30/8/11

Los Seis -6.3 (Fin)

De vuelta en Bruselas, después de supervisar los trabajos requeridos en la oficina de Zesdeman, Servais ordonó la búsqueda del pianista. Cuando fue traído a su oficina, Chardonnais reconoció que tomaba regularmente Attryl. Incluso, estaba tan contento que había aumentado la dosis. Deseaba hacerlo sin avisar a su médico, pero como era imposible obtenerlo de otra manera, había sido obligado a visitar cada vez éste. Como había declarado que no sentío ningún efecto secundario, había recibido siempre el remedio sin dificultad. Servais le preguntó qué día de la semana lo tomaba. Era su día libre en el club y también, como el policía pudo comprobar, cada vez el día en que habían tenido lugar los asesinatos.

Fue arrestado como el principal sospechoso mientras se verficaban sus coartadas, cada vez más imprecisas cuando se retrocedía en el tiempo. Finalmente, todas fueron destruídas y se dió la orden de registrar su domicilio. A primera vista, no se encontró ninguna posible pista. Pero uno de los detectives tuvo la idea de ver si era posible abrir su piano por atrás. Y encontró ahí una verdadera galería fotográfica: había una foto -sin duda tomada por él- de cada mujer asesinada, acompañada cada vez de un artículo de prensa referido al hecho y de los escasos comentarios de la policía. En un pequeño cuaderno, sin relatar ningún detalle de sus delitos, el músico llevaba también un registro de los titulares de prensa y comentarios despectivos de la acción de la policía. El hombre se creía realmente superior y felicitaba a su médico por haberle provisto de un medicamento que lo volvía tan eficaz para "vengarse de las mujeres que lo habían ridiculizado a todo lo largo de su vida."

Otra sorpresa fue el único libro que se encontró su pequeña biblioteca en medio de obras sobre grandes músicos: una especie de resumen de ciencias ocultas con un importante capítulo de numerología y de interpretación de signos asociados a los números. La sección acerca del número seis estaba separada por un marcador y un párrafo relativo al horoscopo de las personas nacidas bajo el signo del seis estaban subrayadas en rojo. Se decía, entre otras cosas, que éstas tendrían mucho éxito para deshacerse de sus enemigos si lo hacían "en la sombra y de manera inteligente, siempre bajo el signo del seis". Como lo había descubierto también el inspector Remi al princpuio de la encuesta, había una marca frente al texto que mencionaba que "si se combina la cifra seis con un círculo, como un reloj a la seis, se forma un símbolo que sugiere el fin de la vida: la rueda dejó de girar".

Como la policía había constatado en su documento de identidad y confirmado en el Registro de la Población, Chardonnais había nacido un 6 de junio. Lo había considerado siempre como una fecha fatídica y, sin duda, se había entusiasmado con el horoscopo que había encontrado.

Puesto frente a las pruebas descubiertas por la policía, el pianista terminó confesando que había matado las dos "miss" y la parlamentaria. Y también que había colaborado con Bonnier para realizar el trasplante del hígado, como retribución por la ayuda que este último le había prestado en el secuestro de las miss Universo. Como la policía sospechaba, había conocido Bonnier en parís, donde este último había sido médico de su padre. Le era tan agradecido de lo que el médico había hecho durante los últimos meses de vida de su padre que lo había ayudado à ser contratado en el club "6a6" cuando fue expulsado de la orden de los médicos y dejó Francia.

Fue imposible conseguir su confesión en el caso del asesinato del juez. Este crimen se salía completamente de su línea de conducta y, a pesar de que la policía estaba convencida deque era el autor del mismo, matuvo siempre su negativa.

Los policías, que habían allanado el domicilio del juez, analizaron los documentos que habían encontrado en su caja fuerte. Les sorprendió ver allí que había varios sobres grandes conteniendo antecedentes de numerosos miembros del personal del club "6a6". Y entre éstos estaban los de Chardonnais y Bonnier. En los documentos relativos a Chardonnais, no había información sobre su tratamiento médico ni sus aficiones fuera de la música. Pero la sorpresa fue mayor cuando, en la carpeta dedicada a Bonnier, pudieron ver que el juez conocía su nombre verdadero y el historial de sus desaveniencias con la justicia francesa. Estaba así perfectamente en condiciones de chantajearlo.

