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Servais había recibido finalmente el informe sobre la investigación en casa de Gossiaux. El hombre había recibido una bala de calibre .38 en el corazón: un arma de pequeño calibre, popular en pequeños revólveres para defensa personal y también entre guardias de seguridad. No se trataba de una "liquidación" profesional. No se había encontrado en ellas ninguna huella como tampoco en la vivienda, fuera de las de los habitantes habituales, y su familia estaba de vacaciones en Suiza. Tampoco habían encontrado el casquillo de la bala, ya que un revólver no lo expulsa. En la caja fuerte habían encontrado cuatro kilos de marihuana prensada cuyo análisis reveló que procedía de la plantación que la policía italiana había encontrado en un túnel abandonado del metro de Roma. Por otra parte, la contabilidad de Gossiaux mostraba que también era dueño de Kordel, una fábrica de cuerdas -entre otras de cáñamo-, y que hacía importaciones desde Italia. Alertada por ambos indicios, la sección antidrogas visitó la fábrica de papel con perros adiestrados. Éstos encontraron que en algunos rollos de celulosa importados de Chile había una delgada capa de cocaína en las vueltas cercanas al centro. No se habían encontrado huellas de estupefacientes en su cuerpo, pero quedaba en evidencia su relación con el tráfico. ¿Significaba también que "Ecología Nueva" estaba implicada? ¿O, por el contrario, quienes tiraban de los hilos quisieron deshacerse de él para evitar de verse implicados en este negocio?
Verbeeck había desparecido, pero seguía siendo una pista a ubicar dentro del cuadro general. Según informó la PJ de Namur, la caja fuerte del hotel donde se había alojado contenía un pasaporte mexicano con la foto del sospechoso pero con el nombre de Mario Moreno. Sin duda era falso, pero se agregaría a sus antecedentes y todo sería enviado a Interpol. También había medio paquete de marihuana prensada y un fajo de billetes: cerca de diez mil euros. Sin duda el pago por sus últimas actividades ilegales. La misma suma aparecía en los últimos movimientos de la cuenta bancaria de Gossiaux, como transferencia a una cuenta que, como se pudo establecer, pertenecía al mismo Verbeeck.
Servais recibió la información y la compartió con Trompel.
- ¿Mario Moreno? -dijo éste-. ¡Debe ser un chiste! Mario Moreno era un cómico mexicano famoso por sus películas. Pero el pasaporte podría indicar una conexión con bandas mexicanas. O incluso traficantes de droga, si tomamos en cuenta la marihuana.
- El laboratorio la está analizando, para tratar de determinar su fuente. A ver si coincide con la encontrada donde Gossieuax.
La investigación del pirata informático Charles Mérotte también había proseguido. Interrogado, aunque rechazó la inculpación por cualquier actividad ilegal, admitió que trabajaba para Sekurelek, aunque no era empleado permanente y lo hacía desde su casa. Analizada su cuenta bancaria, se confirmó que recibió numerosos pagos desde la cuenta de las Islas Caimán señalada por Van Acker, donde se manejaban las cuentas de Sekurelek. El día siguiente del atentado a la Bolsa con el drone había recibido 20.000 euros y el día de la salida de Verbeeck, otros 5.000. Entre los equipos electrónicos encontrados en su casa habían descubierto un transmisor de radio que podía ser sintonizado en la frecuencia del drone. Y en lo archivos borrados de uno de sus discos duros, los expertos recuperaron un manual relativo a la teledirección del mismo. Se había entrenado el pilotaje con el "Flight Simulator" de Microsoft.
Chapelle no pudo ser ubicado. Si era o no un miembro activo de la confabulación no había podido ser establecido. Van Acker solo sabía que entregaba información y estaba al tanto de acciones propaganda de la ONG, pero nunca se habló con él de los atentados ni de los pagos ilegales. Gossiaux, por el contrario, era un miembro activo y -al parecer- el hombre de confianza de Buckley y los patrones extranjeros. Pero muertos estos dos, las únicas pistas restantes eran Slate y Revinskov. Este último siguiría siendo investigado, con ahinco ahora, por el FBI. Y una alerta había sido lanzada para James Slate a través de Interpol.
Quedaban por encontrar también los asesinos de Buckley, del investigador holandés De Groote y de Gossiaux. Se tenía la descripción y circulaba la orden de detención del mozo del hotel que parecía haber envenenado a Buckley. Pero en el caso de Gossiaux y de De Groote había sido mucho más difícil encontrar un sospechoso.