El día siguiente tomó el tren que, cada media hora, lleva de Bruselas a la pequeña ciudad universitaria de Louvain-la-Neuve. En la plaza Blaise Pascal estaba la Facultad de Filosofía, Artes y Letras, de la que dependía el Departamento de Historia y Arqueología donde enseñaba e investigaba Jean Pollion.
El decano, que lo esperaba, lo recibió en seguida y le explicó que el académico debía haber vuelto de una expedición arqueológica en el Golfo Pérsico, en la cual había participado durante el período de vacaciones para no perturbar el programa de docencia. Pero no se había presentado. Explicó que la expedición contaba con el apoyo oficial de la facultad pero que el financiamiento provenía exclusivamente de los Emiratos Árabes y que, aparte de los técnicos, dos otros académicos acompañaban al profesor: el doctor Gordon Harris, de la Universidad Autónoma de México y el profesor Heinz Kauffman, un eminente lingüista alemán, experto en antiguas lenguas de Mesopotamia.
- ¿Han intentado contactar a estos acompañantes? -preguntó Trompel.
- En efecto. Pero son inubicables. El teléfono de Kauffman no contesta y en la UNAM dicen que el dr.Harris está en los Estados Unidos y no volverá hasta la próxima semana.
- ¿Cuál era el objetivo del viaje al Golfo Pérsico?
- Jean Pollion es un experto en los sumerios e investigador de los orígenes de la civilización. Había estudiado documentos sumerios que dan cuenta de la llegada de colonizadores antes de la inundación del Golfo, por lo que esperaba encontrar allá restos sumergidos de las primeras ciudades, que serían las más antiguas del mundo.
- ¿Cuándo debió estar aquí?
- Como sabe, inauguramos el año académico el lunes de la semana pasada, el 3 de septiembre. Es costumbre que todos los profesores titulares estén presentes, pero no es obligatorio. No nos preocupamos hasta que su ayudante me avisó que no había llegado para el inicio de sus clases y que su teléfono no respondía. Como ocurrió lo mismo en su segunda clase, decidí avisar a la policía.
- ¿Pero debería haber vuelto del Golfo en agosto?
- Así es. No sé la fecha exacta. Es posible que su ayudante tenga el dato preciso. También le podrá informar más extensamente acerca de la investigación y de los planes del profesor. La he citado para que hable con ella. Debe estarlo esperando afuera. Si hay algo que la universidad pueda hacer, avíseme. Pero estoy seguro que ella le podrá ser más útil que yo para ayudarlo a buscar al profesor y descubrir lo que le puede haber pasado.
- De acuerdo. Gracias. Trataré de coordinar todo lo posible a través de ella. ¿Cómo se llama?
- Marguerite Luyckx.
- Bien. Adios.
- Gracias sr.Trompel y buena suerte. ¡Ojalá nos lo pueda traer de vuelta sano y salvo!
Marguerite Luyckx estaba efectivamente esperando al detective en la secretaría de la Facultad. Era una joven de unos veinticinco años, delgada, rubia y de grandes ojos verdes. Mientras lo llevaba a la pequeña oficina donde trabajaba, le explicó que estaba cursando un doctorado en historia y que el dr.Pollion era su director de tesis, porque estaba investigando los elementos que conectaban entre sí a todas las primeras civilizaciones, desde Asia a América, pasando por el Medio Oriente. Por esa misma razón había sido admitida como su asistente el año anterior y había colaborado en varias de sus clases. En su ausencia se veía obligada a reemplazarlo para dictar la materia que le correspondía ese semestre.
Trompel le preguntó cuales eran los planes de la expedición de Pollion. Le explicó entonces que se venía preparando desde hace un año y que el viaje había sido fijado para julio y agosto para no perturbar las clases dictadas por los tres coinvestigadores: Pollion, Harris y Kauffman. Gordon Harris era un arqueólogo norteamericano radicado en México que trabajaba en la UNAM y para el Museo Nacional de Arqueología. Buscaba relaciones entre los sumerios y los mayas, tema acerca del cual contaba con diversos indicios. Heinz Kauffman, de Berlín, los acompañaba para ayudarles a releer e interpretar las copias de las tablillas sumerias que les servían de pistas y, eventualmente, traducir las que esperaban -con suerte- encontrar bajo el mar.
Habían contratado por un mes un barco de exploración de las empresas Cousteau, con equipos electrónico de mapeo submarino y con un grupo de buzos para ayudarlos en caso de encontrar las ruinas que iban a buscar bajo las aguas del Golfo Pérsico.
También le comentó las dificultades que habían tenido para obtenir los permisos en el Golfo: por la ubicación, debían contar con permisos de Irak, de Estados Unidos (aún a cargo de la seguridad para Irak) y de Arabia Saudita, que controlaban el acceso al Golfo. Gordon Harris obtuvo el permiso de los USA gracias a sus contactos con senadores que apadrinaban algunos de sus proyectos y, por esta vía, también de Irak. La expedición estaba financiada por Bin Rashid, un jeque dueño de pozos petroleros, quién obtuvo el permiso de Arabia, de otro modo imposible de obtener.