Trompel fue enviado a interrogar a Mamae Perla al respecto. Ésta reconoció que el juez era el asesor jurídico del club y que se encargada desde hace tiempo de investigar el personal antes de su contratación. El detective le preguntó que sabía de los antecedentes de Bonnier. Reconoció que sabía que era francés y tenía algunos conocimientos de medicina, por lo que recurrían ocasionalmente a él si alguna persona se sentía mal en el club. Pero dijo no conocer la información acumulada por el juez. Éste le remitía solamente antecedentes básicos y su recomendación, favorable o desfavorable a la contratación.

Servais concluyó que era probable que Bonneau se hubiera enterado de que el juez conocía todos los detalles de su vida. Quizás fue contactado por éste, en un intento de chantaje, y decidió deshacerse del chantajista, aprovechando la posibilidad de que la culpa recaiga sobre su colega, del cual debía conocer el juego. El imputado fue interrogado al respecto pero, igual que el pianista, mantuvo su negativa. A falta de pruebas contundentes, no se le pudo procesar por este crímen.


Epílogo

El caso de "los 6" estaba terminado. Ahora era asunto de los tribunales. Trompel agradeció al proprietario de los departamentos donde vivía Bonnier y donde se había instalado unas semanas. El dueño, sabiendo ahora del rol del detective en la detención de los asesinos, no quiso cobrarle el último mes. El detective volvió a su casa, donde sintió de nuevo intensamente la ausencia de su esposa asesinada. Pero se dió cuenta de que la investigación le había ayudado a superar el dolor y evitar la depresión. Se sentía ahora en paz. Había ayudado a hacer justicia y podía volver a una vida relativamente normal.

Dos meses más tarde tenía lugar el proceso. La sentencia fue de las más duras: prisión perpétua efectiva para Chardonnais, bajo el régimen más estricto. En cuanto a Jean Bonneau, fue condenado a treinta años de cárcel, después de los cuales se entregaría a la policía francesa por el cargo de violación de menor allá. pasaría también el resto de su vida en la cárcel.
El señor van der Helst también recibió varios años de cárcel por el delito de tráfico de órgano, mientras su médico recibió una fuerte multa y una amonestación tanto de la justicia como del colegio de los médicos por su falta de control del origen del óragno transplantado.
El Club 6a6 fue cerrado definitivamente y madame Perla recibió cinco años de arresto domiliciario vigilado por su pequeño tráfico de drogas.


LA PRÓXIMA SEMANA: "LAS VACACIONES DE TROMPEL"

