La mañana siguiente, Urim los pasó a buscar y los llevó al garaje del Palacio, donde abordaron lo que llamaban "diligencia", un vehículo similar a los primeros automóviles, pero que funcionaba a vapor.
- Ce genre de véhicule est réservé aux autorités, aux gardes et à la milice. Es demasiado costoso para el común de la gente.
Atravesaron la ciudad y trás un poco más de dos horas de viaje a una velocidad que Trompel estimó entre 30 y 40km/h, llegaron a un pequeño pueblo. En la plaza central había una especie de estela, de base cuadrada, con una punta piramidal. Urim detuvo el vehículo y se apearon.
- Este pueblo es Alesia y éste es el monumento del que les hablé.
Acercándose más, vieron que, en la cara que podían observar, había un grabado en forma de reloj de arena estilizado y un texto latín que indica que "Aquí fue asesinado el Primer Maestro". Al dar la vuelta, descubrieron que la parte de atrás estaba con un estuco en parte roto.
- Ésto no estaba así -dijo Maestro Urim-. Lo deben haber golpeado los Injustos.
- Pero este estuco no puede pertenecer en modo alguno a la construcción original. Ésta es de piedra compacta. Fue agregado más tarde, pero se confundía muy bien con la piedra -señaló De La Rue.
- Y ahí se ve que, por debajo, hay alguna inscripción - agregó Trompel, que se había acercado más para observar.
Rascó un punto de estuco, que cayó con mucha facilidad.
- Hay algo más. ¿Podemos quitarlo todo? -preguntó De La Rue a Urim.
- El monumento es sagrado, y nadie lo alteraría. Pero me parece que tienen razón: si el estuco no es parte original del monumento, me parece correcto quitarlo.
Trompel siguió entonces sacando el estuco con su navaja suiza. Y la inscripción apareció completa. De La Rue se la tradujo:
- "La X° Legión rescató su cuerpo y se lo llevó para darle santa sepultura." ¡Debemos buscar antecedentes sobre las actuaciones de esta legión: ésta puede ser la clave! En todo caso aparece aquí el símbolo del águila, propio de las legiones romanas después de la reforma de Cayo Mario, poco antes de la conquista de las Galias.
- Volvamos a Lutecia -dijo Urim-. Buscaremos en los libros de historia.
De vuelta en la capital, el Maestro historiador sacó de la biblioteca el texto latino referido a la historia de Galias después de la conquista por Julio César. Ubicó el pasaje relativo a la muerte del Primer Maestro en Alesia.
-
"La X° legión estaba acampada en Lutecia, pero los rebeldes celtas la evitaron y lanzaron un ataque más al sur, en un pequeño asentamiento llamado Alesia, donde Julio César había vencido ya con anterioridad una confederación de tribus galas conducida por Vercingétorix. Pero Alesia ya no tenía fortificaciones ni guarnición, por lo que la resistencia fue pobre. Por casualidad se encontraba ahí Dzeus Mentor, quien recorría las Galias para predicar. Los frumentarii -el servicio secreto del Imperio romano- que lo seguían con atención lograron avisar a la X° Legión del ataque y de la muerte de Dzeus Mentor.
Algunos latinii -ciudadanos aliados con formación militar- que vivían ahí se aseguraron de esconder y proteger el cuerpo hasta la llegada de las tropas.
Llegaron primero los sagittarii, los arqueros que montaban a caballo, que abatieron numerosos rebeldes y provocaron la huída de los demás. Luego llegó la cohorte de pedites y lancearii, la infantería y los lanceros. La mayoría de éstos reverenciaban al Primer Maestro y se hicieron cargo de su cuerpo."
No había más detalles, según explicó el historiador.
- ¿Pero no tendrán algún otro texto referido a lo que ocurrió después con al X° Legión? -preguntó De La Rue.
- Que yo sepa, no existe información detallada. En algún momento, la legión debió retornar a Italos.
- Pero es muy dudoso que se llevase con ella el cuerpo de un difunto. Los romanos acostumbraban colocar los muertos en sus catacumbas. Y sabemos que construyeron para ello los primeros túneles bajo esta ciudad. ¿Uds tienen conocimientos de catacumbas aquí, bajo Lutecia? Sería el lugar más probable para la conservación de sus despojos.
- Podrían existir, pero no tenemos conocimiento de ello aparte del pórtico sagrado por el que uds entraron. Y sabemos ahora que solo da acceso a otros mundos.
- ¿Tienen aún restos de la época romana que se puedan ver aquí en Lutecia?
- Están el caldario (termas) y una arena, a la salida de la ciudad.
- ¿Podrían tener algo relacionado con el Primer Maestro?
- Los conocemos a fondo, y no hay ahí nada relacionado con él.
- ¿Cuál es el edificio más antiguo de la ciudad, aparte de las ruinas romanas?
- Sin duda el Palacio o, al menos, parte de él.
- ¿Qué parte?
- La Sala del Templo.
- ¿Y no hay ahí ninguna marca que pueda sugerir la existencia de algún otro pasadizo?
- Nada. Todos los detalles del Templo son muy conocidos y la única marca destacada es el reloj grabado en el pórtico.
- ¿Qué hay del subterráneo, de las celdas donde estuvimos la primera vez -dijo Trompel, que había seguido mal que mal la conversación-. Me pareció que la escalera de caracol por donde bajamos había sido excavada en roca viva y mostraba señas de un uso frecuente durante siglos.
- Así es. Tienen razón. También es una zona muy antigua pero las celdas han sido remodeladas muchas veces. La última vez fue hace unos veinte años, cuando se instalaron los sistemas mecánicos de acceso y control, durante el gran "Salto Modernizador" dirigido por el anterior Imperius.
- ¿Quién puede saber de lo que había antes?
- El ingeniero que dirigió los trabajos. Está jubilado y vive al borde del mar.
- ¿Podríamos hablar con él?
- Podríamos ir a visitarlo. Me parece que vale la pena, pero no podremos hacerlo mañana -dijo Urim-. Es día de Precepto. Como el Palacio y, en particular, la Sala del Templo están parcialmente destruídos, la ceremonia principal será en la Plaza Mayor. Uds podrán seguirla desde el balcón de su habitación en la hostería. Como siempre, será a la sexta hora. Si lo desean, pueden pasear por la ciudad. Los vendré a buscar la primera feria en la mañana para ir a ver al ingeniero.
- ¿Qué es ésto de "primera feria"? -preguntó Trompel cuando los hubo dejado.
- Es el primer día de la semana, o sea el lunes.