5/1/09

Artecal 1.1.

Todos los personajes son ficticios. Algunos hechos tienen una base real.
Los datos que se incluirán sobre el tráfico de arte también son reales.


24 de abril 1970
  • "París. AFP. Un camión que transportaba cerca de 400 obras de arte fue robado anoche cuando se dirigía por la autopista A50 en dirección al puerto de Marsella. Llevaba obras escogidas en las reservas del museo del Louvre qui debían exponerse en Dubhai. La escorta policial fue rerriba con metralletas. Los ladrones y el camión desaparecieron después de bloquear la circulación en la autopista en dirección al sur. Los controles establecidos a la entrada de Marsella algunos minutos más tarde no dieron resultados.
    La Brigada de Represión del Crimen, a la caza de los bandidos, solicitó la ayuda de los automovilistas qui pudieran haber cruzado el camión y dispuso la vigilancia de numerosos locales de anticuarios. De este modo logró ubicar el camión, vacío, en una bodega abandonado del puerto."

5 de mayo 1970
Era ya más de las ocho de la mañana y su patrón no lo había llamado. Era extraño: tocaba siempre el timbre cerca de las siete y media para que lo ayudara à vestirse. La cocinera se estaba poniendo nerviosa porque el desayuno se iba a enfriar y esto no le gustaba al patrón. Así, Néstor, el Mayoordomo del señor Philippe Ducquet de Joinville se decidió a averiguar lo que estaba pasando. Subió al tercer piso y entró en el dormitorio del dueño de casa. Pero no había nadie en la pieza y, cosa aún más extraña, la cama no había sido abierta, lo cual indicaba que el señor Ducquet no había dormido allí esa noche.

Néstor bajó entonces al segundo piso: no había nadie en el comedor ni en el salón. Siguió hasta el primer piso, llamó a la puerta del escritorio y, al no obtener respuesta, abrió prudentemente la puerta. El señor Ducquet estaba sentado frente a la mesa y parecía dormir. El criado se acercó y llamó a su jefe, primero a media-voz y luego más fuerte. Pero no respondía. Se fijó entonces en su palidez y su total inmovilidad. Después de dudar un poco, acercó la mano al cuello para tomarle el pulso: nada! Y el cuello estaba helado. El asunto estaba claro: el hombre estaba muerto, y desde varias horas. Néstor tomó entonces el teléfono que estaba sobre el escritorio y llamó a la única persona ligada a su patrón de la cual conocía el número: su médico, el doctor Luc Marchant, que ejercía en el hospital San Lucas de Woluwé.

Media hora más tarde, el doctor Marchant estaba en la oficina de su paciente y confirmaba su muerte, de la cual no encontró causa aparente. Ducquet no sufría de ninguna enfermedad crónica y sólo lo consultada ocasionalmente sea para una faringitis -era sensible al frío- o para un simple control rutinario. Una muerte tan repentina le parecía por lo tanto muy extraña y deseaba saber más. Decidió por lo tanto avisar a su amigo el comisario Jean Servais, de la Policía Judicial de Bruselas y recomendó a Néstor de contactar la familia de Ducquet, a lo cual el Mayoordomo respondió que no le conocía familia alguna ya que ningún familiar le había visitado en los quince años que servía en esta casa.