23/8/11

Los Seis - 6.2

Pasada ya una semana, Servais encontró un mensaje sobre su escritorio. Decía "Tengo información importante para ud. Encontrémonos en la última fila del cine Metropole a la seis de la tarde. No quiero que me vean en locales de la policía. Dr.Felicien Demarteau."
- A las seis, -grunó Servais-. ¿Estará relacionado con ese caso de asesinatos? ¡Espero que no sea una trampa!
Buscó el nombre de Demarteau en la guía de teléfonos de internet en su computador. Había efectivamente un doctor Felicien Demarteau, que aparecía como neurólogo. Iría a la cita.
A las seis, por lo tanto, entraba en el cine Metropole, en la calle Nueva, la más importante del centro comercial de Bruselas. Había poca gente en las últimas filas. Como no conocía a su interlocutor, se sentó solo en una zona desocupada de la última fila. Pocos minutos después uno de los otros espectadores del fondo de la sala se sentó a su lado.
- ¿Comisario Servais?
- Así es.
- Soy el doctor Demarteau. ¿Puedo ver sus credenciales?
- ¡Si alcanza a ver algó aquí!
- La luz de la película me parece suficiente. ¡Está bien! -agregó, después de ver el documento-. Discúlpeme, pero no quisiera que lo que tengo que decir caiga en oídos inadecuados. El asunto es grave y no tengo pruebas definitivas.
- ¿De qué se trata?
- De los asesinatos en serie señalados con el número seis. Lo que le voy a decir podría ser mera coincidencia, pero lo dudo. Junto con, sin dudas, otros médicos, he sido seleccionado por la empresa farmaceútica Zespharma para probar un nuevo medicamento contra la depresión. Me han pedido elegir seis pacientes que no fuesen casos demasiado graves y me han enviado las dosis necesarias del fármaco para lo que consideran un tratamiento tipo, junto con los estudios que los avalan. Todo está en orden: los estudios previos en animales fueron favorables y han sido autorizados para iniciar la experimentación en humanos. He de seguir los casos muy de cerca e informárles de cualquier efecto adverso. Los remedios se me entregan gratis, por lo que escogí pacientes que podrían tener dificultades para pagar el tratamiento -bastante caro- con el fármaco que les prescribiría normalmente y que sería reemplazado ventajosamente con este nuevo.
- Supongo que no habría nada anormal en ésto pero que ud sí descubrió algún fallo grave, si llegó a invitarme aquí.
- En efecto. Dos de los seis pacientes han ido demostrando progresivamente un fuerte aumento de agresividad los días en que toman el fármaco, lo que ocurre una vez a la semana. Uno de ellos lo había tomado el día de su consulta y casi me mata, después de hablar peste de los médicos. El otro no presentaba síntomas en la consulta pero me contó que, el día que tomaba el remedio, sentía una fuerte aversión por las mujeres.
- ¿Habrá ud informado a la empresa, supongo?
- En efecto. Y les reemplacé el medicamento. Pero la empresa no me contestó y sigue remitiéndome sus muestras. Ésto me molesta mucho. Y sumé dos más dos o más bien, en este caso, seis más seis. Considere lo siguiente y dígame si solo puede ser coïncidencia: la empresa se llama Zespharma y zes significa seis en flamenco [segundo idioma de Bélgica, equivalente al holandés]; luego me piden escoger seis pacientes, diciéndome que forman parte de una primera muestra de treinta y seis, o sea seis pacientes de seis médicos. Finalmente uno de mis pacientes adquiere el deseo de agredir a mujeres y otro casi me mata. ¿Qué le parece?
- Es muy perturbador, en efecto. Supongo que no me revelará el nombre de esos dos pacientes.
- Ud debe saber muy bien que el secreto profesional me lo prohibe.
- Tiene toda la razón, pero también era mi obligación preguntar. Creo que esta empresa merece ser investigada. ¿Atestiguaría ud en contra suya?
- Solo si ud descubre pruebas que complementen mi testimonio. De lo contrario preferiría no enemistarme con ellos. Es una empresa importante y, hasta ahora, no había tenido problema.
- Su pedido me parece válido. ¿Cuál es el nombre de este medicamento?
- Attryl.
- Bien. Veré si podemos descubrir algo más. ¿Conoce el nombre de los otros médicos? ¿Ha contactado a alguno?
- Imposible. Este tipo de prueba se hace de manera muy reservada y es imprescindible que los reportes sean totalmente independientes.
- No se me ocurre qué más preguntarle. Le agradezco la información que me dió. Si no tiene nada más que agregar, me despido. Encontré su dirección y número de teléfono en la guía: lo llamaré si tengo novedades. ¡Hasta la vista!

El día siguiente, a primera hora, Servais encargó que le averiguasen la dirección de Zespharma y quién era su director, presidente, gerente o quien sea que fuese su mandamás. Al poco rato le daban los datos pedidos: el director-gerente y dueño se llamaba Marcel Zesdeman, la empresa tenía oficina y laboratorios en la pequeña ciudad de Mechelen y contaba con unos ochenta empleados.
También pidió una revisión de los informes científicos sobre el fármaco Attryl. Se le informó que éste no había sido aprobado aún por la FDA norteamericana, que era practicamente la rectora a nivel mundial en materia de aprobación de medicamentos. Sin embargo, en Bélgica, la primeras pruebas en pacientes reales habían sido autorizadas unos seis meses antes, o sea, unas semanas antes del inicio de los asesinatos en serie.

El día siguiente:
- Jefe, no va a creer quienes llegaron anoche al club: nada menos que el alcalde de Peer acompañado del gerente de una empresa farmaceútica que vive ahí. ¿Tendrá el alcalde algo que ver con los asesinatos? Una de las mujeres fue encontrada ahí!
- ¿Crees que sería tan tonto como para llevarla a su propia ciudad? Pero díme quién era ese ejecutivo farmeceútico.
- Se llama Louis Vandeurzen. Como vive también en Peer, ésto puede explicar que lleguen juntos. Lo verifiqué: ninguno tiene antecedentes policiales y ninguno aparece con su nombre en las carpetas de Madame Perla.
- ¿Y en que empresa trabaja? ¿No será Zespharma por casualidad?
- Exacto, jefe. ¿Cómo supo?
- Tengo mis fuentes. Aunque no esperaba descubrir una relación de Zespharma con el Club 6a6, alguna relación parece tener con los asesinatos. Una cuestión de fármacos peligrosos.

