26/4/11

Colonización 7.3.

Aún en órbita, esperando el momento oportuno para partir, los nefilim pudieron observar el desastre y más de uno lloró por la destrucción que observaban:

"Los Anunnaki, grandes dioses,
se fueron sentando sedientos, hambrientos...
Ninti lloró y dejó salir sus emociones;
lloraba y aliviaba sus sentimientos.
Los dioses lloraban con ella por la tierra.
Ella estaba abrumada por el dolor,
tenía sed de cerveza.
Donde ella se había sentado, se sentaron los dioses llorando;
amontonándose como ovejas en un abrevadero.
Tenían los labios febriles por la sed,
y sufrían retortijones a causa del hambre.
La Diosa [madre] vio y lloró...
tenía los labios cubiertos de calenturas...
«Mis criaturas se han convertido como en moscas-
llenan los ríos como libélulas, el retumbante mar se ha llevado su paternidad».
[Epopeya de Atra-Hasis]


El mal tiempo duró varias semanas pero luego se aplacó. Sólo se veía agua en todas las direcciones y nadie, salvo Zisudra y un piloto que le había recomendado Enki sabían hacia donde ir. Además, se les había recomendado que esperasen a estar seguros de que las tormentas hubiesen terminado. Luego, debían enfilar hacia el norte, donde encontrarían el terreno más elevado y donde aparecería primero tierra firme, en cuanto empezara a bajar el nivel del mar. Así, después de los días de navegación calculados por Enki, se detuvieron y esperaron. Finalmente,
"Emergió una región montañosa;
sobre el Monte de la Salvación se detuvo el barco;
el Monte Nisir [«salvación»] sujetó al barco con firmeza,
sin dejar que se moviera."

Era el monte Ararat, que los nefilim utilizaban como punto de referencia para el aterrizaje de sus naves y que era el más alto de las tierras del norte.

Las minas del sur de África, las ciudades en Mesopotamia, el centro de control de Nippur, el espaciopuerto de Sippar; todo estaba enterrado bajo el agua y el lodo.

Debido a su constante rebeldía, Enki fue condenado a permanecer en órbita y esperar a que las aguas bajasen, para volver a la Tierra e intentar una nueva colonización, con unos cuantos voluntarios que lo acompañarían. Los demás nefilim no sabían que se había asegurado de la supervivencia de la humanidad. La nave nodriza, llegado el momento propicio para pasar a la cuarta dimensión del espacio, emprendió vuelo para regresar a Omyx. El Gran Concejo decidiría si y cuando, eventualmente, regresar al sistema de Shamash. Las colonias habían fracasado en todos los planetas donde habían intentado establecerse, aunque Shugi (la Tierra) había sido la que había obtenido el mejor resultado y donde se habían quedado por más tiempo.

19/4/11

Colonización 7.2.

Gracias a sus conocimientos, los nefilim lanzaron entonces una guerra biológica contra los humanos y éstos clamaron ante Enki, su creador y protector:

«Enki, Oh Señor, la Humanidad gime;
la furia de los dioses consume la tierra.
¡Y, sin embargo, tú eres el que nos ha creado!
¡Que cesen los dolores, los mareos,
los resfriados, la fiebre!»

Enki, aliado a Ishtar, la "diosa-madre", encontró el remedio (vacuna) y salvo a los hombres, generando la molestia de los otros jefes, que decidieron provocar una hambruna, negando a los hombres el acceso a las provisiones. Con ello,

"El tercer año llegó;
sus rasgos [de los hombres] se vieron alterados por el hambre,
sus rostros estaban incrustados...
estaban viviendo al borde de la muerte.
Cuando el cuarto año llegó,
sus rostros parecían verdes;
caminaban encorvados por las calles;
su ancho [¿hombros?] se hizo estrecho.
Cuando el sexto año llegó
se preparaban a la hija para la comida;
al hijo se preparaban como alimento...
Una casa devoraba a la otra".

