Llegadas las vacaciones, al no tener otra investigación en marcha, Trompel volvió a París, à juntarse con De La Rue, para la nueva etapa de investigación. El historiador le tradujo los principales contenidos del Libro del Reloj, mientras el detective le dió cuenta de las teorías a favor y en contra de los universos paralelos.
- ¿Entonces, qué es este mundo de los postalinos o primusianos?
- Un mundo evidentemente paralelo. Pero no tiene nada que ver con la hipótesis del multiverso cuántico. Es posible que haya varios universos y que se haya separado del nuestro en algún momento, aparentemente durante la época del imperio romano, ya que su idioma se deriva del latín. Pero de seguro no ha sido por efecto de alguna decisión de un individuo. Debió ser un fenómeno cósmico.
- Estoy de acuerdo. Tendremos que reunir pruebas irrefutables, y que los cosmólogos elaboren luego las teorías que gusten.
- ¿Cómo vamos a pagar allá nuesta estadía?
- Llevo anillos de oro y de plata. Es lo más fácil de conseguir aquí y que, sin duda, tendrá valor allá. Si no los podemos usar tal cual, podremos seguramente obtener a cambio moneda local con alguna autoridad.
Cuando pasaron el pórtico y entraron de nuevo en la gran "sala del templo", descubrieron una realidad inesperada: estaba casi a oscuras, con la mayoría de las columnas luminosas destruídas. Algo inquietos, la atravesaron y vieron que la puerta de salida estaba a medio abrir, aparentemente trabada.
- Algo serio pasó aquí -dijo Trompel- ¿Quizás un terremoto?
- Sigamos adelante y veamos si encontramos algún guardia.
Siguieron por el conocido corredor y llegaron a la oficina de los guardias sin encontrar a nadie. Varios muebles se veían perforados como por proyectiles se lanzacohetes, aunque no había restos de explosiones.
- Ésto no ha sido un terremoto. Ésto ha sido un ataque en regla. Quizás estén en guerra o incluso hayan sido vencidos. Veamos si hay alguién en la sala donde nos interrogaron.
No había nadie.
- Vayamos hacia la plaza. Si queda alguién vive, deberíamos encontrarlo por ahí.
Tomaron el corredor que iba hacia afuera. Pero no pudieron salir: un derrumbe obstruía el paso.
- ¿Buscamos otra salida? -preguntó De La Rue.
- Mejor revisemos primero todo lo que conocemos. Podríamos perdernos en todos estos corredores: el edicio es enorme. Así, si encontramos a alguién, podrá conducirnos a la salida.
Así fue como bajaron al subterráneo donde habían sido prisioneros. Llegados a las celdas, se dedicaron a abrirlas una tras otra, utilizando la manivelas. En una de ellas encontraron a tres personas. Una de ellas era uno de los Maestros que los habían interrogados.
- ¡Amigos míos! ¡Los estuvimos esperando y no llegaron hasta ahora! ¡Pero qué bueno que llegaron a liberararnos!
- ¿Qué pasó aquí en nuestra ausencia? Hemos visto la destrucción dentro del palacio y no hemos podido salir.
- Dispusimos un par de guardias en permanencia en la Gran Sala para esperarlos. Hace un par de días, el pórtico se abrió y penetraron hombres armados que los abatieron y destruyeron las columnas. Luego recorrieron todo el Palacio, matando a los guardias. A nosotros, nos arrestaron y nos encerraron aquí. No sabemos qué más ha pasado.
- No hemos visto los cuerpos de ningún guardia. ¿Se los habrán llevado?
- Tienen armas terribles: sale un rayo de luz que desintegra lo que toca. Los hombres quedan reducidos a un poco de ceniza.
- ¿Así que no saben qué pasó fuera del Palacio?
- En absoluto. No sabíamos tampoco que no se podía salir por la entrada principal como dicen uds.
- ¿Hay otra salida, por donde podremos llegar a la plaza y averiguar lo ocurrido? Podríamos salir juntos.
- En efecto, hay puertas en las dos alas laterales, que solo usamos nosotros y los guardias. Quizás estén abiertas.
- ¡Vayamos entonces a averiguarlo!
Subieron de nuevo la escalera de caracol y los europeos siguieron a los primusianos hacia una de las salidas laterales. En el camino, el que había hablado se presentó así como a sus acompañantes:
- Yo soy el Maestro Urim, éste es el Maestro Ibrahim y él es nuestro Superior Mandelium.
Éste último se dirigió entonces, también en latín, a los dos visitantes.
- Estoy al tanto de su visita anterior y sé que les pusimos condiciones para su regreso. ¿Nos traen el mensaje que les habíamos pedido?
- El mensaje es el siguiente -contestó De La Rue, en el mismo latín clásico en que estaban conversando-:
"Ante la Sabiduría, todo el oro del mundo no es más que arena.
Ella es un espíritu potente qui renueva toda cosa.
Se extiende por los siglos en las almas santas.
Es más bella que el sol porque brilla también de noche
y extiende su fuerza de un extremo del mundo al otro."
También les puedo recordar los Siete Primeros Mandamientos, si lo desea.
- Ud citó un pasaje de nuestro Libro Sagrado. Veo que lo conocen. Y los Siete Mandamientos vinieron efectivamente del Mundo de los Justos. Sean bienvenidos y cuenten con nuestra colaboración aunque, en las actuales circunstancias, no podemos por ahora responsabilizarnos por su seguridad.
- Lo entendemos perfectamente. Y, si podemos ayudarlos, lo haremos.
Salieron y vieron que algunas casas habían sido derribadas y otras presentaban los mismo hoyos circulares que habían visto en la oficina. Dando vuelta a la esquina del edificio, llegaron a la plaza. Vieron entonces que lo que bloqueaba la entrada principal era la torre el Palacio, que había sido derribada. El gran reloj yacía roto en el suelo, en posición horizontal y con su arena derramada. Los tres primusianos lanzaron gritos de deseperación.
- ¡Destruyeron el Gran Reloj! ¡Éste es el Fin de los Tiempos! ¡Llegaron los Injustos!
- ¿Qué significa ésto? -preguntó De La Rue.
- Nuestro libro sagrado dice que "Al final de los Tiempos vendrán los Injustos y nos castigarán por nuestros pecados". Destruyeron el Gran Reloj y, por lo tanto, es el fin del Tiempo.
- ¿No se puede hacer nada?
- Una antigua leyenda nuestra dice que el Tiempo solo podrá resucitar si se coloca un Reloj de Poder en la tumba del Primer Maestro. Y solo así podríamos defendernos de los Injustos. Pero no sabemos donde se encuentra dicho sepulcro. Y no tenemos ningún Reloj de Poder.
- Aunque ahora hay uno aquí -dijo el Maestro Ibrahim-. El que traen uds.
- Si les es útil, podrán utilizarlo, siempre que no nos impidan volver a nuestro Mundo.
- Si podemos restaurar las funciones del Palacio, no debería ser un problema. Pero lo difícil será determinar si podremos restaurar el Tiempo.
- Averiguemos primero si los Injustos aún están aquí y si dejaron viva a nuestra gente.