentó con este hecho y con el importante pago que había recibido, del cual sabía que había venido de Bertrand, aunque había dado vuelta por varios bancos extranjeros.

Moens aceptó finalmente que le había pagado Bertrand para disparar aunque pretendió que su objetivo sólo era herir al prelado, como había ocurrido. Preguntado sobre el origen del fusil Kalashnikov, terminó reconociendo que lo había tenido que ir a buscar a una casa de la calle de La Prospérité y la había recibido de manos de un ruso del que no conocía el nombre. Reconoció a éste en una foto de Oblensky que le mostró Servais. Finalmente tenían una prueba que ligaba claramente al ruso con la conspiración.