13/10/09

La herencia 8.2.

Trompel no pudo contactar a la oficial: ya había abandonado su oficina. El día siguiente, después de tomar desayuno en el hotel, llamó de nuevo a Wienants. Ésta ya estaba al tanto de la agresión de la tarde anterior. Y ya tenía algunas informaciones al respecto. Habían descubierto que el chofer de los asaltantes, que había resultado herido, era el mismo que conducía habitualmente a los tripulantes de la línea aérea Lan Perú, línea que cubría la ruta La Paz, Lima, Madrid, Amsterdam. El vehículo pertenecía a una firma de seguridad llamada Internationaal Veiligheid Systeem Gezelschap. Los dos detenidos que habían secuestrado a Trompel no eran conocidos de la policía local. Fueron fichados y se enviaron los datos a Interpol. Lo que le pareció más significativo era que el número IP investigado, de donde se había tratado de estafar a Lamercan, pertenecía también a esa empresa. Reconoció que el belga había tenido razón al considerar que el hackeo podía estar relacionado con los otros casos y le dijo a Trompel que lo pasaría a recoger a su hotel para ir, junto a otros dos agentes, a visitar la empresa involucrada.

Mientras la esperaba, el detective asoció el nombre holandés con el que había dado Teplisty: InterSystem debía ser un condensado de Internationaal Systeem. Y si atendían tripulantes que viajaban de La Paz a Amsterdam, podía haber ahí otra pista apuntando al tráfico de drogas. Aunque se decía que la droga fluía libremente en Holanda, no era totalmente cierto. Lo era solamente para las drogas "blandas" como la marihuana, y había muchos programas orientados a la rehabilitación de drogadictos. Pero las drogas duras, como la cocaína y la heroína estaban prohibidas y el tráfico sancionado. Aunque, dada la importancia de sus puertos, el país era un lugar importante del tráfico europeo.

Un cuarto de hora más tarde, la inspectora Wienants recogía al belga y, junto a los demás agentes, se dirigían hacia Pakhuis Amsterdam, donde estaba la empresa que habían identificada. En el camino le contó lo que ya había averiguado de ella: oficialmente ofrecía servicios de seguridad a centros comerciales y medianas empresas, lo cual incluyía guardias de seguridad, camionetas blindadas y sistemas electrónicos así como software de protección de sistemas computacionales. Sin embargo tenía muy poco personal: no más de unas diez personas, lo cual no se condecía con su balance comercial que correspondía a una cifra de negocio de varios millones de euros. Ésto era sospechoso.

Las sospechas aumentaron cuando llegaron a la dirección de la empresa, en Jollemanhof, justo encima de las oficinas de Greenpeace Nederland. Las oficinas no representaban en absoluto lo que se esperaría de una empresa de su categoría. Apenas una recepción, una oficina para el gerente, mínimamente amoblada, otra con computadores para dos empleados, y una pequeña sala de reunión. El gerente no estaba y la recepcionista se vió obligaba a mostrar los locales y a dejar a los agentes urguetear por todas partes. No se veía ningún archivador: todo debía estar en los computadores. 

Encerraron en la pequeña sala de reunión a las dos personas que trabajaban en estas máquinas. Los dos agentes, especialistas en computación, se intalaron entonces en los equipos y los empezaron a revisar, ubicando de inmediato el que había sido el punto de partida del ataque a Lamercan. 

La inspectora Wienants, entre tanto, interrogaba a la secretaria-recepcionista acerca de la firma y de sus jefes. No fue sorpresa para Trompel que dijera que el gerente se llamaba Karl Teplisty. El belga preguntó entonces si usaban a veces el nombre de InterSystem y ella contestó que era el que usaban en forma habitual para los contactos fuera de Holanda. Le preguntó si tenían una oficina en Andorra y ella contestó que nunca había oído hablar de ésta.

Los ciberdetectives anunciaron a su jefe que habían encontrado numerosos archivos encriptados en los dos computadores. Sería necesario llevarlos a su laboratorio para analizarlos con calma y con programas especiales para tratar de traducirlos. Desconectaron entonces todos los periféricos y se aprestaron a llevarse las CPUs. Wienants siguió con el interrogatorio de la secretaria. No sabía nada de los socios financistas de la empresa. La mujer le confirmó los tratos habituales con las tripulaciones de LAN-Perú y le dió la dirección de unas bodegas que ellos ofrecían en arriendo a terceros, "con altas medidas de seguridad". También entregó sus listín telefónico, con una lista muy corta de clientes habituales.

