4/5/10

La conspiración 4.2.

Ahora debía ir a almorzar al restorán del Hotel Lambermont, conforme a la invitación recibida a través del delegado de la célula del PNI de Bruselas, para encontrarse con el presidente del partido y hablar de estrategia publicitaria. En la mesa a la que fue conducido encontró a Martin Daems acompañado de la diputada del partido, Paula Darbée, y -lo que resultó más sorpresivo para él-, Julien Durand, el presidente del Banco Lambermont y -como se enteraría- dueño del hotel. Su delegado de célula no estaba. Después de las presentaciones y una conversación intrascendente mientras tomaban un aperitivo, Daems decidió entrar en el tema de fondo.

- Señor Trompel, he seguido sus artículos en La Dernière Heure y me encuentro muy satisfecho por sus comentarios favorables pero ponderados. Estoy seguro de que su ética periodística le impide mostrarse más entusiasta, pero el delegado de su grupo me ha asegurado de que ha demostrado un gran compromiso con los principios básicos de nuestro partido, y me alegro por ello. También me ha dicho que estaba dispuesto a darnos algunos consejos para el desarrollo de nuestra estrategia de propaganda. Hemos contratado una agencia de publicidad, pero me temo que no le interesa mucho la política y, por lo tanto, no comprende a cabalidad ni el escenario específico ni lo que deseamos, cosa que ud conoce perfectamente. Por lo tanto, nos gustaría saber hasta donde estaría dispuesto a colaborar con nosotros. Y luego le pediría eventualmente algunas orientaciones iniciales.
- Señor Daems, ha sido bien informado de mi interés y, como he señalado en varias reuniones, me parece que le falta al partido una mejor comprensión de cómo operan los medios y cómo es posible orientar la opinión pública. Una cosa es hacer publicidad, lo que su agencia sin duda sabe hacer, pero muy distinto es tratar de ganar y orientar la opinión pública, especialmente desde una posición débil como la de un partido bastante minoritario.
- Pero se podría considerar que casi todos los partidos belgas son esencialmente minoritarios -alegó Durand.
- Así es, efectivamente. Pero recuerde que tienen una larga historia, siendo herederos -casi todos- de grandes partidos que han operado por más de cincuenta años. Por ello, algunos de ellos han heredado de una parte del electorado por mero tradicionalismo, mientras otros han adoptado posiciones antes inexpresadas pero también ancladas en asuntos del pasado, como las diferencias lingüísticas. Para partidos con ideas nuevas, como el nuestro, resulta muy difícil competir y una estrategia no tradicional en lo político es indispensable.
- Ya puedo confirmar por experiencia que es difícil hacerse oír -asintió Paula Darbée-. No sabe cuanto me cuesta que me escuchen en la Cámara.
- Me parece que estamos de acuerdo en ésto. Y por ésto no interesa su asesoría. ¿Cómo podemos asegurarnosla? Ésta es la primero pregunta que quisiera que nos conteste. ¿Podríamos contratarlo en nuestro equipo administrativo? ¿En qué condiciones?
- No quiero renunciar a mi trabajo actual -empezó por contestar Trompel, que tenía muy claros sus objetivos-. No dudo que lo que hago en La Dernière Heure les conviene y abandonarlo podría serles perjudicial. Tienen hoy un aliado en la prensa y, si no tienen otros, ésto es fundamental. Ojalá tuviesen uno en la televisión, pero ud seguramente conocen la ley: el personal de prensa de la RTB se contrata de acuerdo a las cuotas de cada partido, así que sólo podrán contar con algún periodista cuando suba su representación parlamentaria. Por mi parte, por lo tanto, sólo le puedo ofrecer un tiempo muy reducido. Les puedo dar consejos; puedo opinar acerca de su campaña publicitaria. Quizás asistir a las reuniones de una célula donde se discuta más directamente como llevar los principios y objetivos del partido a acciones de propaganda. Pero ésto sería todo. Si quieren pagarme por ello, será bienvenido pero, en tanto no interfiera con mi horario normal de trabajo, no me parece fundamental.
- Nos queda muy claro, señor Trompel -respondió Durand-. Lo citaremos a nuestras reuniones de planificación cuando traten de acciones públicas. Y le someremos los planes que diseñe nuestra agencia publicitara para que los evalúe y corrija. Por estos trabajos específicos, que le tomarán tiempo fuera de las reuniones, le pagaremos. ¿Qué le parece?
- De acuerdo.
- Ahora, señor Trompel -siguió Daems-, a la vista de lo que hemos hecho hasta ahora y de su reciente observación acerca de la acción sobre la opinión pública, ¿podría darnos algún consejo para formular una línea de conducta general?
- Por cierto. Lo primero, en nuestro caso, es considerar la necesidad de una fuerte presencia en los medios de comunicación. Para ello, la publicidad es absolutamente secundaria. Lo fundamental es estar presente en las noticias y suscitar la discusión pública y, evidentemente, la adhesión. Ésto no se obtiene con inserciones pagadas: se obtiene creando hechos noticios que llamen la atención. Su intento con las pelotas lanzadas cuando el rey y el presidente italiano inauguraron la exposición etrusca es un buen ejemplo pero malogrado.
- Porque no sabíamos que la gendarmería iba a desplazar la camioneta.
- Es un aspecto pero menor. No es lo que critico. Lanzar huevos fue a mi juicio un error. Aunque siempre hay una parte importante de la población que se opone a la realeza, han de considerar que la figura del rey es siempre bien recibida por los que concurren y que, más aún, la mayoría de la gente aborrece acciones que consideran denigrantes, como el lanzar huevos. Si en vez de ésto hubiesen lanzado las pelotas manualmente a la avenida o hubiesen estado con globos, no habrían ofendido a nadie y habrían atraído mejor la atención. ¡Invente hechos como ese, pero evite siempre lo negativo! Pero estos hechos tampoco pueden ser muy frecuentes, porque sólo marcan presencia. Se necesitan hechos que den a conocer ideas capaces de atraer, de ganar adhesión. Ésto es menos fácil. Requiere gente capaz de explicarlas, de convencer, de atraer: líderes. La opinión se estructura agrupando seguidores en torno a líderes. Ud, señorita Darbée, ha sido elegida porque tiene esa capacidad. Debe explotarla. Si no aceptan una idea suya en la Cámara, llame a la prensa, explíquela y demuestre el error de quienes la rechazan. Ud, señor Durand, es un hombre importante que también sería escuchado por la prensa. Explique que apoya este partido porque estima que la banca es un servicio social, que su banco está al servicio de la población y no de los grandes capitalistas y ojalá lo pueda demostrar. Y ud, señor Daems, introduzca cambios en el funcionamiento del partido. El sistema de células y delegados es muy democrático, pero impide que surjan líderes. Se necesitan asambleas donde todos se conozcan y donde los mejores delegados se destaquen, para pasar a ser líderes. Deberían instalar un servidor de Internet, con un sitio web y todos los recursos que hoy facilitan las comunicaciones grupales: Facebook, Twitter... Así podrían motivar y movilizar mejor a sus simpatizantes. Ésto es lo que les puedo decir por ahora, resumiendo en pocas palabras un poco de teoría sobre opinión pública.
- Gracias señor Trompel. Algo así era lo que queríamos oír. Lo tenemos que discutir entre nosotros. Ya lo llamaremos para informarle de nuestras propuestas. Dejemos este tema.