El decano, que lo esperaba, lo recibió en seguida y le explicó que el académico debía haber vuelto de una expedición arqueológica en el Golfo Pérsico, en la cual había participado durante el período de vacaciones para no perturbar el programa de docencia. Pero no se había presentado. Explicó que la expedición contaba con el apoyo oficial de la facultad pero que el financiamiento provenía exclusivamente de los Emiratos Árabes y que, aparte de los técnicos, dos otros académicos acompañaban al profesor: el doctor Gordon Harris, de la Universidad Autónoma de México y el profesor Heinz Kauffman, un eminente lingüista alemán, experto en antiguas lenguas de Mesopotamia.
- ¿Han intentado contactar a estos acompañantes? -preguntó Trompel.
- En efecto. Pero son inubicables. El teléfono de Kauffman no contesta y en la UNAM dicen que el dr.Harris está en los Estados Unidos y no volverá hasta la próxima semana.
- ¿Cuál era el objetivo del viaje al Golfo Pérsico?
- Jean Pollion es un experto en los sumerios e investigador de los orígenes de la civilización. Había estudiado documentos sumerios que dan cuenta de la llegada de colonizadores antes de la inundación del Golfo, por lo que esperaba encontrar allá restos sumergidos de las primeras ciudades, que serían las más antiguas del mundo.
- ¿Cuándo debió estar aquí?
- Como sabe, inauguramos el año académico el lunes de la semana pasada, el 3 de septiembre. Es costumbre que todos los profesores titulares estén presentes, pero no es obligatorio. No nos preocupamos hasta que su ayudante me avisó que no había llegado para el inicio de sus clases y que su teléfono no respondía. Como ocurrió lo mismo en su segunda clase, decidí avisar a la policía.
- ¿Pero debería haber vuelto del Golfo en agosto?
- Así es. No sé la fecha exacta. Es posible que su ayudante tenga el dato preciso. También le podrá informar más extensamente acerca de la investigación y de los planes del profesor. La he citado para que hable con ella. Debe estarlo esperando afuera. Si hay algo que la universidad pueda hacer, avíseme. Pero estoy seguro que ella le podrá ser más útil que yo para ayudarlo a buscar al profesor y descubrir lo que le puede haber pasado.
- De acuerdo. Gracias. Trataré de coordinar todo lo posible a través de ella. ¿Cómo se llama?
- Marguerite Luyckx.
- Bien. Adios.
- Gracias sr.Trompel y buena suerte. ¡Ojalá nos lo pueda traer de vuelta sano y salvo!
Marguerite Luyckx estaba efectivamente esperando al detective en la secretaría de la Facultad. Era una joven de unos veinticinco años, delgada, rubia y de grandes ojos verdes. Mientras lo llevaba a la pequeña oficina donde trabajaba, le explicó que estaba cursando un doctorado en historia y que el dr.Pollion era su director de tesis, porque estaba investigando los elementos que conectaban entre sí a todas las primeras civilizaciones, desde Asia a América, pasando por el Medio Oriente. Por esa misma razón había sido admitida como su asistente el año anterior y había colaborado en varias de sus clases. En su ausencia se veía obligada a reemplazarlo para dictar la materia que le correspondía ese semestre.
Trompel le preguntó cuales eran los planes de la expedición de Pollion. Le explicó entonces que se venía preparando desde hace un año y que el viaje había sido fijado para julio y agosto para no perturbar las clases dictadas por los tres coinvestigadores: Pollion, Harris y Kauffman. Gordon Harris era un arqueólogo norteamericano radicado en México que trabajaba en la UNAM y para el Museo Nacional de Arqueología. Buscaba relaciones entre los sumerios y los mayas, tema acerca del cual contaba con diversos indicios. Heinz Kauffman, de Berlín, los acompañaba para ayudarles a releer e interpretar las copias de las tablillas sumerias que les servían de pistas y, eventualmente, traducir las que esperaban -con suerte- encontrar bajo el mar.
Habían contratado por un mes un barco de exploración de las empresas Cousteau, con equipos electrónico de mapeo submarino y con un grupo de buzos para ayudarlos en caso de encontrar las ruinas que iban a buscar bajo las aguas del Golfo Pérsico.
También le comentó las dificultades que habían tenido para obtenir los permisos en el Golfo: por la ubicación, debían contar con permisos de Irak, de Estados Unidos (aún a cargo de la seguridad para Irak) y de Arabia Saudita, que controlaban el acceso al Golfo. Gordon Harris obtuvo el permiso de los USA gracias a sus contactos con senadores que apadrinaban algunos de sus proyectos y, por esta vía, también de Irak. La expedición estaba financiada por Bin Rashid, un jeque dueño de pozos petroleros, quién obtuvo el permiso de Arabia, de otro modo imposible de obtener.