Cuando el vigilante llegó a la casa de Van Acker, no vió nada anormal. Pero cuando abrió la puerta se encontró a boca de jarro con un policía que le apuntaba y le ordenó levantar las manos. Le pasó las esposas y avisó a la patrulla que esperaba a una cuadra de distancia, en un vehículo sin marca distintiva. Se embarcó al detenido y se lo llevó a la central de la PJ, mientras un ayudante hacía lo mismo con el vehículo en el cual había llegado.
Casi a la misma hora, Trompel se dirigía al banco con la inspectora Yernault. Ahí, se entrevistaron con el gerente de servicios a clientes, mostrándole la orden de registro y solicitando acceder en forma discreta a la bóveda. En ausencia de todo testigo, abrieron la caja, retiraron el disco duro, que estaba entre papeles privados que no presentaban ningún interés para los policías y fueron dejados en la caja. Con el disco en un bolsillo, salieron del banco como cualquier pareja de clientes.
De vuelta en la central, entregó el disco a la sección de informática para su revisión. Luego fue a interrogar al hombre arrestado en la casa de Van Acker. Este respondió que era un simple vigilante, empleado de la agencia de seguridad "Sekurelek", cuyo director se llamaba Gregory Revinskov, y que su jefe directo se llamaba James Slate. Quedó retenido hasta saber más. Trompel buscó inmediatamente los nombres obtenidos en las bases de datos de la policía. El detenido, que se llamaba Gaston Claes, no ostentaba ningún antecedente de tipo policial o relacionado con la justicia. Slate estaba registrado como norteamericano ingresado al país por el aeropuerto de Zaventhem el año anterior. Revinskov, por su parte, también había ingresado por Zaventhem, en la misma fecha que Slate, y había salido un mes después. Ostentaba la nacionalidad ucraniana y residencia en los Estados Unidos.
Trompel y Yernault se dirigieron entonces a la dirección de la agencia Sekurelek dada por Claes. Se encontraba en el mismo edificio y el mismo piso que las oficinas de "Ecología Nueva". ¿Una coincidencia? Al entrar, encontraron el lugar casi vacío. Una primera habitación era sin duda una recepción: tenía un escritorio y una silla, pero ningún documento ni equipo alguno. La segunda era más grande y tenía mesas estrechas a lo largo de los muros, con numerosos cables, tanto de alimentación eléctrica como de redes informáticas. Sin duda habían estado ahí los computadores y sistemas de vigilancia. Pero sería imposible saber a quienes vigilaban -si había alguién más que Van Acker- o cuales serían las otras actividades. Los técnicos podrían eventualmente buscar huellas digitales, pero ya conocían la identidad de los sospechosos. Más útil habría sido poder conocer los movimientos financieros, pero ello sería mucho más difícil.
Mientras estaban revisando esta sala, oyeron un ruído extraño, como un murmullo o grito ahogado, que parecía venir de una habitación vecina. Solo quedaba por revisar el baño, la única puerta que no habían abierto. Empugnando su arma, con Yernault detrás suyo, Trompel la abrió. Ahí estaba, amarrado Remy, en el suelo y con la boca tapada.
Cuando le liberaron, explicó que no sabía donde estaba. Lo habían traído ahí dos días antes, con una capucha en la cabeza para que no pudiera observar el trayecto ni la localización. No le habían dicho ni preguntado nada. Pero había oído, a través de la puerta, conversaciones acerca de operaciones de escucha y vigilancia, y había memorizado los nombres de Van Acker y Gossiaux. Sin duda alguién estaba en peligro, porque oyó decir "Tendremos que deshacernos de él". Las voces siempre fueron de las mismas dos personas pero hubo conversaciones telefónicas en inglés, de las que no pudo captar el significado a pesar de entender el idioma.
Un par de días más tarde llegó la información de Interpol y del FBI. Revinskov era un ex-agente de la KGB, radicado en los EEUU. El FBI informaba que Sekurelek era una agencia de seguridad que operaba en diversas ciudades de ese país y que la tenían bajo la mira por estar implicada, aparentemente, en varias operaciones ilegales de algunas transnacionales. También informaba que el banco HSBC estaba siendo investigado por las autoridades financieras por cuanto su filial mexicana había sido denunciada por lavado de dinero y había debido cerrar 20 mil cuentas en las Islas Caimán.
