15/12/12

Ecología 8

8.

Las oficinas de Lácteos Melkbaar seguían en la avenida Franklin Roosevelt, esquina de avda Air-Marshal Cunningham. Ahí se dirigió Trompel, después de averiguar con la secretaria de que el dueño estaba en su oficina. El directivo lo recibió cordialmente.

- Inspector Trompel, es un gusto verlo. ¿En qué puedo ayudarlo esta vez?
- Iré directo al grano, señor Van Acker. Ud debe haber sabido de la muerte del sr Buckley: la prensa ha dado amplia cobertura al hecho. Sabemos que ud cenó con este señor el día anterior, así que ha sido uno de los últimos en verlo vivo. ¿Me podría informar del objetivo y contenido de ese encuentro?
- El señor Buckley es un socio de negocios. Dirige una gran empresa láctea de Estados Unidos, a la que compro muchos productos y que represento aquí.
- Pero ni el señor Gossiaux ni el señor Chapelle están en los negocios alimentarios. Así que, sin duda, hablaron también de alguna otra cosa.
- De hecho, Buckley estaba interesado en adquirir un nuevo sistema de embalaje que desarrolló Cobelpap, que es mucho más ecológico, y el señor Chapelle estaba ahí justamente para garantizar esta condición.
- ¿Así que solo se trató de embalaje ecológico para productos lácteos?
- En efecto, inspector.
- ¿El señor Buckley les adelantó un pago para ello?
- Discutió un monto con Gossiaux, pero no sé si después le dió un adelanto. Iban a perfeccionar el contrato por internet. Es probable que haya pagado a Chapelle por su asesoría, pero no conozco las condiciones de su acuerdo.
- ¿Ud le hizo una transferencia electrónica a Buckley o él a ud últimamente?
- Yo le pagué su último envío hace unas tres semanas.
- ¿Me puede decir a qué banco?
- Al HSBC de Miami.

Viendo que no conseguía ninguna información útil, a pesar de que su interlocutor parecía manifiestamente contrariado, Trompel se despidió. Cuando Van Acker le dió la mano, dejó en la suya, subrepticiamente, una tarjeta microSD. El detective se puso en forma natural las manos en los bolsillos. Se llevaba, posiblemente, las respuestas reales que no había podido oír.

Llegado a su oficina, colocó la tarjeta en un soporte SD e introdujo éste en su computador. La tarjeta contenido un mensaje en formato texto, lo cual asuraba una fácil lectura.
  •  "Si leen ésto, es porque habrán descubierto algo turbio que me involucra, junto con otras personas, en los «negocios» de la «Ecología Nueva». No puedo hablar ni en mi oficina ni en mi casa porque plantaron ahí micrófonos para vigilarme y han amenazado a mi familia si hablo de ello con la policía o cualquier otro investigador. Si quieren obtener más información, vayan al banco Fortis de la rue Montagne du Parc y saquen el disco duro que está en la caja de seguridad 0275391. La clave para abrirla, aparte de mi huella dactilar, es 67%333&572. Si quieren proteger a mi familia, vengan de noche a mi casa y detengannos a todos juntos. De lo contrario, nos matarán."
Había también un archivo de imagen con la huella dactilar, aunque la policía ya contaba con ella a raiz del caso de "Los Seis". Un técnico podría reproducirla de un modo que el lector de huellas del banco la podría reconocer.

Trompel puso al tanto a Servais, que pidió y obtuvo una orden para revisar la caja de seguridad.
- Antes de retirar este disco duro -le dijo el comisario a su subordinado-, será mejor que nos aseguremos de poner a la familia Van Acker a salvo. Aunque nada comprometedor se dijo cuando lo visitaste, quienes lo vigilan pueden estar sospechando algo. Iremos esta noche a buscarlo y ponerlos en lugar seguro. Nos juntaremos aquí a medianoche.

Poco después de esa hora, se acercaban en una berlina de vidrios oscuros al domicilio de Van Acker. En una primera pasada, se aseguraron de que no había vigilancia externa activa. Volvieron luego, estacionándose dos casas más allá. Trompel se acercó entonces a la casa llevando un anulador de señales inalámbricas, que bloqueó todos los micrófonos. Tocó el timbre siguiendo el ritmo conocido del S.O.S.: tres golpes cortos, tres largos y de nuevo tres cortos. Un par de minutos después, el dueño de casa, vestido de una bata, abría la puerta con cara de espanto.
- No se preocupe, señor Van Acker, todos los micrófonos están desactivados. Por favor, vístase y haga que se vista toda su familia y junte lo más indispensable para un pequeño viaje. Los vamos a poner a salvo para poder proseguir nuestra investigación sin que corran riesgos.

Así se hizo y, media hora más tarde, la berlina tomaba la autopista hacia la costa. Servais tenía un pequeño departamento en el balneario de Wenduyne y llevaba ahí a la asustada familia. Trompel se había quedado en Bruselas para ir al banco a retirar el disco duro a primera hora.

Quienes vigilaban a distancia la residencia Van Acker no se dieron cuenta de nada, ya que el silencio total eran perfectamente normal después de medianoche. Sin embargo, pasada las siete de la mañana empezaron a inquietarse. Deberían oír los ruidos del desayuno, pero seguían sin registrar nada. El vigilante de turno avisó a su jefe, quién ordenó una visita a la morada. Era lo que, también, esperaba la policía, que había dejado a uno de sus hombres de guardia, siempre con el anulador de señales.