La consulta al registro de vehículos permitió identificar de inmediato a Bertrand, Verstappen y Walckiers. La limusina era arrendada. Hubo que enviar un agente a revisar los registros. Supieron entonces que la había utilizado el jeque Ismael Ibn Sahlad, el cual la había abordado en el aeropuerto de Zaventhem algunas horas antes. Después de la reunión, lo había ido a dejar en el hotel Lambermont, donde ocupaba una suite. La DST reunió inmediatamente información acerca de este personaje y envió luego copia de todo a Servais.
Servais se puso a estudiar estos datos junto con Trompel.
- Ibn Sahlad es primo del sultán de Mashad, un pequeño -y rico- estado del Golfo Pérsico. Su riqueza proviene de un par de pozos de petróleo. Tiene una pequeña mansión cerca de Montreux, en el bordo del lago Leman, en Suiza, donde pasa la mayor parte del tiempo. Y un pequeño jet privado, un LearJet 35, que cuesta solamente 2,5 millones de dólares, nada ostentoso para un jeque petrolero. Y, lo que es más importante para nosotros, paga aquí a los nuevos imanes hasta que sean reconocidos y pagados por el gobierno como ministros de culto.
- Y no me digas que, para ésto, utiliza el banco Lambermont.
- Exacto. Tenemos aquí una relación. Pero, sin duda, debe haber otra. ¿Qué hace un pequeño príncipe árabe junto con un ex-general retirado de una empresa de armamentos, con un banquero, otro financista, un ingeniero y el presidente de un pequeño partido que pretende deshacerse de los capitalistas.
- ¿Ese Bertrand tuvo algo que ver con el affaire de las coimas por la venta de los helicópteros italianos Agusta a nuestra Fuerza Aérea? -preguntó Trompel.
- Es posible pero no se ha podido probar nada. En realidad, asumió como administrador suplente por unas pocas semanas cuando se suicidó el administrador en ejercicio, al destaparse el escándalo. Pero luego renunció y se acogió a jubilación.
- ¿Habrá estado mezclado con el asesinato del presidente del Partido Socialista?
- Ya sabes que las coimas fueron a parar a este partido. Pero él no era miembro del partido y no se encontró ningún indicio de que tuviera algo que ver por lo que su renuncia sigue siendo muy extraña.
- Y ahora brega por el "poder popular", junto con tres grandes capitalistas. Es de lo más extraño. Y lo es más aún la presencia de Ibn Sahlad en esta reunión. Aunque puede estar relacionada con estos árabes que he visto en las reuniones. ¿Y qué haría ahí este ingeniero de ACEC?
- Ésto también preocupa ahora a la DST, porque ACEC es quien entregará las máquinas para las votaciones electrónicas. Tendremos que investigarlo cuidadosamente. La DST se ocupará del árabe y se las arreglará para colocar micrófonos en la casa de Bertrand y de intervenir su teléfono. Nosotros no podemos hacer ésto sin orden judicial, pero ellos sí. Verstappen deberá ser investigado por nuestros colegas flamencos.
- Hay algo más que me llama la atención, jefe. Durand no sólo es presidente del Banco Lambermont sino también dueño del hotel del mismo nombre, el hotel donde se aloja Ibn Sahlad ... pero también de donde dispararon al cardenal.
- Tienes razón. Ésto puede ser más que una curiosa coincidencia. Voy a retomar la investigación de este atentado. Tú no puedes encuestar ahí. Enviaré a Rémi. Que repase todo, que vuelva a interrogar a todo el personal. Mientras tanto, por qué no revisas los informes que ya tenemos sobre el personal: quizás encuentres alguna otra coincidencia. Luego podrías hacer un reportaje sobre las máquinas de votación. Podrías entrevistar a Walckiers y así fisgonear en lo que hace o podría hacer para el PNI.
- Me parece una buena idea. No sospecharán nada. Y quizás logre que Walckiers hable de política. Podría descubrirse sin querer. Después de revisar las fichas del personal del hotel, visitaré la ACEC para reportear lo de las máquinas de votación.
De vuelta en su oficina con la lista del personal del hotel Lambermont, Trompel se puso a estudiar, uno a uno, los curriculums. Finalmente separó dos de ellos. El jefe de seguridad y su adjunto tenían antecedentes militares. Nadie más. El adjunto, incluso, había pertenecido a las fuerzas especiales. Ambos sabrían usar un Kalashnikov. ¿Habrían tenido relación con Bertrand, el general retirado? Sería útil poder comparar las destinaciones de ambos en el ejército. Pero esta información debía ser solicitada por conducto regular, a través de las jefaturas. Tomaría tiempo.
