14/6/11

Los Seis - 3.2

Tres días más tarde el ataúd con los restos mortales de Paula Darbée había sido conducido a la iglesia de Nuestra Señora del Sablón para un servicio fúnebre. Aunque ella no practicaba, se consideraba católica y su marido sabía que respetaba y trataba de vivir los valores del cristianismo, igual que él. La iglesia estuvo llena de colegas, amigos y -sin duda- votantes que apreciaban a la desaparecida. Además de la familia de la difunta asistían al oficio los miembros de la Cámara de Diputados. Trompel ya no tenía familiares cercanos, era hijo único y había perdido a sus padres algunos años antes. Daems, el antiguo presidente del disuelto Partido Nueva Independencia [ver "La Conspiración"], también estaba presente pero ningún otro miembro del antiguo partido. También asistían el comisario Servais y algunos otros ex-colegas de la PJF, que Trompel había dejado para trabajar como detective privado, y ex-compañeros periodistas del diario La Dernière Heure. El presidente de la Cámara pronunció una elegía, subrayando las virtudes de la desaparecida, tal que Trompel tuvo dificultades para no soltar las lágrimas.

Aunque se había pedido un funeral "en la intimidad", una cantidad no despreciable de personas acompañó también al carro fúnebre hasta el cementerio y repletó la pequeña capilla donde se realizó otra brevísima ceremonia mientras se introducía el féretro en el crematorio. Luego, como era la costumbre, los presentes desfilaron ante el viudo y los padres de la difunta para presentar sus condolencias. Paula Darbée aún tenía sus padres y varios hermanos. Así, cuñadas, cuñados y sobrinos saludaron a Jef y a sus suegros, seguidos de sus ex-jefes de la policía y de algunos políticos y diputados compañeros de Paula. Cuando llegó el último de la cola, un desconocido para Trompel, le susurró al oído que tenía una importante información y le pidió unos minutos a solas, asegurándole que no se arrepentiría y que, a lo mejor, le ayudaría a encontrar al asesino.

Aunque el ex-policía estaba curtido ante los numerosos desequilibrados que siempre llegaban con pistas y soluciones fantasiosas, intuyó que se trataba de algo serio. Les dijo a sus suegros que se adelantaran y que los alcanzaría en unos minutos. Luego, se dirigió en dirección contraria con su informante.

- Yo fuí miembro del PNI (Partido Nueva Independencia, ver novela "La Conspiración") -dijo éste- y era un gran admirador de su esposa. Por ésto vine al funeral y por ésto me había puesto a revisar la información que la prensa publicó acerca de su asesinato. Gracias, en efecto, a mis propios contactos en el Parlamento supe algo que no se informó públicamente: que su muerte podría relacionarse con los llamados "asesinatos de los seis". Llego de este modo a lo que me ha impulsado a buscar la forma de hablarle. Soy el dueño de una casa de tres pisos de la calle Vanderkinderen. Vivo en la planta baja y arriendo los otros dos pisos. En el segundo piso [3º si se cuenta como en Chile] vive un hombre solitario que parece chiflado justamente con el número seis. Me paga religiosamente su renta los días 6 y me repite siempre que todas las cosas importantes deben hacerse a las seis. Todos los días se despierta -y me despierta- con un despertador que suena a la 6.00 AM. Pero una vez al mes, su despertador no suena: el día 6, en que -al parecer- pasa la noche afuera. La diputada Darbée fue asesinada un día 6, como las otras niñas. Es lo que más me hizo sospechar y me llevó a venir a contárselo. Podría ser una coincidencia, pero dejaré que ud la evalúe.
- ¿Cree que yo podría acercarme a este hombre de alguna forma? ¿Si arriendo alguna propiedad suficientemente cerca para que pueda encontrarme con él, como por casualidad, y trabar conversación?
- Yo pensaba justamente que alguno de sus amigos de la policía podría ocupar el departamento del primer piso, encima del mío, en mi casa, que está libre actualmente. Así, podría observarlo de cerca y encontrarlo en las escaleras. ¿Vendría ud mismo? ¿No sería arriesgado?
- Podría ser un problema si me reconoce. Pero podríamos hacer una prueba, antes de instalarme allí. Yo podría ir a visitarlo a ud y toparme con él "por casualidad" en el vestíbulo. Si no reacciona, me instalaré por un tiempo ahí; si no, sabremos también que tiene algo que ocultar y pasaré el dato a mis ex-colegas para que ellos lo investiguen. Déme su tarjeta y mañana lo contactaré para ponernos de acuerdo. Ud entenderá que hoy no puedo hacer nada.

El informante le pasó su tarjeta de visita y se despidieron rápidamente. Trompel volvió a sus obligaciones del momento. La familia de su esposa lo estaría esperando en la cafetería del cementerio, a la espera del término de la cremación, para luego retirar las cenizas.