Servais pidió entonces a la oficina de Amberes que interrogue al alcalde de Peer, pero éste, además de reconocer que iba de vez en cuando al club 6a6, pudo dar coartadas para las fechas de los asesinatos, las que fueron verificadas por la policía.

El día siguiente, decidió ir a visitar a Zespharma después de almuerzo y entrevistar por sorpresa al señor Zesdeman. ¿Otra coïncidencia? Su nombre significaba "sexto hombre". El nombre de la compañía provenía probablemente de su propio apellido.

A las tres de la tarde, después de media hora en auto por una carretera provincial, estaba en Mechelen, en la Leopoldstraat, cerca de la Schuttersvest, donde aparcó delante del edificio de Zespharma. De inmediato su atención fue atraída por el logotipo de la empresa: un circulo atravasado por un diámetro vertical, como un reloj marcando las seis. Y como en las mujeres asesinadas!

Entró. Mostró su identificiación a la recepcionista y dijo que necesitaba hablar urgentemente con el señor Zesdeman por un asunto de máxima importancia. La recepcionista lo mandó al último piso, a hablar con la secretaria del director. Ahí, mostró nuevamente sus credenciales y repitió su presentación. La secretaria le dijo que lo iba a anunciar "al gran patrón".
- Su teléfono no contesta. Pero estoy seguro de que está porque me firmó unos documentos hace media hora y no ha salido. Voy a ir a ver.
- La sigo -dijo Servais, que no quería obtener un no por respuesta-.
La secretaria abrió le puerta y se encaminó hacia el escritorio, detrás del cual estaba su jefe.
- Señor... -empezó a decir, pero se interrumpió al ver su cabeza caída hacia el pecho y los brazos colgando.
- Algo le ha pasado -le dijo entonces al detective.
Éste, que reconoció de inmediato la escena, le impidió avanzar y le ordenó volver a su puesto.
- Yo me encargo de todo aquí. Espéreme afuera. Ya le diré qué hacer.

Se acercó más y vió más claramente que algo le sobresalía del pecho, algo que había servido de puñal, pero sin mango, y un pequeño hilo de sangre. El golpe debió ir directo al corazón y la hemorragia había sido principalmente interna. Detrás del sillón había un gran reloj de pared... donde faltaba el minutero. El hombre se había suicidado o lo habían asesinado con él.
Servais miró entonces el escritorio y descubrió que era en realidad una pantalla OLED, seguramente de respuesta táctil. En ella se deplazaba lentamente, de un lado a otro, un logo de la empresa. Se puso guantes y tocó la gran pantalla. El logo desapareció y, en su lugar, apareció un mensaje en grandes letras: "El Attryl es un fracaso total. Debe ser retirado. Estamos arruinados."
Así que el doctor Demarteau tenía razón. Zesdeman debió recibir otros informes y los había quizás relacionado con los asesinatos. Y no lo pudo soportar.

Interrogando posteriormente al gerente, bajo amenaza de encubrimiento de asesinatos, Servais obtuvo los nombres de los seis médicos y los expedientes de los treinta y seis pacientes. Entre ellos reconoció el nombre de uno de los trabajadores del club "6a6": Michel Chardonnais, el pianista.

16/8/11

Los Seis - 6.1


Capítulo 6. Víctimas masculinas

El lunes 8, Servais encontró en su computador, en el relato de los hechos del fin de semana, un informe sobre una mujer asaltada en el bosque de Soignes, en Overijse. Se trataba de un intento de violación que había fracasado por haber sido interrumpido por gendarmes a caballo que paseaban ahí sus bestias. Pero el agresor había escapado.

