Unos días más tarde, uno de los diarios de la capital daba cuenta de algo que podía ser consecuencia directa de la amenaza anterior en "El Republicano":
"La Dernière Heure – Amenazas contra la Reina Fabiola
Este diario recibió este martes una carta dirigida a la redacción que amenaza a la reina Fabiola de un atentado que tendría lugar durante la visita que tiene programada para abrir un nuevo ciclo de opera en el Teatro Real de La Monnaie. La razón expresada es la «necesidad de desembarazar al país de figuras decorativas costosa e inútiles». El mensaje termina don la exclamación «¡Viva la república!». La carta fue escrita en un computador e impresa por un equipo láser. El sobre llevaba una estampilla que data de los años 40, bajo la ocupación alemana, durante la Segunda Guerra Mundial. Se entregó el material a la Policía Judicial, que abrió una encuesta."
Trompel no dudaba de la relación con los republicanos. Constató pronto que la misma noticia aparecía, aplaudida, en el blog y el grupo de Facebook mientras Darbée trataba de frenar los ánimos señalando su acuerdo con la supresión de la monarquía pero lo innecesario y contraproducente de la violencia. El detective recordó entonces que Servais le había aconsejado ya acercarse a Paula Darbée para sondear mejor su pensamiento. Decidió entrevistarla dando el motivo de la publicación de un "perfil humano" en su diario. Llamó a la oficina de la diputada y concertó la cita.
Se encontraron el día siguiente. La diputada había citado a Trompel a la salida del Parlamento, a las cinco de la tarde. Salió a las cinco diez, disculpándose por el atraso debida a la demora de la comisión en la cual había participado. Invitó al periodista-detective a tomar un café en la terraza del hotel Metropole. Cruzaron por lo tanto la calle de la Ley y bajaron a la estación de metro del Parque Real, tomando la línea 1 en dirección al centro. Cinco minutos después salían en la plaza de Brouckère, donde está el hotel, y se sentaron a la terraza, como siempre ocupada por una gran cantidad de turistas. Trompel le preguntó entonces por sus estudios y como había llegado al PNI.
- Estudié Servicio Social en la Escuela Central de Artes y Oficios -le dijo-, y ahí conocí a Daems, que estudiaba contaduría. Nos hicimos muy amigos y, poco a poco, con otros estudiantes, desarrollamos las ideas básicas que dieron origen a nuestro partido. Al principio recogimos ideas de los Verdes y de los Humanistas de izquierda, pero nos pareció que no llevarían a ningún cambio sustantivo. Lo que se requiere es una verdadera revolución; transformar las bases del estado, para que haya una verdadera igualdad. "De cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades" como dijo alguna vez Karl Marx. Pero no somos comunistas: ese partido padece esclerósis y ha introducido una nueva clase de opresores. La autoridad no puede residir en las personas, sino solo en estructuras participativas. Ésto implica deshacerse de las estructuras políticas actuales de este país, rechazar la realeza y los títulos nobiliarios, redactar una nueva constitución. Pero, ya que es miembro del partido, ya sabe todo ésto.
- En efecto. Pero me da gusto oírlo en sus propias palabras. Y, más que repetir la doctrina del partido, lo que me interesa -para un nuevo artículo en mi diario- es saber más de ud como persona, de su familia, de sus amigos. ¿De dónde viene su familia? ¿Tiene hermanos?
- Mis padres -y mis abuelos antes- han vivido siempre cerca de Bruselas, en Waterloo. Como quien diría "a la sombra de la capital". Mis abuelos eran campesinos pero lograron que mi padre completara sus humanidades en el liceo de la comuna, donde yo también estudié después. Luego mi padre entró a la Escuela de Aviación, en el área de mantenimiento, pero no logró superar las pruebas para seguir en la escuela de oficiales. Hizo carrera como suboficial mecánico y, hace unos años, se retiró y abrió un taller mecánico en Waterloo. Mi madre era secretaria civil en la base de Melsbroeck: ahí se conocieron. Ella es de Bruselas y su padre era empleado de la municipalidad de Etterbeek.
Tengo un hermano ingeniero que partió a Brasil en un programa de ayuda al desarrollo. Fue él quien me dió a conocer las obras de Paulo Freire, de donde sacamos muchas ideas para el partido y la metodología para las discusiones en nuestras reuniones de base. ¿Qué más le puedo decir?
- Ésto es muy interesante. Sé que es aún soltera, así que ¿qué me dice de sus amigos? ¿Aún mantiene relaciones con amigas del liceo o de la ECAM?
La conversación se fue extendiendo, en torno a las relaciones sociales de la diputada, para luego pasar a sus gustos y aficiones. El tiempo pasaba y decidieron ir a comer juntos en el restorán del City2, un centro comercial que quedaba a un par de cuadras de ahí. Trompel se dió cuenta de que compartía muchas opiniones con ella, aunque no sus objetivos ni su convicción de la necesidad de realizar una revolución. Formuló varias preguntas en relación a ésta y se dió cuenta de que la diputada era mucho menos revolucionaria de lo que parecía. Como lo había notado en su página de Facebook, no compartía en absoluto la idea de un cambio radical y abrupto, ni mucho menos por una vía violenta. Creía en una democracia realmente participativa, sin dictámenes de las directivas de los partidos. Y reconoció que, en ésto, tenía algunas divergencias con Daems: creía que él tenía demasiada tendencia a imponer sus propios puntos de vista.
El diálogo volvió a enfocarse a los amigos, principalmente -ahora- los del partido. Lo cual condujo a que ella preguntara a Trompel si había hecho amigos en las reuniones. Respondió que no, que era muy pronto para ésto y que su propia profesión no le dejaba mucho tiempo para ello. Solo oportunidades como esta misma entrevista le daban la posibilidad de conocer mejor a una persona. Y se felicitaba de haber podido hablar con ella tan libremente. Coincidieron ambos en que había sido muy grato y que, aunque no fuera por trabajo, anhelaban repetir este tipo de encuentro. Intercambiaron tarjetas con sus números de teléfono personales y salieron luego juntos, bajando a la estación de metro Rogier, que está conectada con el City2. Ahí se despidieron con un beso, cosa poco frecuente entre quienes recién se conocían.