Luego llamó a las oficinas de ACEC y pidió hablar con la relacionadora pública. Se presentó como periodista de La Denière Heure y explicó que quería hacer un reportaje sobre los sistemas de votación electrónica que se planeaba probar en las próximas elecciones. La relacionadora le hizo esperar unos minutos y luego le informó que el señor Walckiers, el gerente de informática, lo podía recibir dos días más tarde a las 11AM.
Servais se puso a estudiar estos datos junto con Trompel.
- Ibn Sahlad es primo del sultán de Mashad, un pequeño -y rico- estado del Golfo Pérsico. Su riqueza proviene de un par de pozos de petróleo. Tiene una pequeña mansión cerca de Montreux, en el bordo del lago Leman, en Suiza, donde pasa la mayor parte del tiempo. Y un pequeño jet privado, un LearJet 35, que cuesta solamente 2,5 millones de dólares, nada ostentoso para un jeque petrolero. Y, lo que es más importante para nosotros, paga aquí a los nuevos imanes hasta que sean reconocidos y pagados por el gobierno como ministros de culto.
- Y no me digas que, para ésto, utiliza el banco Lambermont.
- Exacto. Tenemos aquí una relación. Pero, sin duda, debe haber otra. ¿Qué hace un pequeño príncipe árabe junto con un ex-general retirado de una empresa de armamentos, con un banquero, otro financista, un ingeniero y el presidente de un pequeño partido que pretende deshacerse de los capitalistas.
- ¿Ese Bertrand tuvo algo que ver con el affaire de las coimas por la venta de los helicópteros italianos Agusta a nuestra Fuerza Aérea? -preguntó Trompel.
- Es posible pero no se ha podido probar nada. En realidad, asumió como administrador suplente por unas pocas semanas cuando se suicidó el administrador en ejercicio, al destaparse el escándalo. Pero luego renunció y se acogió a jubilación.
- ¿Habrá estado mezclado con el asesinato del presidente del Partido Socialista?
- Ya sabes que las coimas fueron a parar a este partido. Pero él no era miembro del partido y no se encontró ningún indicio de que tuviera algo que ver por lo que su renuncia sigue siendo muy extraña.
- Y ahora brega por el "poder popular", junto con tres grandes capitalistas. Es de lo más extraño. Y lo es más aún la presencia de Ibn Sahlad en esta reunión. Aunque puede estar relacionada con estos árabes que he visto en las reuniones. ¿Y qué haría ahí este ingeniero de ACEC?
- Ésto también preocupa ahora a la DST, porque ACEC es quien entregará las máquinas para las votaciones electrónicas. Tendremos que investigarlo cuidadosamente. La DST se ocupará del árabe y se las arreglará para colocar micrófonos en la casa de Bertrand y de intervenir su teléfono. Nosotros no podemos hacer ésto sin orden judicial, pero ellos sí. Verstappen deberá ser investigado por nuestros colegas flamencos.
- Hay algo más que me llama la atención, jefe. Durand no sólo es presidente del Banco Lambermont sino también dueño del hotel del mismo nombre, el hotel donde se aloja Ibn Sahlad ... pero también de donde dispararon al cardenal.
- Tienes razón. Ésto puede ser más que una curiosa coincidencia. Voy a retomar la investigación de este atentado. Tú no puedes encuestar ahí. Enviaré a Rémi. Que repase todo, que vuelva a interrogar a todo el personal. Mientras tanto, por qué no revisas los informes que ya tenemos sobre el personal: quizás encuentres alguna otra coincidencia. Luego podrías hacer un reportaje sobre las máquinas de votación. Podrías entrevistar a Walckiers y así fisgonear en lo que hace o podría hacer para el PNI.
- Me parece una buena idea. No sospecharán nada. Y quizás logre que Walckiers hable de política. Podría descubrirse sin querer. Después de revisar las fichas del personal del hotel, visitaré la ACEC para reportear lo de las máquinas de votación.
De vuelta en su oficina con la lista del personal del hotel Lambermont, Trompel se puso a estudiar, uno a uno, los curriculums. Finalmente separó dos de ellos. El jefe de seguridad y su adjunto tenían antecedentes militares. Nadie más. El adjunto, incluso, había pertenecido a las fuerzas especiales. Ambos sabrían usar un Kalashnikov. ¿Habrían tenido relación con Bertrand, el general retirado? Sería útil poder comparar las destinaciones de ambos en el ejército. Pero esta información debía ser solicitada por conducto regular, a través de las jefaturas. Tomaría tiempo.
Luego llamó a las oficinas de ACEC y pidió hablar con la relacionadora pública. Se presentó como periodista de La Denière Heure y explicó que quería hacer un reportaje sobre los sistemas de votación electrónica que se planeaba probar en las próximas elecciones. La relacionadora le hizo esperar unos minutos y luego le informó que el señor Walckiers, el gerente de informática, lo podía recibir dos días más tarde a las 11AM.