Pero, nuevamente, Enki tomó la defensa de la humanidad. Convocó una asamblea secreta de jefes humanos en su templo. Les contó lo mucho que se había opuesto a los actos de los demás dioses. Luego discutieron un plan de acción. Como ero el señor del Abzu, de las tierras del lejano sur, y disponía de una gran flota para traer los minerales a Mesopotamia, cargaría víveres en sus barcos, escondidos bajo los minerales. En las ciudades del norte, se provocaría una rebelión y, a favor de los desórdenses, descargarían los alimentos.

El plan resultó exitoso pero fue rápidamente descubierto, provocando el descontento de los otros jefes de ciudades:

"Todos nosotros, Grandes Anunnaki,
llegamos juntos a una decisión...
Ordené que, en el Pájaro del Cielo,
Adad vigilaría las regiones superiores;
que Sin y Nergal vigilarían
las regiones medias de la Tierra;
que el cerrojo, la barrera del mar,
tú [Enki] vigilarías con tus cohetes.
¡Pero tú has dejado pasar provisiones para la gente!"

Pero entonces los científicos que estubiaban el recalentamiento y el derretimiento de los hielos llegaron a la conclusión de que pronto el nivel del mar llegaría a tal punto que la zona baja ocupada por sus ciudades de Mesopotamia sería alcanzada y quedaría hundida. Calcularon, en efecto, que la mitad de la capa de hielo de la Antártida (de más de kilómetro y medio de grosor) se deslizaría en los mares del sur, provocando una inmensa marea que elevaría el nivel de todos los mares del globo en unos 18 metros, inundando ciudades costeras y tierras bajas. También previeron que este fenómeno alteraría el clíma, provocando fuertes tormentas, que acelerarían aún más la inundación.

Así, la decisión del castigo coïncidió felizmente para los nefilim con la previsión del diluvio. Antes de la acometida, los dioses tuvieron una asamblea y votaron sobre lo que debían hacer. El voto, mayoritariamente a favor del abandono y de la destrucción de la humanidad, debía mantenerse en secreto, pero Enki pensó en un posible regreso y en la forma de preservar las formas de vida "puras" que existían en la Tierra.

Por ello, buscó a Zisudra, el soberano de Shuruppak, para informarle en forma clandestina de la inminente calamidad. Como se puede leer en la Epopeya de Gilgamesh (donde Zisudra se llama Utnapistim), le dijo:
  • "Hombre de Shuruppak, hijo de Ubar-Tutu: ¡Echa abajo la casa, construye un barco! ¡Renuncia a las posesiones, salva tu vida! ¡Abjura de tus pertenencias, salva tu alma! Lleva a bordo la simiente de todas las cosas vivas;el barco que has de construir, sus dimensiones se habrán de medir."

La situación era delicada para Zisudra y los que, en otras ciudades, también fueron elegidos: ¿cómo justificarían sus preparativos ante los que deberían quedarse y perecer? La excusa fue que, como seguidor de Enki, el dyaus del Abzu, Zisudra y sus semejantes no podían seguir viviendo en Mesopotamia, feudo de Enlil, y que estaban construyendo un barco para ir a vivir al Abzu. Como en esa época había hambruna, los otros hombres se pusieron felices de verlos partir e incluso los ayudaron para se fueran luego.

Los elegidos debían esperar una señal para subir a bordo: sería el despegue de los cohetes en los que los nefilim partirían "de vuelta al cielo".

Luego se desató la tormenta, excepcionalmente poderosa.

"El Diluvio bramó como un toro;
los vientos gimieron como un asno salvaje.
La oscuridad era densa;
no se podía ver el Sol."

Después de varios días de intensa lluvia, hubo fuertes temblores y se produjo un maremoto: el mar cubrió las ciudades y los centros de culto. Los grandes barcos fueron fuertemente sacudidos, pero eran de excelente factura ya que los nefilim sabían como hacer bien estas cosas y habían entrenado a muchos hombres como obreros especializados. Estaban perfectamente sellados, de modo que, incluso si se dieran vuelta, no penetraría el agua: los nefilim sabían perfectamente cómo construir submarinos y se inspiraron en esa técnica para asegurar los barcos contra las peores inclemencias.