Ana Jacobs venía de una fiesta de matrimonio que se celebraba en uno de los locales de Jesus Heick. Fue asaltada cuando iba a subir a su auto, en el estacionamiento que estaba en bordura del bosque. Había cometido el error de salir sola, porque quería regresar temprano a casa, aquejada de un fuerte dolor de muelas. El bandido la amenazó con un cuchillo. Llevaba un pasa-montañas, pero estaba vestido de etiqueta, lo que hacía pensar que podía haber estado en esa misma fiesta. Se adentró con ella en el bosque. Mientras la empujaba, le dijo "Ahora vas a ser mía para siempre. Ésta será tu mejor experiencia. El placer supremo. Nunca serás de nadie más." Le cortó el vestido con el cuchillo pero tuvo que guardar éste cuando intentó violarla. Fue cuando ella se puso a gritar y tuvo la suerte que pasaran cerca los gendarmes a caballo, que paseaban por ahí ahí sus bestias. Pero el violador se escabulló entre los autos estacionados, donde los animales no lo podían seguir.

Servais mandó pedir los datos de los asistentes a la boda y recoger los vidéos que fueron tomados. Pudieron ver ahí varias personas que visitaban o trabajaban en el Club 6a6 y varios hombres que respondían a la descripción -parcial- dada por la víctima. La coincidencia les llamó la atención pero, evidentemente, de por sí no significaba nada.
Llamó a los hombres que debían vigilar al pianiste del "6a6" durante el fin de semana y pidió su informe.
- Jefe, el sábado se nos escabulló el pianista. Era su día libre. Se metió en una ceremonia de matrimonio. Hubo un gran desorden cuando la gente salió de la iglesia y no lo vimos más.
- ¿Dónde fue ésto?
- En la iglesia de Jesus Heick, en Overijse.

Servais sumó dos más dos: el pianista, el día 6 y un intento de violación. ¿La quinta víctima de la serie? Pidió el informe completo del interrogatorio de la víctima y, después de leerlo, lo entregó a Trompel y lo envió al hospital para entrevistar nuevamente a la víctima, interrogándola especialmente acerca de su eventual relación con el club. Pero el detective se llevó una sorpresa: la mujer se había ido, contra el aviso del médico. Se dirigió entonces al domicilio que les había dado pero, ahí, nadie le abrió la puerta.

El día siguiente, Remi llegó corriendo a la oficina del comisario.
- ¡Jefe, no lo va a creer! La mujer del bosque: está donde el juez Dedeuvel e informa que éste ha sido asesinado.
- Y Dedeuvel era cliente del 6a6, si mal no recuerdo.
- En efecto. ¿Qué estaría ella haciendo ahí?
- Se lo preguntaremos. Que tú y Trompel vayan allá a investigar.

Ana Jacobs les abrió la puerta cuando, con los técnicos forenses, llegaron al domicilio del juez. Las preguntas no hicieron falta: les explicó de inmediato que estaba ahí porque el juez era su tío y que había pensado que estaría más segura con él, además de poder contar con su asesoría legal. Pero cuando había bajado a preparar el desayuno, había encontrado a su tío tirado en el suelo del living. Indicó la entrada de esa habitación a los policías pero no los quiso acompañar.

El juez tenía la camisa abierta y ... el signo theta grabado en el pecho. Había sido claramente estrangulado con una cuerda muy delgada, que no pudieron encontrar en el lugar. El cuerpo estaba frío y el termómetro permitió establecer que debió haber sido asesiando hacia la media noche.

Un hombre con el signo "6" era una novedad. Pero, en realidad, sólo había habido dos mujeres con este mismo tatuaje. Las otras mujeres agredidas podían, o no, estar relacionadas. Pero todas las víctimas habían sido estranguladas del mismo modo con algo muy delgado, como un hilo de caña de pescar, una cuerda de guitarra o de piano.

Trompel interrogó a la mujer, que aseguró no haber oído nada. Se había acostado antes de las once y había tomado fármacos para dormir, debido a los dolores y a la angustia que aún sufría. También le preguntó por la agresión que había sufrido y por su presencia en la fiesta de matrimonio. Había sido compañera de estudios de la novia y esa era la razón de su asistencia. Dijo no conocer al club "6a6", pero Trompel tuvo la clara impresión de que ésta era una mentira.

Los técnicos verificaron que la cerradura de la puerta de calle había sido forzada, pero no encontraron huellas dactilares. Sería otro caso de difícil solución.

