El desfile ecologista por el "Día de la Tierra", el domingo 22 de abril, pasaba por el bulevar Anspach delante de la Bolsa de Valores cuando los manifestantes más cercanos al edificio sintieron pasar sobre ellos lo que parecía un pequeño avión, el que se estrelló contra la puerta principal, provocando una explosión que hirió a una decena de ellos. Una hora después aparecía en YouTube un video que mostraba el aparato acercándose y estrellándose en el pórtico de la Bolsa. Y, sobrepuesta, una "franja americana" que reivindicaba el ataque a nombre de "Ex-Eco" y denunciaba a las grandes empresas como depredadores del medio ambiente.
Evacuados los heridos, la policía encontró abandonados en el lugar un celular desechable y una pequeña cámara fotográfica semi-destruída, posiblemente abandonados por los heridos. Fueron llevados al servicio técnico de la PJ.
La filmación de la llegada y del impacto del drone aparecida en YouTube llamó especialmente la atención de la policía porque empezaba desde el momento en que el avión había bajado sobre la calle Antoine Dansaert -que hace frente al edifio de la Bolsa- y seguía su movimiento hasta el impacto. Ésto solo era posible si el cineasta sabía de antemano cual sería la trayectoria. Nadie que siguiera la manifestación habría apuntado encima de las cabezas si no supiera que algo iba a aparecer en esta dirección, transversal en relación al sentido del desfile.
Servais se reunió con Trompel y otros dos inspectores para comentar los hechos. Nadie conocía al grupo "Ex-Eco", pero debían contar con algún técnico suficientemente capacitado para interferir la comunicación con el drone y dirigirlo. También debían tener suficiente potencia y, probablemente, estar ubicados muy cerca de donde partió el drone.
Trompel llamó al editor de "La Dernière Heure".
- No te puedo decir más por ahora, pero tienes otra muy buena razón para la serie de artículos sobre los movimientos ecologistas.
- En efecto. ¿Me darás detalles acerca de lo que pase con la investigación sobre lo de ayer?
- Te mantendré al tanto de todo lo que no sea estrictamente confidencial.
- De acuerdo. Gracias.
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A esa misma hora, en una "suite" del Hotel Metropole, el magnate John Buckley estaba en la ducha cuando sintió el timbre de la entrada. Salió apresuradamente, envuelto en la gruesa bata que proporcionaba el hotel, encontrándose con el mozo que entraba en el pequeño salón para poner en la mesa el desayuno ordenado. A la pasada, Buckley alcanzó a sacar un billete de su vestón colgado en una silla.
- Aquí está su desayuno, como pidió. Café de grano sin azúcar ni crema, waffles de Lieja calientes y un pocillo de gelatina de frutilla.
- Se lo agradezco. Un servicio de primera, como siempre.
Alcanzó al mozo y le pasó discretamente el billete, como siempre lo hacía. El día siguiente, según pensaba, haría exactamente lo mismo en el Hilton de Dubai, aunque ahí no tendría esos mismos waffles, tan típicamente belgas.
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Como Trompel ya llevaba un caso de bomba, fue enviado con la inspectora Yernault a revisar la entrada de la Bolsa y buscar el punto donde pudo estar el que filmó el vuelo del drone. Se llevaban una tableta con el video aparecido en YouTube para hacer las comparaciones. Así, se fueron acercando y luego determinaron el lugar exacto, pasando a tomar fotos tanto de vistas que coincidían con el video como otras, del mismo lugar y de las posiciones más cercanas.
Estaban cerca de la plaza De Brouckhere y ya tenían hambre, por lo que la inspectora le dijo a Trompel:
- Entremos aquí. Podremos tomar un café y comer un biscocho. Me muero de hambre.
Trompel la siguió, sin prestar mucha atención al lugar, perdido en sus reflexiones acerca del caso. Pero una vez sentados en una mesa, cerca de la vidriera que daba al bulevar Anspach, se dió cuenta de que ya había estado ahí, con la diputada Darbée, y que ahí había comenzado su romance con ella (ver "La conspiración"). Se habían casado pero ella había sido asesinada un par de años más tarde (ver "Los Seis") y él estaba apenas repuesto de la pérdida. El recuerdo de esta breve vida en común le borró cualquier otra idea. Y, viéndose acompañado por otra mujer, no pudo soportar el recuerdo. Palideciendo, se levantó de un salto y salió corriendo. Sin comprender nada, su compañera lo siguió e intentó interrogarlo. Pero no estaba en condiciones de hablar y solo le pudo hacer seña de que se detuviese y esperara.