Casi a la misma hora, Trompel se dirigía al banco con la inspectora Yernault. Ahí, se entrevistaron con el gerente de servicios a clientes, mostrándole la orden de registro y solicitando acceder en forma discreta a la bóveda. En ausencia de todo testigo, abrieron la caja, retiraron el disco duro, que estaba entre papeles privados que no presentaban ningún interés para los policías y fueron dejados en la caja. Con el disco en un bolsillo, salieron del banco como cualquier pareja de clientes.
De vuelta en la central, entregó el disco a la sección de informática para su revisión. Luego fue a interrogar al hombre arrestado en la casa de Van Acker. Este respondió que era un simple vigilante, empleado de la agencia de seguridad "Sekurelek", cuyo director se llamaba Gregory Revinskov, y que su jefe directo se llamaba James Slate. Quedó retenido hasta saber más. Trompel buscó inmediatamente los nombres obtenidos en las bases de datos de la policía. El detenido, que se llamaba Gaston Claes, no ostentaba ningún antecedente de tipo policial o relacionado con la justicia. Slate estaba registrado como norteamericano ingresado al país por el aeropuerto de Zaventhem el año anterior. Revinskov, por su parte, también había ingresado por Zaventhem, en la misma fecha que Slate, y había salido un mes después. Ostentaba la nacionalidad ucraniana y residencia en los Estados Unidos.
Trompel y Yernault se dirigieron entonces a la dirección de la agencia Sekurelek dada por Claes. Se encontraba en el mismo edificio y el mismo piso que las oficinas de "Ecología Nueva". ¿Una coincidencia? Al entrar, encontraron el lugar casi vacío. Una primera habitación era sin duda una recepción: tenía un escritorio y una silla, pero ningún documento ni equipo alguno. La segunda era más grande y tenía mesas estrechas a lo largo de los muros, con numerosos cables, tanto de alimentación eléctrica como de redes informáticas. Sin duda habían estado ahí los computadores y sistemas de vigilancia. Pero sería imposible saber a quienes vigilaban -si había alguién más que Van Acker- o cuales serían las otras actividades. Los técnicos podrían eventualmente buscar huellas digitales, pero ya conocían la identidad de los sospechosos. Más útil habría sido poder conocer los movimientos financieros, pero ello sería mucho más difícil.
Mientras estaban revisando esta sala, oyeron un ruído extraño, como un murmullo o grito ahogado, que parecía venir de una habitación vecina. Solo quedaba por revisar el baño, la única puerta que no habían abierto. Empugnando su arma, con Yernault detrás suyo, Trompel la abrió. Ahí estaba, amarrado Remy, en el suelo y con la boca tapada.
Cuando le liberaron, explicó que no sabía donde estaba. Lo habían traído ahí dos días antes, con una capucha en la cabeza para que no pudiera observar el trayecto ni la localización. No le habían dicho ni preguntado nada. Pero había oído, a través de la puerta, conversaciones acerca de operaciones de escucha y vigilancia, y había memorizado los nombres de Van Acker y Gossiaux. Sin duda alguién estaba en peligro, porque oyó decir "Tendremos que deshacernos de él". Las voces siempre fueron de las mismas dos personas pero hubo conversaciones telefónicas en inglés, de las que no pudo captar el significado a pesar de entender el idioma.
Un par de días más tarde llegó la información de Interpol y del FBI. Revinskov era un ex-agente de la KGB, radicado en los EEUU. El FBI informaba que Sekurelek era una agencia de seguridad que operaba en diversas ciudades de ese país y que la tenían bajo la mira por estar implicada, aparentemente, en varias operaciones ilegales de algunas transnacionales. También informaba que el banco HSBC estaba siendo investigado por las autoridades financieras por cuanto su filial mexicana había sido denunciada por lavado de dinero y había debido cerrar 20 mil cuentas en las Islas Caimán.
- En julio de 2012, la banca británica HSBC confirmó el inicio del proceso de cierre de sus cuentas en Islas Caimán que ascendían a 675 millones de dólares. (Diario "El Universal", 18-07-2012)