9/8/11

Los Seis - 5.3


La policía de Lovaina había por fin podido hablar con el médico de van der Helst. Éste se escudó primero en el secreto profesional para negarse a responder a las preguntas que se le hacía. Pero cuando se le acusó de complicidad en tráfico de órganos y en un caso de asesinato, acabó por confesar que había aceptado el trato que le había ofrecido van der Helst: el paciente se procuraría él mismo el hígado, fuera del circuito oficial, y el médico no haría preguntas. Por ello, recibió honorarios millonarios. Pero no podía informar sobre el origen del órgano. El único que sabía la verdad era su paciente.

Recibida esta información, Servais envió a Trompel a la clínica. Debía interrogar a van der Helst y también a las enfermeras. Al menos una de éstas debería poder reconocer a quién trajo el órgano. En la guardia, gracias a la autorización dada por el cirujano, el detective pudo averiguar cuáles eran las enfermeras que habían estado presentes cuando llegó el hígado y cuál estaba a cargo de las formalidades. Tuvo la suerte de que estaba presente y le preguntó quién lo había traído.
- No sé quién era. El doctor me había avisado de que llegaría el órgano. De que se lo mandaba un colega de otro hospital. El señor van der Helst no estaba en la lista de prioridades, pero algunas veces los pacientes reciben donaciones particulares, generalmente de un familiar, aunque lo habitual en estos casos es que se haga la extracción aquí mismo.
- ¿No le extrañó que no se siguiera el proceso normal?
- No, porque -como le dije- es lo habitual, pero no se trata de una regla absoluta. El donante, a veces, no puede ser transportado, por una razón u otra, y ésto no puede impedir el proceso. Se trata de salvar una vida.
- ¿Y no hubo nada anormal en la entrega?
- Nada. El enfermero lo trajo como es debido, en las condiciones adecuadas.
- ¿Era una de estas personas? -preguntó Trompel, mostrando las fotos de Bonnier, Chardonnais y otros clientes del "6a6".
- ¡Éste es! -dijo, indicando a Bonnier. ¿Quién es?
- No le puedo dar esta información, lo siento. Pero es muy importante para nosotros. ¡Gracias!
- ¿Puedo ver ahora al señor van der Helst?
- No hay ningún inconveniente. Está en la suite 206.

- "Otro seis" -pensó Trompel, que se encaminó a la habitación.

Cuando se presentó como policía, se dió cuenta de que el paciente se intranquilizaba. Después de preguntar cómo se sentía, abordó le tema más espinudo.
- Sé que lo vino a ver hace unos días el señor Bonnier. ¿Lo conoce hace tiempo?
- Hace unos diez años, diría yo.
- ¿Entonces lo conoció en Francia?
- Así es.
- ¿Era su médico allá?
- Sólo un amigo.
- Debe saber entonces que no se llama Jean Bonnier sino Jean Bonneau. Y que era médico-cirujano. Por ésto se puso de acuerdo con él y lo pagó para conseguir un hígado, ¿no es cierto?
El hombre se quedó callado.
- ¿Sabe que lo podemos enjuiciar por tráfico de órgano? ¡Y, además, como cómplice de homicidio!
- ¿Cómo sería ésto posible? ¡Yo no pude intervenir en ningún homicidio! Estaba aquí, y bastante grave.
- Quién le dió el órgano ha sido asesinado para obtenerlo.
- ¡No puede ser! ¡Jamás pedí ésto!
- ¿Pero se lo procuró Jean Bonneau, no es cierto?
- Así es. Me dijo que podía encontrarme uno y que me lo traería.
- Es todo lo que quería saber por ahora. Gracias, señor van der Helst. Cuando esté mejor, deberá rendir testimonio oficial. Mientras tanto, no puede abandonar el país y, si sale de esta clínica, deberá notificar de su lugar de residencia a la PJF.

Quedaba una pregunta: ¿cómo supo Bonnier que el hígado de Florence Cloquet sería compatible? Ella trabajaba para Air France, por lo que pasaba mucho tiempo en París. Podría haber conocido a Bonneau ahí. Se lo comentó a su jefe y éste pidió entonces a la policía francesa que concurriera a la clínica donde operaba el dr.Bonneau y verificase si había tenido alguna relación con una paciente llamada Florence Cloquet. Y, de ser así, pidió acceso al historial médico de la difunta.