12/4/11

Colonización 7.1.

Capítulo 7. El diluvio y la partida de los dioses


Los nefilim no solo contaban con excelentes astrónomos y pilotos: contaban también con meteorólogos, importantes para la adapación de sus cultivos a los nuevos mundos colonizados. Con el tiempo, éstos de dieron cuenta de que en Shugi (la Tierra) se estaba produciendo un recalientamiento global y observaron el lento derritimiento de los hielos en el hemisferio norte.

  • [Hasta hace entre 12.000 y 10.000 años, los hielos cubrían todavía Europa. El deshielo hizo subir de 130 metros el nivel de la Mediterranea. (D.Gibbins, "Atlantis", p.355 / Hancock, "Underworld",p.47)]

Calcularon y proyectaron este fenómeno, considerando especialmente su efecto a mediano y largo plazo sobre la zona mediterránea y el creciente fértil que ellos ocupaban. La preocupación creció poco a poco cuando vieron confirmadas las cifras y observaron, incluso, que el derretimiento se hacía cada vez más rápido. Constataron que el sol de este sistema solar tenía un ciclo de actividad equivalente a la mitad, aproximadamente, del año cósmico, o sea de 36 años. Durante la mitad de este tiempo la actividad del sol crecía y durante la otra mitad decrecía. Sin embargo, observaron que debía existir otro ciclo, mucho más amplio, ya que al decrecer, la actividad nunca volvía al punto de partida sino que el ciclo siguiente implicaba mayor expulsión de energía, lo cual parecía ser la explicación del calentamiento terrestre. Lograron establer los parámetros de esta progresión y, de este modo, calcular aproximadamente la velocidad y el alcance del crecimiento de los mares.

Paralelamente, observaban como se multiplicaban los seres humanos que ellos habían creado y como los anunnaki se unían incluso a ellos. La misma Biblia da aún cuenta de ello:

"Y sucedió, cuando los terrestres comenzaron a crecer en número sobre la faz de la Tierra, y les nacieron hijas, que los hijos de los dioses vieron que las hijas de los terrestres eran compatibles; y tomaron para sí por esposas a las que eligieron." (Génesis 6, 1-2)

Ésto, constatado por el dyaus Piter, fue comunicado al Gran Concejo, en Omyx, y sus miembros se escandalizaron: ¿cómo podían los anunnaki haber caído tan bajo, teniendo relaciones sexuales con los que ellos habían creado y consideraban apenas poco más que animales?
Su descendencia, además, produciría una nueva hibridación, una degenerescencia progresiva que los jefes no podían admitir. Por ésto decidieron retirarse y deshacerse de tal descendencia a la primera oportunidad

"Y la Deidad se arrepintió de haber hecho al Hombre sobre la tierra, y Su corazón se apenó.
Y la Deidad dijo: «Exterminaré al terrestre que he creado de la faz de la tierra». (Génesis 6, 6-7; en Sumer es la "Epopeya de Atra-Hasis", que extractamos aquí)

  • [Recordamos que ponemos en rojo los textos antiguos legítimos y en verde los textos modernos de otros autores.]

5/4/11

Colonización 6.3.

Para complementar lo anterior y lo que sigue conviene leer la siguiente información que nos entrega Z.Sitchin:

"En unos textos sumerios que describen Sippar se cuenta que había una parte central, oculta y protegida por poderosos muros, en cuyo interior se levantaba el Templo de Utu, «una casa que es como una casa de los Cielos». En un patio interior de este templo, protegido también por altos muros, estaba «erguido hacia arriba, el poderoso APIN» («un objeto que surca», según los traductores). En un dibujo encontrado en el montículo del templo de Anu en Uruk se ve uno de estos objetos. Hace unas cuantas décadas, habría sido difícil adivinar lo que era este objeto, pero, ahora, podemos reconocer en él un cohete espacial de varias etapas en cuya cúspide descansa el cónico mu o cabina de mando. Las pruebas de que los "dioses" de Sumer poseían no sólo «cámaras voladoras» para recorrer los cielos de la Tierra sino también cohetes de varias etapas para ir al espacio, emergen del examen de los textos donde se describen los objetos sagrados del templo de Utu en Sippar. Se nos cuenta que a los testigos del tribunal supremo de Sumer se les hacía prestar juramento en un patio interior, junto a un pórtico a través del cual podían ver y enfrentarse a tres «objetos divinos», que tenían por nombres «la esfera dorada» (¿la cabina de la tripulación?), el GIR y el alikmahrati -un término que, literalmente, significaba «impulsor que hace ir a los navios», o lo que nosotros llamaríamos «motor»." (El 12º planeta, p.89).

