8/7/10

La conspiración 4.6.

El agente Vermeulen había estado siguiendo nuevamente a Daems. Se estacionó nuevamente a la vuelta de la esquina, como la vez anterior, pero se sorprendió cuando, al llegar de vuelta a pie a la avenida vió salir el auto de Daems. Corrió hacia su vehículo y se apresuró a retomar el siguimiento. Algo extraño debió haber ocurrido. Se convenció aún más de ello cuando Daems volvió a su casa pero, después de una hora, salió nuevamente y condujo hasta la casa del general Bertrand. Pudo ver de lejos que ya había un par de autos estacionados a la entrada y, uno tras otro, llegaron otros dos. Las matrículas coincidían: eran los mismos que él había descubierto la vez anterior donde Durand. ¿Habrían descubierto los micrófonos y cambiado la reunión en el último momento? Escucharía la grabación el día siguiente.

Comprobó en ésta que Durand había advertido a su sirvienta de que iba a tener una reunión de amigos esa noche, pidiéndole que dejara suficiente bebidas y algo de picar en el salón. Luego oyó la llegada de Bertrand, con el saludo seguido de un extraño silencio y la petición de salir. Daems, que él había visto llegar, no se escuchaba en ningún momento. Un poco más tarde -después de la rápida salida de Daems, según la cronología que había establecido- se oyó la llegada de Verstappen y una conversación acerca de la bolsa. Algo absolutamente intrascendente y que justificaba muy difícilmente esta reunión. Los extraños silencios y la salida de Bertrand y Durand para conversar afuera eran, a más no poder, un serio indicio del descubrimiento de los micrófonos. Sobre todo si se consideraba que la reunión se había efectuado un par de horas más tarde en otro domicilio. Vermeulen lo fue a comentar con su jefe.

- Comparto tus conclusiones -dijo éste-. Bertrand lo debe haber descubierto. No me extrañaría que tuviese un detector. Ha debido estar más de una vez en una situación en que los riesgos de escucha era muy altos. No nos serviría de nada colocar micrófonos en su casa: los descubriría en seguida. Si todos se fueron allá, es porque estaba seguro de estar limpio. Tendremos que buscar otra forma de oir sus conversaciones. El hecho de que haya tomado esta precaución indica que son de suma importancia.
- ¿Una antena ultrasónica quizás?
- Me parece el único medio posible. Pero requiere que encontremos un lugar de donde apuntar a la ventana adecuada, para captar las vibraciones. Y que sepamos cuando se van a reunir.
- Seguir a Daems en la noche parece ser una buena táctica. Nos perderíamos muy poco si después de seguirlo podemos acceder con rapidez al punto de observación.
- De acuerdo. Explora los alrededores de la casa de Bertrand. Y consigue los planos de arquitectura para saber donde está la más probable sala de reunión.
- Listo, jefe. A esto voy.