2/8/11

Los Seis - 5.2

Cuando se reunieron, Servais interpeló a Trompel por su investigación privada, ya que le había ordenado mantenerse al margen:
- Me llamó mucho la atención que, cuando te llamé, estuvieses justamente en Lovaina, en la clínica San Rafael -le dijo entonces Servais-. Me has sorprendido, porque no estabas al tanto del último caso y resulta que nuestras investigaciones del último asesinato nos llevaron justamente ahí mismo.
- Jefe, no podía quedarme tranquilo. En el funeral me llegó un soplo y valía la pena investigarlo. No sé aún si realmente el hombre está ligado al caso o no. Pero había indicios que no podían ser pasados por alto aunque, si estuviera en servicio activo, quizás habría archivado la indicación que me dieron.
Contó entonces lo que le habían dicho y todo lo que había averiguado acerca de Bonnier.
- A estas alturas, el hecho de que Bonnier haya visitado un paciente en la clínica San Rafael, sumado a lo anterior, le confiere sin duda la condición de sospechoso. Confirmaremos si fue a visitar el transplantado y trataremos de averiguar por qué.

Expuso entonces todos los detalles de los diferentes casos que no habían salido en la prensa, para que Trompel estuviese al tanto.
- Jef -le dijo-, tienes habilidades para analizar casos y, si no me equivoco, escondes incluso una aplicación especial en tu computador. Podrías darnos una mano en el análisis. Por ésto he decidido ponerte al tanto de todo y reincorporarte, aunque exclusivamente para trabajo de oficina.

Después de la reunión, Trompel fue a buscar su notebook, en que había registrado todos los detalles de los asesinatos que él conocía, así como los resultados de su seguimiento a Bonnier. Trabajó horas agregando a su base datos los antecedentes sacados de los informes que le dió su jefe.

El día siguiente, al llegar de nuevo a la oficina, echó a andar su aplicación de minería de datos, que le podría sacar algunas conclusiones o, al menos, señalar coherencias e incongruencias. Imprimió los resultados y, con ellos, fue a ver a Servais.

- Mi análisis marca algunos datos que podrían ser importante, además de la obvia importancia del número seis. Así, por ejmplo, existen al menos dos casos en que el asesino debió contar con un cómplice: en el caso de la miss Universo y en el del transplante. En el primero, hubo dos personas que entraron y salieron del hotel con la camilla [civière]. En el segundo debió ocurrir lo mismo, y una de las dos debió haber un cirujano. También se manejó en ambos casos una ambulancia, hasta para llevar el hígado a la clínica de Lovaina. Quizás lo extrajeron en la misma ambulancia.
Hay otro detalle que me llama la atención -agregó Trompel-. Puede ser una coincidencia, pero también podría ser un indicio: en la lista de personal del club, hay un pianista y su fecha de nacimiento es 6 de junio de 1966, o sea 6-6-66. Además su dirección es 6 calle Moris en la comuna de Saint-Gilles. Y Saint-Gilles es el sector postal 6.
- Por cierto llama la atención -contestó Servais-, pero no es una pista muy firme. Por ahora, no tenemos nada que apunte hacia él. Aunque, como estamos, no perdemos nada con investigarlo un poco más.
- Y el hecho es que Bonnier también trabaja en el club. Ésto nos da dos personas en íntimo contacto. Faltaría averiguar si tuvieron los mismos días libres. Y si uno de los dos hizo estudios de medicina. Ésto sería muy coherente con la personalidad del asesino. Según el análisis psicológico, se siente con poder al someter a sus víctimas mientras en su vida ordinaria siente que no tiene ninguna. También sería muy coherente si debió abandonar la profesión médica. No le gusta no tener o haber perdido poder sobre la vida de otros. Sólo se siente libre y poderoso bajo el signo del seis. Sufre una neurosis que le hace apelar a la magia para sentirse seguro.
- Entonces, tenemos a dos sospechosos, del mismo club: Bonnier y el pianista. Averiguaremos sus días de salida. Traeremos a Bonnier para que nos cuente qué lo liga al paciente transplantado. Ya se ha confirmado que lo fue a ver a él: fue la única persona que se presentó a la hora que señalaste. En cuanto al pianista, Michel Chardonnais, lo vigilaremos y lo traeremos eventualmente después. Y nos falta el testimonio del cirujano que hizo el transplante.
- Pero si Bonnier está involucrado, en algún momento se me escapó. Lo he seguido en todos sus días libres.
- Pero los asesinatos fueron de noche. A lo mejor no lo sentiste salir y se te escapó.
- Ésto es cierto. No lo podía vigilar día y noche.