Trompel tenía evidentemente una segunda idea. Abolir el sistema de células develaría la realidad del partido y no estaba seguro de que Daems y sus socios lo quisieran. También había puesto en evidencia lo extraño que parecía la presencia de un director de banco. Durand había palidecido cuando se había referido a él. ¿Lo llamarían realmente de nuevo? Quizás había ido demasiado lejos.

Había llegado el postre y hablaron de algunos otros aspectos de la política belga. Luego se despidieron.

Cuando Trompel se hubo marchado, Daems se puso a reir.
- El hombre te dió una lección -dijo, mirando a Durand.
- Yo no debería haber venido. Se debe estar preguntando qué hacía aquí.
- Pero tú querías conocerlo. Ahora ya lo conoces. Y nos dió, me parece, muy buenos consejos. Aunque no nos conviene aplicarlos todos. Cambiar la estructura del partido podría ser peligroso para nosotros.
- Pero está en lo cierto en lo que respecta a nuestra presencia política -intervino Darbée-. Debemos elevar más la voz, hacer que los medios de comunicación hablen más de nosotros. Si no, no vamos ni a lograr mayor votación real ni a poder justificar la victoria más adelante.
- Debemos inventar hechos que causen sensación.
- Ya lo hemos hecho y hemos planeado otros.
- ¿Pero que sean claramente a nuestro favor?
- Convocaré al Núcleo -terminó Durand.