***

El pecado de Gilgamesh no fue el único del que quedó constancia en la Biblia. Los textos sumerios también relatan algo muy parecido al castigo de Dios por la construcción de la Toerre de Babel. El significado último, sin embargo, estaría relacionado con le presencia de los nefilim y de su monopolio de relación con "el cielo".

Según el texto babilonio conocido como «La Epopeya de la Creación», los nefilim se habían demorado dos años, trabajando sin descanso, para cumplir la orden
«Construid la Puerta de los Dioses... Que se elabore su enladrillado. Su shem estará en el lugar designado.»

Así, la primera plaza de lanzamiento fue construída en un lugar llamado Babili, que significa literalmente «Puerta de los Dioses». (de ahí el nombre de Babilonia). Para ello «aplicaron la herramienta... moldearon ladrillos»- hasta que «elevaron a las alturas la cúspide de Eshagila» («casa de los Grandes Dioses») y «construyeron la torre de la plataforma tan alta como el Alto Cielo». (Z. Sitchin: "El 12ª Planeta", p.79-80)

Los humanos, con el paso del tiempo, tuvieron el descaro de querer tener su propia torre y de construir su propio «vehículo aéreo» para poder volar también ellos -como los dyauses- en un mu «sobre todas las tierras pobladas».

Debido a la construcción de la torre y del seudo-cohete que era en realidad la prueba de que "deseaban alcanzar el cielo", los dyauses se enojaron y decidieron expulsar a todos los humanos de las ciudades que ellos habían fundado y que, ahora, incluían grandes jardines (como los famosos "jardines colgantes de Babilonia"). Así, los hombres quedaron excluídos del acceso al "paraíso terrenal" que tales ciudades constituían para ellos.

Para que entendieran de una buena vez que no podían aspirar a subir al cielo ni imitar a los dyauses, Piter hizo caer sobre la torre sus famosos rayos que la redujeron a cenizas como lo hubiese hecho una bomba atómica, pero sin efecto de radiación alguna en los alrededores. Luego un "legislador" fue enviado a todos los asentamientos humanos para recordar a sus jefes las leyes que ya imperaban para ellos desde los inicios de su llegada a Mesopotamia e imponer algunas nuevas.

Una antigua «tablilla de sabiduría» sugería el siguiente comportamiento:
"Ni siquiera hagas daño a tu oponente; al que te haga mal recompénsale con bien. Hasta a tu enemigo, que se haga justicia... No dejes que tu corazón sea inducido a hacer el mal... Al que pida limosna, dale alimentos para comer, dale vino para beber... Sé servicial; haz el bien."

Imagen anexa: La entrega de las leyes (del famoso "Código de Hammurabi")

Como los nefilianos siempre necesitaban abastecimiento, se impuso también a los hombres la obligación de entregar la décima parte de todo lo que produjeran y se nombraron intendentes para recoger los productos. También se dispuso un doble sistema de trabajo obligatorio. El primero obligaba a todos los varones a dedicar al menos cinco años de sus vidas a trabajar exclusivamente al servicio de los anunnaki. Después de este período para los hombres y a partir de los catorce años para las mujeres, el trabajo para los dyauses quedaba establecido sobre la base del cálculo de la décima parte del tiempo de luz diurna, acumulable por cada doceava parte del año calendario, estableciendo sistemas de turnos para que hubiese siempre una fuerza de trabajo estable.