Servais se encargó personalmente de interrogar a Bonnier cuando lo trajeron. Trompel no debía mostrarse, para evitar ser reconocido. Mientras traían al hombre a la comisaría, el detective entró en su departamento para revisarlo. Enviaba inmediatamente a Servais sus observaciones por mensajes de texto, de tal modo que el comisario pudiera utilizar estos datos en el interrogatorio.
- ¿Qué fue a hacer en la Clínica San Rafael?
- Fuí a ver a mi amigo Lodewijk van der Helst, que había sido operado.
- ¿Recibió un transplante de higado, no es cierto?
- Así es.
Bonnier se extrañó de que la policía estuviera al tanto y empezó a intranquilizarse.
- ¿De quién era el higado?
- ¿Cómo voy a saberlo? Los donantes son siempre anónimos.
- Nos parece que podría saberlo. ¿El martes pasado no fue su día de salida?
- Sí lo fue.
- ¿Y no se juntó con otra persona? ¿En la noche por ejemplo?
- ¿Por qué esa pregunta?
- ¿No conocía a Florence Cloquet?
- Para nada. ¿Quién es?
- ¿Y por qué tiene una fotografía suya en su departamento? -pudo preguntar el policía, que acababa de recir el mensaje de texto de Trompel señalándole el hecho.
- ¿Tengo su foto?
- En efecto. Y también las de la miss Universo y de la miss 17. ¿Le gustan las mujeres no cierto?
- Claro que me gustan mujeres bellas. No veo que puede haber de mal en ello.
- Y le gusta acosarlas en el bosque también.
- ¿Acosarlas?
- Sabemos de su afición. No lo niegue. La noche del martes pasado, abordó a Florence Cloquet cuando salió del aeropuerto. La hizo subir a un vehículo, la mató y le sacó el hígado ¿no es así?
- ¡Yo no toqué a esa mujer! ¡No sé quién es!
- ¡Es lo que vamos a averiguar! ¿Nos podría dar una muestra de ADN? Basta con pasarle un algodón en la boca. Si no la tocó, quedará libre de sospechas.
- ¡Encantado! No tengo nada que ver con este caso y, de este modo, se lo probaré.

Después de tomarle la muestra, Bonnier fue enviado a una celda, donde tendría que esperar el resultado del análisis. Se verificaron sus antecedentes: no había nada en el sistema procesal belga. Pero como tenía nacionalidad francesa, se alertó a la policía de ese país a través de Interpol. Horas después llegaban las informaciones solicitadas acerca del sujeto. Éstas, además, señalaban que las autoridades de la línea aérea habían hecho la denuncia de la desaparición de su azafata a la Interpol de París, aviso que había llegado en paralelo a la policía belga.

Un par de días después, fue llevado de nuevo ante el comisario Servais.
- Tenemos el resultado del análisis de su ADN.
- Entonces sabe que yo tenía razón. No conocía esta mujer y no tengo nada que ver con este crimen.
- Ésto no está confirmado. Sin duda se puso guantes de látex y otra persona sometió a la mujer. Pero ud la operó y llevó el hígado a Lovaina, para el señor van der Helst.
- Se equivoca. No la conozco y no la toqué. Sólo tenía una foto suya.
- Sabemos que se llama en realidad Jean Bonneau, un nombre que -evidentemente- no le gusta [El homófono francés "jambonnau" significa jamoncito]. Lo condenaron en Francia por pedofilia y perdió su licencia de médico-cirujano. Pero hay algo mucho más grave: su ADN apareció en una niña de nueve años violada hace tres años. No sabíamos a quién pertenecía hasta analizar el suyo. Si no tiene relación con las mujeres asesinadas, al meno sí la tiene con esa violación. ¡Esta vez no escapará de la justicia! Y le costará una buena cantidad de años de cárcel. Más aún si verificamos su participación en los crímenes de los Seis.