Mientras tanto, los otros dos agentes habían ido a interrogar a los operadores de los computadores. Uno declaró ser contador y el otro un mero operador, encargado de supervigilar las operaciones y el personal cuyo servicio ofrecían a terceros, como los choferes y los guardias de seguridad. Había un chofer de automóvil -el que había resultado herido en el asalto a Trompel- y un chofer de camioneta blindada, destinada al transporte de valores, así como una docena de guardias de seguridad que trabajaban en un pequeño centro comercial cercano. Los nombres, direcciones, y actividad estaban registrados en su computador y la policía encontraría ahí los datos. Sabían sin embargo que trabajaban otras personas en los computadores, las que no estaban registradas como miembros del personal. Concurrían por las noches y no los habían visto nunca. Sabían de ellos únicamente porque se les había advertido de ello y por los archivos encriptados, acerca de los cuales se les había dicho que no hicieran preguntas. 

Los policías tomaron los nombres de las tres personas encontradas, verificaron sus domicilios y les ordenaron que no salieran de la ciudad. Y también que avisasen si llegaba el señor Teplisty, para quién dejaron una citación a presentarse a la oficina de Wienants. Iban a retirarse, llevándose los dos computadores, cuando entró un hombre.
- ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué se llevan nuestros computadores?
- ¡Policía! ¿Quién es ud?
- Soy Karl Teplisty, el gerente.
- ¡Queda ud detenido! Nos ha de acompañar para quedar a disposición del Ministerio Público.
- ¿De qué se me acusa?
- De intento de fraude informático y de complicidad en secuestro y asesinato.
- ¡Pero ésto es absurdo! No sé a qué se refiere.
- Lo sabrá cuando lo formalicen en el juzgado. ¡Acompáñenos!

Lo hicieron subir en el auto policial. Guardaron los computadores en la maleta. Todos subieron y el vehículo volvió al ayuntamiento. Mientras Trompel seguía a Wienants hacia su oficina, los otros hombres se llevaron a Teplisty en otra dirección.

La inspectora explicó que Teplisty sería llevado al complejo judicial de Schiphol. Ahí, en la cercanía del aeropuerto de Amsterdam, estaba el gran edificio de los tribunales y la cárcel en que se mantenían a los sospechosos durante las encuestas. Ahí, la seguridad estaba a cargo de la Koninklijke Marechaussee, la gendarmería real. La investigación local seguiría a cargo de un fiscal y de la policía judicial de Amsterdam. Pero en este caso, dado que se trataba -al parecer- de crimen organizado internacional, se designaría sin duda un equipo especial en el marco de Eurojust, el sistema de coordinación judicial de la Unión Europea. Se coordinaría con la PJF y el juez belga encargados del caso allá. 

Dado que había sido secuestrado en Amsterdam, se le pedía a Trompel presentarse el día siguiente en el Centro de Justicia de Schiphol para rendir oficialmente su testimonio al respecto. En cuanto a lo ocurrido en Bélgica, su testimonio debía ser recogido por el fiscal a cargo en Bruselas. El relato hecho ante la inspectora holandesa de lo ocurrido en el extranjero sería anexado por ésta como antecedente para establecer la internacionalidad y la gravedad del caso. Wienants prometió avisarle a su hotel la hora y la sala en que debería presentarse el día siguiente en Schiphol. También le comunicaría cualquier otra novedad acerca de la investigación.

Hacia las seis de la tarde, Trompel recibió el llamado de Wienants. Debía presentarse en Schiphol a las once del día siguiente, en la sala 301. También le contó que se había descubierto que uno de los agresores de Trompel era boliviano y había ingresado a España como empleado de InterSystem, con destino a Andorra, igual que el muerto en Bruselas. Aún esperaban de Interpol información acerca del otro. Sobre Teplisty no habían encontrado información y su identificación también había sido pasada a Interpol.