Dos días más tarde llegaba el informe de la policía suiza, que daba aún más crédito a la hipótesis: en la recepción del hotel no habían visto a la mujer en la noche señalada. No había cenado ahí, lo cual no parecía extraño ya que comía muchas veces en otra parte. Pero tampoco había tomado desayuno en la mañana siguiente, y ésto sí era anormal. Entrevistada la mucama que atendía su piso, recordó que, aunque no recordaba con precisión el día, había encontrado una mañana la cama hecha como la había dejado el día anterior, lo cual indicaba que la pasajera no había pasado ahí la noche.
La inspectora Yernault había conseguido también el registro de las tarjetas bancarias de la señora Gossiaux. No había comprado nada el día anterior al asesinato ni el mismo día. Pero se le ocurrió revisar también los informes sobre las cuentas personales de su marido, pensando que podía tener una tarjeta asociada. Y así era: el día anterior al crímen había habido un pago por un pasaje de ida y vuelta de Zurich a Bruselas en TGV.
Con estos antecedentes, Servais ordenó traer a la sospechosa. Le preguntó donde había pasado la noche en que su marido había sido asesinado, pero ella insistió en que había dormido en su hotel de Zurich. El comisario enumeró entonces los indicios que tenía en su contra. Entonces se desahogó.
- ¡Este maldito! No solo me pegaba y me engañaba con una secretaria. Me enteré de que traficaba con drogas y acumulaba dinero para su retiro con su amante en una lista del Caribe. No podía permitírselo.
- ¿Por qué no acudió a la policía?
- Porque no podía presentar pruebas. Es un hombre conocido. Uds no me habrían hecho caso.
- ¿Cómo lo supo?
- Contraté gente especializada.
- ¿Detectives privados?
- Algo así: una agencia de seguridad.
- ¿Sekurelek?
- Así es.
- ¿Por qué ellos? ¿No sabía que trabajaban para su marido? Ud me dijo que lo había conocido en la empresa de su marido.
- Así es. Como ya tenía relaciones con él, pensé que sería más fácil que averiguara cosas. - ¿Y no pensó que podía informar a su marido?
- Me pareció que era una empresa seria y sabrían conservar la imparcialidad.
- ¿Y Slate le dió la información que esperaba?
- Así es.
- Pero sin pruebas fehacientes.
- Me dió un informe pormenorizado que encajaba perfectamente con las inconsistencias de las declaraciones de mi marido. Me explicó que era imposible obtener pruebas del tráfico pero que las había en la caja fuerte de mi marido. Pensaba que yo podría tener acceso a ella, pero no era así.
- ¿Y de sus aventuras extramatrimoniales?
- Me dió algunas fotos, pero no reconocí a ninguna de las mujeres.
- ¿Ud habló de todo ésto con su marido?
- Ésto fue lo que quise hacer la noche que volví a Bruselas. Pero cuando llegué a nuestro apartamento, ya estaba muerto.
- Pero no nos llamó.
- Me asusté. Pensé que el asesino podía buscarme también. ¿Matar a toda la familia no es típico de los narcotraficantes? Así que volvía a Zurich lo más pronto que pude.
- ¿Por qué no nos lo dijo desde un principio?
- No pude. Aún estaba choqueada.
Sin una confesión y el arma, las pruebas eran circunstanciales. Se le permitió retirarse pero se le ordenó no abandonar la capital. Servais y Trompel comentaron la situación.
- Es posible que tenga razón pero también que mienta. Necesitamos más elementos de prueba para determinar quién es realmente el asesino.
- Pediré al laboratorio que revise nuevamente todo lo que encontraron.
La inspectora Yernault había conseguido también el registro de las tarjetas bancarias de la señora Gossiaux. No había comprado nada el día anterior al asesinato ni el mismo día. Pero se le ocurrió revisar también los informes sobre las cuentas personales de su marido, pensando que podía tener una tarjeta asociada. Y así era: el día anterior al crímen había habido un pago por un pasaje de ida y vuelta de Zurich a Bruselas en TGV.
Con estos antecedentes, Servais ordenó traer a la sospechosa. Le preguntó donde había pasado la noche en que su marido había sido asesinado, pero ella insistió en que había dormido en su hotel de Zurich. El comisario enumeró entonces los indicios que tenía en su contra. Entonces se desahogó.
- ¡Este maldito! No solo me pegaba y me engañaba con una secretaria. Me enteré de que traficaba con drogas y acumulaba dinero para su retiro con su amante en una lista del Caribe. No podía permitírselo.
- ¿Por qué no acudió a la policía?
- Porque no podía presentar pruebas. Es un hombre conocido. Uds no me habrían hecho caso.
- ¿Cómo lo supo?
- Contraté gente especializada.
- ¿Detectives privados?
- Algo así: una agencia de seguridad.
- ¿Sekurelek?
- Así es.
- ¿Por qué ellos? ¿No sabía que trabajaban para su marido? Ud me dijo que lo había conocido en la empresa de su marido.
- Así es. Como ya tenía relaciones con él, pensé que sería más fácil que averiguara cosas. - ¿Y no pensó que podía informar a su marido?
- Me pareció que era una empresa seria y sabrían conservar la imparcialidad.
- ¿Y Slate le dió la información que esperaba?
- Así es.
- Pero sin pruebas fehacientes.
- Me dió un informe pormenorizado que encajaba perfectamente con las inconsistencias de las declaraciones de mi marido. Me explicó que era imposible obtener pruebas del tráfico pero que las había en la caja fuerte de mi marido. Pensaba que yo podría tener acceso a ella, pero no era así.
- ¿Y de sus aventuras extramatrimoniales?
- Me dió algunas fotos, pero no reconocí a ninguna de las mujeres.
- ¿Ud habló de todo ésto con su marido?
- Ésto fue lo que quise hacer la noche que volví a Bruselas. Pero cuando llegué a nuestro apartamento, ya estaba muerto.
- Pero no nos llamó.
- Me asusté. Pensé que el asesino podía buscarme también. ¿Matar a toda la familia no es típico de los narcotraficantes? Así que volvía a Zurich lo más pronto que pude.
- ¿Por qué no nos lo dijo desde un principio?
- No pude. Aún estaba choqueada.
Sin una confesión y el arma, las pruebas eran circunstanciales. Se le permitió retirarse pero se le ordenó no abandonar la capital. Servais y Trompel comentaron la situación.
- Es posible que tenga razón pero también que mienta. Necesitamos más elementos de prueba para determinar quién es realmente el asesino.
- Pediré al laboratorio que revise nuevamente todo lo que encontraron.