Aún en órbita, esperando el momento oportuno para partir, los nefilim pudieron observar el desastre y más de uno lloró por la destrucción que observaban:
El mal tiempo duró varias semanas pero luego se aplacó. Sólo se veía agua en todas las direcciones y nadie, salvo Zisudra y un piloto que le había recomendado Enki sabían hacia donde ir. Además, se les había recomendado que esperasen a estar seguros de que las tormentas hubiesen terminado. Luego, debían enfilar hacia el norte, donde encontrarían el terreno más elevado y donde aparecería primero tierra firme, en cuanto empezara a bajar el nivel del mar. Así, después de los días de navegación calculados por Enki, se detuvieron y esperaron. Finalmente,
Era el monte Ararat, que los nefilim utilizaban como punto de referencia para el aterrizaje de sus naves y que era el más alto de las tierras del norte.
Las minas del sur de África, las ciudades en Mesopotamia, el centro de control de Nippur, el espaciopuerto de Sippar; todo estaba enterrado bajo el agua y el lodo.
Debido a su constante rebeldía, Enki fue condenado a permanecer en órbita y esperar a que las aguas bajasen, para volver a la Tierra e intentar una nueva colonización, con unos cuantos voluntarios que lo acompañarían. Los demás nefilim no sabían que se había asegurado de la supervivencia de la humanidad. La nave nodriza, llegado el momento propicio para pasar a la cuarta dimensión del espacio, emprendió vuelo para regresar a Omyx. El Gran Concejo decidiría si y cuando, eventualmente, regresar al sistema de Shamash. Las colonias habían fracasado en todos los planetas donde habían intentado establecerse, aunque Shugi (la Tierra) había sido la que había obtenido el mejor resultado y donde se habían quedado por más tiempo.
"Los Anunnaki, grandes dioses,
se fueron sentando sedientos, hambrientos...
Ninti lloró y dejó salir sus emociones;
lloraba y aliviaba sus sentimientos.
Los dioses lloraban con ella por la tierra.
Ella estaba abrumada por el dolor,
tenía sed de cerveza.
Donde ella se había sentado, se sentaron los dioses llorando;
amontonándose como ovejas en un abrevadero.
Tenían los labios febriles por la sed,
y sufrían retortijones a causa del hambre.
La Diosa [madre] vio y lloró...
tenía los labios cubiertos de calenturas...
«Mis criaturas se han convertido como en moscas-
llenan los ríos como libélulas, el retumbante mar se ha llevado su paternidad».
[Epopeya de Atra-Hasis]
se fueron sentando sedientos, hambrientos...
Ninti lloró y dejó salir sus emociones;
lloraba y aliviaba sus sentimientos.
Los dioses lloraban con ella por la tierra.
Ella estaba abrumada por el dolor,
tenía sed de cerveza.
Donde ella se había sentado, se sentaron los dioses llorando;
amontonándose como ovejas en un abrevadero.
Tenían los labios febriles por la sed,
y sufrían retortijones a causa del hambre.
La Diosa [madre] vio y lloró...
tenía los labios cubiertos de calenturas...
«Mis criaturas se han convertido como en moscas-
llenan los ríos como libélulas, el retumbante mar se ha llevado su paternidad».
[Epopeya de Atra-Hasis]
El mal tiempo duró varias semanas pero luego se aplacó. Sólo se veía agua en todas las direcciones y nadie, salvo Zisudra y un piloto que le había recomendado Enki sabían hacia donde ir. Además, se les había recomendado que esperasen a estar seguros de que las tormentas hubiesen terminado. Luego, debían enfilar hacia el norte, donde encontrarían el terreno más elevado y donde aparecería primero tierra firme, en cuanto empezara a bajar el nivel del mar. Así, después de los días de navegación calculados por Enki, se detuvieron y esperaron. Finalmente,
"Emergió una región montañosa;
sobre el Monte de la Salvación se detuvo el barco;
el Monte Nisir [«salvación»] sujetó al barco con firmeza,
sin dejar que se moviera."
sobre el Monte de la Salvación se detuvo el barco;
el Monte Nisir [«salvación»] sujetó al barco con firmeza,
sin dejar que se moviera."
Era el monte Ararat, que los nefilim utilizaban como punto de referencia para el aterrizaje de sus naves y que era el más alto de las tierras del norte.
Las minas del sur de África, las ciudades en Mesopotamia, el centro de control de Nippur, el espaciopuerto de Sippar; todo estaba enterrado bajo el agua y el lodo.
Debido a su constante rebeldía, Enki fue condenado a permanecer en órbita y esperar a que las aguas bajasen, para volver a la Tierra e intentar una nueva colonización, con unos cuantos voluntarios que lo acompañarían. Los demás nefilim no sabían que se había asegurado de la supervivencia de la humanidad. La nave nodriza, llegado el momento propicio para pasar a la cuarta dimensión del espacio, emprendió vuelo para regresar a Omyx. El Gran Concejo decidiría si y cuando, eventualmente, regresar al sistema de Shamash. Las colonias habían fracasado en todos los planetas donde habían intentado establecerse, aunque Shugi (la Tierra) había sido la que había obtenido el mejor resultado y donde se habían quedado por más tiempo.