10/11/09

2020 AC-DC #3

2020 AC 2020 DC

Zihjt fue a examinar el muerto. Como no observó ninguna herida, postpuso un examen más a fondo y consideró más urgente estudiar el trayecto que había seguido Adhir. Esperaba poder determinar si había salido porque se sentía mal y si alguién lo acompañaba. Volvió así a examinar la salida de la cueva y la zona del fuego. Encendió su propia antorcha para ver mejor el recorrido que el muerto debió efectuar desde su estera hasta la salida, examinando el suelo con cuidado. Había varias huellas, pero difíciles de apreciar porque había poco polvo en el suelo de piedra y varias personas ya habían hecho el mismo trayecto. Y como todo el clan empezaba sus actividades, mientras más avanzaba, más huellas se mezclaban donde eran visibles. Así, no pudo observar nada anormal. ¿Por qué había salido Adhir antes de la hora habitual? ¿Y de qué había muerto?























Dagent aseguró la entrada a los policías y se quedó a distancia mientras observaban el muerto y el técnico hacía lo necesario para encontrar huellas digitales y otras posibles pistas físicas. Las pantallas estaban apagadas: no servirían de nada a la policía, que debían recurrir a los propios técnicos de Ethercom cuando los delitos informáticos en la red eran demasiado complicados.

Las únicas huellas que encontraron en el teclado y la pantalla principal eran las del mismo Danloy y un dedo de Lapit. El resto estaba limpio. Y como el sistema acondicionado filtraba el polvo y que los empleados de esta zona vivían en el complejo, no había huella de pasos. Si alguién hubiese venido del exterior -y franqueado los controles-, podría haber dejado alguna huella, pero no era el caso. Haría falta la autopsia para determinar la causa de muerte de Danloy. Por ahora, parecía una muerte natural. Después de la toma de fotos de rigor, Trompel llamó a los camilleros, que se llevaron el cuerpo a la morgue.

- ¿Tiene alguna idea de la hora de muerte de este hombre? -preguntó el inspcetor-. Estoy seguro de que puede saber facilmente a qué hora dejó de trabajar.
- Tenemos en efecto un registro de actividades en otra máquina. También tengo en este momento a un experto analizando los videos de seguridad de esta lugar y de los entornos. Si me acompaña a mi oficina, puedo llamarlo para que nos informe.
- Vayamos allá.

Una vez llegados, Dagent llamó al encargado de revisar los videos. Éste confirmó que nadie había entrado en CC-5 antes de la llegada de Lapit. Y Danloy parecía haber tenido un episodio de hiperactividad durante cinco minutos a partir de las cinco de la mañana; luego había quedado totalmente inmóvil. Ésta debía ser, por lo tanto, la hora de su deceso o, en todo caso, de lo que lo había provocado. ¿Era la consecuencia de ese período de hiperactividad? ¡habría que analizar los registros de seguimiento de las operaciones de CC-5 a esa hora.
Zihjt volvió a examinar Adhir con mayor cuidado. Ya sabía que no había ninguna herida a la vista. También sabía que el hombre tenía buena salud, al menos hasta el día anterior. Poco antes lo había acompañado en la última caza y no había demostrado cansancio alguno. Era aún joven y vigoroso. Revisándolo encontró clavada en su cuello una pequeña aguja de pino. La sacó con cuidado y vió que tenía una punta extremadamente afilada y de color blanco, mientras el resto tenía color verde. La guardó en un pedazo de piel curtida y siguió explorando el cuerpo. Pero no encontró nada más.







El médico legista inició la tarea de la autopsia con sumo cuidado et muchas dudas: no encontró ningún signo externo que pudiese ayudarlo. El sujeto era un hombre joven, de unos treinta años, y claramente en buena forma física. Sin duda hacía regularmente deporte, lo cual podría sin duda ser confirmado por la empresa. El estudio de los órganos internos le confirmó esta opinión: estaban todos perfectamente sanos, excepto quizás el cortex visual, donde el microscopio le hizo surgir algunas dudas. Con la mayor ampliación, pudo ver que el estado de las neuronas era tal que el hombre debió estar ciego en el momento de su muerte. Realizó un análisis químico, pero éste no reveló nada anormal. Era al nivel del citoesqueleto de las células (su envoltura) que se había producido un cambio increíble: se había solidificado y no podía dejar pasar el flujo normal de iones. Nunca había visto ésto en un cadáver ni en la literatura médica. Llamó por teléfono al mejor neurólogo que conocía, el cual le confirmó que era un caso absolutamente excepcional. ¿Cómo saber lo que había provocado este cambio?

Decidió congelar el cerebro y los ojos de la víctima, para conservarlos lo mejor posible para una investigación futura. Luego redactó su informe y lo envió al inspector Trompel.